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Cartas a Gregorio

Manuel Ojeda

La calle del eco

Querido amigo, Paco Artiles es un boticario de Telde que en sus tiempos de estudiante, allá por tierras gallegas, era uno de los personajes más célebres de Santiago de Compostela, y aún hoy si preguntas por él en cualquier chiringuito te abren las puertas con una sonrisa de bienvenida.

Santiago de Compostela tiene todo para ser el lugar ideal para un estudiante y, sobre todo, si es para graduarte en su prestigiosa Facultad de Farmacia. Por tener, la ciudad tiene hasta su propio París-Dakar en La Rúa do Franco. Se trata de una de sus calles más populares, que une en sus extremos a dos bares con ese nombre: Bar París y Bar Dakar. La ruta consiste en ir parándose en cada establecimiento a tomarse una taza de ribeiro. Una proeza más heroica, si cabe, que la del famoso rally.

Paco Artiles es un gran conversador y, allá por donde va, le gusta pararse a hablar con la gente, y siempre tiene una anécdota divertida y disparatada que contarte.

Entre sus excentricidades más famosas está la de "la calle con eco". Se trata de la Ruela de Entrerúas, el famoso callejón que está entre las calles Vilar y Nova, la calle más estrecha de Santiago, tan angosta en algunos tramos que, si te sorpren-de uno de los habituales cha-parrones compostelanos, ni siquiera puedes abrir el pa- raguas.

Por allí solía parar un invidente que Paco acostumbraba a saludar desde lejos con un ¡oh!, a lo que el ciego contestaba repitiendo la misma expresión.

Un día se encontró con un conocido por aquellos pasillos, y le dijo: "No sé si lo sabes, pero esta calle tiene eco..." Su amigo, incrédulo, se lo tomó a cachondeo pero, renglón seguido, Paco soltó un ¡oh! bien sonoro, e inmediatamente se escuchó el ¡oh! del ciego..., y así en repetidas ocasiones, y hasta invitó al compañero a intentarlo con el mismo y sorprendente resultado. Ya pasando a la altura del invidente, repitió el juego, quedando al descubierto el engaño y el consiguiente ridículo de su víctima de turno.

Otra de sus anécdotas famosas fue cuando, en un arrebato, dijo que ya no aguantaba más y que quería tirarse por la ventana del piso. Los amigos, preocupados por aquel inesperado ataque depresivo, decidieron acompañarle a su casa con la intención de animarlo y, una vez allí, le preguntaron "¿En qué piso vives...?", y Paco contestó: "Aquí..., en la planta baja".

Cuando entras en una farmacia y ves a un señor mayor, serio y con bata blanca, no piensas en que, por su solemnidad, el lugar se preste a toda clase de anécdotas que, en su mayoría, están provocadas por el enrevesado nombre de algunos medicamentos. Como la de algunos que vienen a pedir "supositorios de nitroglicerina...", pues sí que tiene que ser duro el estreñimiento.

Todo esto y bastante más conforma el desenfadado mundo de Paco Artiles que, después de muchos años de universitario, le dieron el mayor disgusto de su vida cuando le comunicaron que había acabado la carrera...

Lo mejor es que Paco, a sus setenta y pico, sigue siendo tan ocurrente y divertido como siempre. Esta es la clase de gente que necesitamos para sobrevivir, Gregorio.

Un abrazo, y hasta el martes que viene.

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