Como suele pasar cada vez que las palabras obras y cambios van de la mano, la peatonalización de Mesa y López ha despertado distintos sentimientos entre vecinos, usuarios y trabajadores de la zona. Decisión acertada para unos o auténtico desastre para otros, el caso es que la transformación de la vía, que empezará a llevarse a cabo a finales de marzo o principios de abril según anunció esta semana el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, ha traído cola.
Apenas han pasado 24 horas desde que se le haya puesto fecha a la medida de sacar a los coches, guaguas y demás vehículos de Mesa y López y personas como Liria Sosa Moreno ya lo celebran. "Esto tendría que haberse hecho mucho antes", apunta la mujer de 52 años que, aunque no reside en la zona, sí trabaja en ella desde hace casi una década. "Aquí viven muchísimas personas mayores y el enorme ruido que hay es una molestia para ellos", asegura quien está totalmente a favor de que "Mesa y López se peatonalice como Triana".
La calle Mayor de la capital, cuyo adoquinado en su día también sembró la polémica, es para Sosa Moreno el modelo a seguir para un entorno que desde su punto de vista alberga constantes peligros por su alto volumen de tráfico. "Es que aquí se te echa a correr un niño y tienes un disgusto e incluso las personas mayores, que tienen que tener mucho cuidado al cruzar, mientras que si es peatonal, como en Triana, tú puedes entrar a mirar lo que te haga falta sin tener que preocuparte por cambiar de un lado a otro".
No muy lejos de donde Liria Sosa prosigue con su camino, que no dentro de mucho estará exento de gases y pitidos, charlan distendidamente en un banco María del Carmen Cáceres Artiles, su madre Carmen Artiles Santana y Ruth Hernández Rivero. Las dos primeras viven en la misma avenida, a tan solo unos metros de donde se encuentran, mientras que la tercera lo hace en Cruz del Campo desde donde acude cada día a la zona para trabajar. En cualquiera de los casos, las tres mujeres también tienen una opinión formada sobre la transformación que se avecina. "Yo mientras no lo vea hecho no me puedo imaginar cómo va a ser", apunta Cáceres Artiles con cierta expectación a lo que supondrá tener la calle peatonal. "La verdad es que creo que va a ser beneficioso para poder caminar y venir a comprar con mayor tranquilidad", asegura.
Hernández Rivero también aplaude el cambio, ya que no entiende cómo se han colocado los bancos que se reparten por toda la calle "pegaditos la carretera" por la que pasan los coches. "Es que a cada momento estamos aquí sentadas y damos un brinco del susto", apunta entre risas quien valora positivamente la reducción que habrá de ruidos. Eso sí, "la peatonalización que sea para los peatones, nada de terrazas porque entonces estamos en las mismas", matiza María del Carmen Cáceres que, recién jubilada, tiene más tiempo para disfrutar del nuevo bulevar con el que cree que se incrementarán las compras.
Una opinión muy distinta tiene Marta Déniz, dependienta de la zapatería D Dibagi, quien ve amenazadas las ventas del negocio que ya salieron perjudicadas con la anterior intervención en pos de los viandantes que se llevó a cabo en el anterior mandato. "¡Ojalá me equivoque y vaya todo a mejor!", apostilla. A pesar de que desde la asociación de comerciantes de la zona se ha abanderado y apoyado esta acción, no en todos los negocios lo ven tan claro. "Puede ser negativo, porque ahora pasan coches y también nos ven, pero la parte positiva es que la gente saldrá más a caminar", comenta Sheila María Leal Vega desde el flamante local de My Extensions Nails & Eyelashes que abrió sus puertas el pasado viernes.
Entre los que sí tenían ayer claro que la decisión local para Mesa y López será un desastre está Sebastián C. Él es vecino de la zona, concretamente de la calle Néstor de La Torre donde se teme que se colapse de tráfico desde que empiecen las obras. "Para mí la calle está ya hecha, así que, en vez de gastarse el dinero en algo que ya está hecho, ¿por qué no se lo gastan en prolongarlo hasta el Negrín? Para las personas mayores eso sería estupendo porque podríamos pasear hasta allí y nos ahorraríamos los taxis que ahora hay que coger sí o sí", asevera. A su lado, Paco H. tampoco lo ve y menos si la peatonalización se traduce en resultados tan "desastrosos" como el del carril bici que ahora discurre por la misma rambla. "En cualquier momento un anciano se despista y lo atropellan", se queja sin demasiada esperanza en lo que está por venir.
