La Provincia - Diario de Las Palmas

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La ciberesquina

El redondel caníbal

Vivir en línea nos acomoda. Dicen que la wiki y el google tienden a reducirnos la memoria, porque ya no es tan necesaria. Que sustituimos llamadas por mensajes, contactos reales por virtuales, reuniones por correos. Que construimos una comunicación de segundo nivel, escudados tras la red y nuestros perfiles sociales, a una prudente distancia del interlocutor.

En ese contexto más 'seguro', a salvo de otra presencia física, el usuario tiende a relajarse y entablar relaciones que de las que quizás se abstendría de otro modo. A ampliar su red de contactos, o a lanzarse a interactuar de forma anónima con otros desconocidos. En un chat. En un juego.

La conectividad, precisamente, es lo que permite que las ideas más simples puedan seguir teniendo impacto en la web. No todo es alta tecnología, herramientas complejas o plataformas barrocas que nos exigen redefinir nuestra identidad digital. Inventos como el Minecraft, el popular juego de construcción con bloques, demuestran que lo sencillo es muy potente cuando se trata de generar acción digital. El adjetivo 'adictivo' se emplea, de hecho, en sentido positivo en estos casos, como una virtud del producto.

Y vaya si lo es el último fenómeno que engancha en internet. El juego en línea agar.io ha atrapado al público más joven con un mecanismo simple: en una pantalla llena de puntitos de colores, uno aparece como una mota diminuta que engorda si se come a las más pequeñas. Así, hay que manejar el redondel para ganar masa, fagocitar a los más débiles y huir de los de mayor diámetro. Con manejar el puntero del ratón basta. Todos están conectados en la competición, y se pueden entablar alianzas o customizar el círculo como bandera o con un avatar de Obama o Putin, por ejemplo. Para acceder sólo hay que entrar en la página. El entretenimiento emula a la vida misma. Huyes, comes, creces. Material del bueno para los sociólogos. Qué simple es la red. Y cómo nos sorprende.?

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