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Fiestas Fundacionales Hijo Predilecto

"Valoro más el título de Hijo predilecto que la Cruz de San Raimundo"

Joaquín Espinosa, presidente de la Academia Canaria de Legislación y Jurisprudencia, se expresa agradecido por la mención honorífica

Joaquín Espinosa en el Colegio de Abogados de Las Palmas, al lado de su retrato, esta semana. JUAN CASTRO

¿Cómo se siente tras ser nombrado Hijo predilecto?

A principio me sorprendí, era una cosa que ni esperaba, ni se me había pasado por la cabeza. Pero, tras pensarlo fríamente, me siento muy feliz porque dicen que nadie es profeta en su tierra, y que el sitio donde has nacido te dé esta distinción tan importante me ha emocionado. Me siento muy feliz.

¿Es el galardón más entrañable que recibe?

Lo valoro más que otras distinciones que tengo como la Cruz de San Raimundo, y otras. Es la distinción que más me ha agradado y que nunca pensé recibir.

¿Cuáles cree que han sido los méritos para recibirlo?

Supongo que los años que he dedicado a la abogacía y porque siempre he estado donde no se cobra. He sido directivo del Club Náutico, de la Federación de Fútbol, de la Vela Latina, de baloncesto; y todo eso creo que ha influido.

¿Ha sido una persona muy implicada con su ciudad?

Pues sí, siempre.

¿Qué recuerdos guarda de la ciudad cuando empezó a trabajar como abogado?

Tengo recuerdos anteriores a cuando estudiaba la carrera, cuando tenía doce, trece años. La ciudad no tenía nada que ver a lo que es hoy. Por ejemplo, Tomás Morales solo llegaba a lo que era el cine Capitol [entre la gasolinera de Disa y los institutos] y Primero de Mayo era todo plataneras a partir de San Bernardo. Ni siquiera estaba abierta la calle. Todos en el barrio de Triana, por Domingo J. Navarro, nos conocíamos. Era muy entrañable. Después, cuando empecé a ejercer, Las Palmas de Gran Canaria también era distinta. En el Puerto había un juzgado municipal y otro en Las Palmas. Eran juzgados de primera instancia. En fin, era todo más pueblerino y más entrañable.

¿Echa de menos el decanato?

Cuando se ha estado en un puesto veinte años, el cambio siempre es importante. ¿Lo echo de menos? Pues sí, pero con otra visión; tenía los años suficientes para retirarme de decano y que viniera otra persona. En este caso, Rafael Massieu Curbelo, que además lo está haciendo muy bien y al que estoy dispuesto a apoyar en lo que fuera necesario. El cambio era necesario; lo pensé y lo medité con mi familia. Además, media generación había nacido siendo yo decano y no habían conocido a otro. (ríe).

¿Y cómo ve el decanato desde la distancia?

Aparte del honor de que mis compañeros me hayan elegido durante tantos años, una aventura maravillosa. Es lo más puede desear un abogado.

¿Sí?

En mi opinión, sí.

¿Volvería a repetir?

Si tuviera treinta años menos sí (ríe).

¿No se arrepintió nunca?

No. Con sus disgustos, con sus sombras y soles (ríe) volvería a repetir en el cargo.

¿Su sucesor está haciendo buen trabajo?

Sí, es un trabajo difícil porque el número de abogados ha crecido muchísimo. Esto ya es un pueblo y hay que dedicarle mucho tiempo, pero nadie es imprescindible (ríe).

¿Se quedó satisfecho del trabajo que hizo durante dos décadas?

En general, sí. Me puedo haber equivocado y haber tomado una determinación en otro sentido, pero tengo mi conciencia tranquila. He tenido la suerte de tener una junta sensata, de buenos abogados; muchos de ellos han estado veinte años conmigo, que me ayudaron a tomar decisiones.

¿Está pasando ahora más tiempo con sus nietas como esperaba tras dejar el cargo?

Las sigo viendo más o menos igual (ríe) porque están en el colegio. Luego salen, tienen deberes, se tienen que ir a acostar; a los niños se lo tiene supersacrificados. Espero que cuando tengan vacaciones los vea un poco más. Pero sí, tengo más tiempo para estar con ellos y estoy muy feliz.

Le han nombrado presidente del Consejo Canario de los Colegios de Abogados, ¿hará labores de asesor?

Es solo una presidencia de honor. De lo que estoy pendiente es de entrar en el consejo asesor del Consejo General de la Abogacía, que en estos días se están culminando sus funciones.

¿Un nuevo reto?

Sí, un nuevo reto que me ha ofrecido la presidenta del Consejo General de la Abogacía Española; me lo ofreció públicamente cuando estuvo en mi despedida. Estamos ultimando los detalles de este consejo, en el que estaré yo y algunas otras personas.

¿Qué papel va a tener el consejo?

La idea es que lo formen algunos exdecanos y otros, en activo, para asesorar a nuestra presidenta. Mi idea es que sea una comisión que esté funcionando a diario, que tenga un papel activo, y no solo puntual.

¿Le hace ilusión?

Sí, no hay que pararse. Todo lo que se pueda hacer por la abogacía hay que hacerlo.

¿Ha conocido algún otro momento en que la justicia, los jueces, ocuparan tanto espacio en los medios de comunicación?

No, es una cosa asombrosa. ¿Qué se va pretender en este país? ¿Que sean los jueces los que resuelvan los temas? ¿Los que gobiernen? Los jueces están para aplicar la justicia y las leyes; se les quita tiempo para otras cosas. La misión de los medios de comunicación es hablar, pero creo que todos los temas están muy politizados.

¿La justicia está politizada?

No. Como en todos los sitios hay gente mejor y peor, pero, en general, tenemos una buena justicia. Hay gente seria, lo que pasa es que se les ha echado mucho trabajo encima, mucha responsabilidad. Ahora todo el mundo dice que tiene un abogado, mis abogados (ríe) porque no tienen uno solo. La gente está utilizando demasiado la justicia para cosas que no debían pasar por los juzgados.

¿Qué opina sobre el que tanto político pase por el banquillo?

En este país la presunción de inocencia se ha ido perdiendo un poco. Basta con que haya una citación del juez para que la persona esté marcada y hay que darle tiempo al tiempo para que las cosas se pongan en su sitio. Habrá quien tenga que responder por haber cometido algún delito y mucha gente, que ha sido citada, y que no sea un delincuente.

¿Pensó que algún día vería este desfile?

No (ríe). Nos ha cogido de sorpresa a todos, pero esa es la democracia. En otra época podían pasar cosas que se tapaban y uno no se enteraba, pero lo de ahora está fuera de todo pensamiento.

¿Qué sintió cuando salieron aquellas conversaciones despectivas de los jueces canarios mientras se tomaban un café?

No me atrevo a opinar. Quizás a veces hacemos algún comentario al que no le damos mayor trascendencia y, después, tomado individualmente, tiene mayor importancia. No me atrevo a opinar porque me cuesta creer que sea verdad.

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