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Patrimonio Premios de la Real Sociedad Económica del País de Gran Canaria

"El Hotel Santa Catalina debe ser siempre público, es un símbolo"

"El Santa Catalina fue el primer hotel construido como tal en Gran Canaria, antes eran casas adaptadas", cuenta el arquitecto Javier Mena Marqués

Javier Mena, ayer, antes de impartir su conferencia, en la Real Sociedad Económica de Amigos del País. JUAN CARLOS CASTRO

¿Qué importancia ha tenido el Hotel Santa Catalina en el desarrollo turístico de la ciudad?

Son diferentes etapas. El hotel ingles de 1890 fue el primero diseñado con tipología específica. Hasta aquel momento, siempre se habían usado casas que se habían adaptado para albergar huéspedes, pero los ingleses querían un hotel balneario, con ventilación y ventanas en cada habitación. Tuvo un enorme éxito a finales del XIX y principios del XX como hotel de turismo sanitario. Venían largas temporadas a curarse enfermedades, generalmente, tuberculosis. Fue considerado el mejor hotel de Europa en aquel momento. Pero eso acabó con la Primera Guerra Mundial.

¿Quebró?

Sí, los ataques alemanes no permitían a los barcos de turistas llegar a la Isla, así que tuvo que cerrar durante casi 40 años. En 1922, lo compra el Ayuntamiento, que intenta explotarlo, pero no fructifica y ya en 1945 deciden demolerlo, porque ya no está en condiciones. Será entonces cuando llega el proyecto de Miguel Martín, que fue un bombazo. Cambió el estilo al neocanario y el volumen, con el doble de habitaciones. El hotel tiene un gran éxito. No hay persona relevante que no pasara por él y comienza a ocupar el lugar que aún tiene como centro de la vida social de la ciudad, para reuniones, bodas y todo tipo de fiestas. Esa gran afluencia de clientes obliga a tres sucesivas ampliaciones hasta los años 60, cuando fue la edad de oro del turismo de sol. Al calor de Las Canteras el destino se pone de moda y se construyen otros hoteles, pero también se descubre Maspalomas, lugar con el que es difícil competir si quieres turismo de sol y playa. A los visitantes ya no les importa tanto el hotel en el que se alojan, sino que haya sol por la mañana y marcha por la noche.

¿Y llega otro momento de bajón?

Sí, la construcción desaforada, el desarrollismo y el turismo de masas repercuten en el Hotel, que en los años 80 languidece. Entonces, el Ayuntamiento lo reforma, primero con 200 millones de pesetas y luego con otros 200. Se reflota a finales de los años 90, pero siempre renqueando. Luego, el hotel se ve compensado por la presencia del Casino y sigue funcionando gracias a la gran reforma que abordó el adjudicatario. Ahora, en noviembre, acaba la concesión y veremos qué pasa.

¿Cómo describiría el evidente valor arquitectónico del hotel?

Miguel Martín-Fernández de la Torre es el arquitecto fundamental de Canarias, en su faceta racionalista, entre los años 20 y 30 del siglo XX. Hasta la Guerra Civil, cuando este estilo está mal visto, porque, erróneamente, se asimila a la República. Bueno, menos la Falange, que sigue con el racionalismo, con ejemplos como la Casa del Niño. Pero cuando la Falange pierde poder se abandona este estilo. A partir de 1938 y 1939, la obra de Miguel Martín es regionalista. Ya había comenzado antes con su hermano, no por ese rechazo al racionalismo, sino para atraer turismo. Es una mezcla de la arquitectura canaria tradicional, con el llamado mission style, un revival de las misiones que fundaron los franciscanos en California y que influyó en Miguel y Néstor. Cuando construye el Hotel, su hermano ya hace siete años que ha muerto, pero lleva adelante su visión, como habían hecho con el Parador de Tejeda, la Casa Fataga y la Casa del Turismo del parque Santa Catalina. En cualquier caso, ya sea racionalismo o regionalismo, su arquitectura tiene una calidad excelente.

¿En qué se nota esa calidad?

No es una cuestión de gustos, el arte, si algo tiene, es belleza, y cuando es bueno la gente lo percibe, no tienes que ser un experto. Es más, si únicamente lo percibe el experto, fatal. Su obra es reconocida por esa belleza, sobre todo en su faceta racionalista... Las proporciones, la utilización de los materiales, la armonía.

¿Y cómo usaba la luz?

Depende. En el regionalismo, al ser la recuperación de un estilo histórico, las ventanas son más pequeñas. En el racionalismo, las ventanas son más abiertas y luz está más presente, también por la limpieza de las formas.

¿Contempla el Hotel y el Pueblo Canario como un mismo conjunto arquitectónico? ¿Cree que se debe abordar como un todo?

Desde luego, es un conjunto. Ya con el primer hotel, el terreno que se compró iba desde la Iglesia Coreana hasta el mar, y desde la ermita hasta los Salesianos. La idea es que estuviera rodeado de jardines y se trajo a un jardinero suizo que diseñó un jardín libre, al estilo inglés. Era un vergel que rodeaba el edificio, con vegetación autóctona. Cuando llega Miguel Martín, que defendía mucho las plantas, hace dos intervenciones. Una para desarrollar el Pueblo Canario, simultáneamente con el hotel, en 1944-1945, teniendo en cuenta que la propuesta de Néstor llegaba hasta el mar. Todo el conjunto debía estar conectado, como un gran centro turístico. La otra intervención fue el jardín. Quiso conservar el primero, pero el estilo neocanario requería de un diseño más barroco, de ahí que llevara a cabo el jardín que hoy conocemos, que es más de estilo francés, como los de Versalles, por ejemplo.

¿Cómo ve la situación actual del hotel? ¿Le parecería bien su venta o prefiere la titularidad pública y la adjudicación para su explotación?

Es indiscutible que sea de propiedad pública, eso no se puede cambiar. No es un hotel turístico como cualquiera del sur. Es un símbolo de la ciudad. Si escogemos tres iconos de la capital, están Vegueta, Las Canteras y el Hotel Santa Catalina. Y solo se puede conservar si está en manos públicas para seguir siendo un centro social y simbólico.

Su estudio tiene experiencia en la rehabilitación de inmuebles antiguos en Vegueta y Triana, incluido el Teatro Guiniguada, ¿cómo abordaría la renovación del Hotel Santa Catalina? ¿Quitaría la parte del antiguo casino?

Habría que recuperar la esencia que se ha perdido. Lo más importante es mantener mobiliario, los materiales y las habitaciones, tal y como han sido siempre. Eso no se puede perder. Una gran virtud de la remodelación que hicieron José Antonio Sosa y Francisco Javier Cabrera es que mantuvieron la esencia. Quizá habría que mejorar el acceso al Salón Palmeras y actuar con criterio para recuperar las maderas, que están que se caen. Cuidar esos balcones triples, que son de tea pintada y que son lo que hace tan característico al hotel.

¿Abordaría la rehabilitación del Hotel incluyendo todo el conjunto del Pueblo Canario y los jardines?

Desde luego, hay que entender todos los elementos como un conjunto, pero el Pueblo Canario no puede ser una galería comercial del Hotel. Se deben revitalizar ambos, pero guardando respeto al sentido que tenían cuando fueron proyectados.

¿Prefiere que el Hotel lo explote una empresa canaria o de fuera, por la promoción que eso significaría?

Eso es como todo, tanto alguien de fuera como alguien de dentro se lo puede cargar si no respetan la esencia del proyecto. No creo que un empresario local tenga una gran precaución solo por ser de aquí, pero tampoco lo contrario. La promoción del hotel hoy, que hay gran capacidad de difusión, se puede hacer igual con un hotelero local que con una cadena. Venga el que venga ha de cumplir los criterios del Ayuntamiento, que tienen que quedar bien claros desde el principio. Lo que sí puede ser es que un hotelero más fuerte mire antes la rentabilidad que el valor del hotel como un símbolo. Todo es cuestión de cómo sea el concurso y eso está ahora mismo en proceso de elaboración.

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