La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Juanjo Jiménez

LP Confidencial

Juanjo Jiménez

Domingoterix

En el 52 aC los ejércitos de Roma dirigidos por Julio César se encontraban hasta el moño de la deriva que iba tomando la Guerra de las Galias, en Francia, a cuenta de unas tribus pejigueras que desoían las órdenes de poner sus tierras en el inventario de la República.

El jefe de los arvernos, Vercingétorix, se erigió en el gran alcalde de todos estos díscolos y se atrincheró durante siete meses en la ciudad de Alesia, dando pie a uno de los sitios más famosos de la historia.

Hoy, 2.068 años después, un prócer de la tribu de los maxorata del norte, Domingo González Arroyo, inhabilitado para cargo público por nueve años, intenta repetir la hazaña de los galos sometiendo a su ayuntamiento de La Oliva al sitio de la legalidad y la Constitución.

Entre ambos episodios existen similitudes de estrategia, pero también sonoras deficiencias que, no obstante, no tienen por qué presagiar un estrepitoso fracaso para Domingoterix, sino todo lo contrario y por tanto con mucho mayor mérito si cabe.

Domingoterix, al igual que Vercingétorix, si bien cumple con los principios básicos de todo atrincherado cambiando la cerradura del zaguán de las casas consistoriales, tampoco es que haya hecho mucho más.

No ha levantado en la cancela un puente levadizo con cocodrilos y morenas en el foso y ni siquiera ha utilizado los bidones del agua para crear una almena en la azotea contra posibles ataques con catapulta. A esto se añade que mientras el galo se armó de 10.000 caballos, 8.000 jinetes y 240.000 infantes, Domingoterix solo cuenta con uno o dos miembros sueltos de la Policía Local y algún que otro concejal de base sin habilidades bélicas, y ni de ninguna otra clase. A esto se añaden las provisiones. Según la prensa local, al druida majorero no se le conoce la existencia de tupergüés, jareas o ultramarinos imperecederos en la despensa del ayuntamiento y las reservas de agua se limitan a las tres cajas con gas y dos sin gas para los plenos municipales.

Y sin embargo, atendiendo a la proporcionalidad entre ambas fuerzas, las galas y las majoreras, digamos que Domingoterix va ganando por goleada al mismísimo Vercingétorix. Porque desde que se le comunicó oficialmente el pasado verano que fuera cogiendo el piro en primera instancia de la vida pública por prevaricación y hasta estas vísperas de enero, han pasado nada menos que siete meses, justo los que duró el mítico sitio de Alesia.

Pero si también atendemos a que las luces de Domingoterix y acólitos tampoco dan para encender una bombilla led de cinco vatios ¿a qué se debe el secreto de su éxito? Pues probablemente a la pachorra selectiva de los ejércitos constituyentes, implacables con el civil de a pie, pero algo patosos con el poder establecido, incluso cuando este poder se establece por su jeta y según le dé en su tino.

Compartir el artículo

stats