Le llaman el cuarto poder. Su influencia es máxima y la capacidad de transformación sobre la realidad social ha sido y será determinante en el devenir de la historia. El peso que tienen los medios de comunicación en todas sus nuevas modalidades traspasa todos los estamentos a golpe de noticias. En el caso del periodismo a papel, que aún respira, se faja con el mundo virtual por subsistir. Solo con análisis, rigor y scoops (exclusivas) podrá fajarse de la fatalidad de su extinción. La clave está en marcar la diferencia. De eso se trata para seguir adelante. La nostalgia y la tradición de las cabeceras combaten en inferioridad de condiciones con la vertiginosa globalidad que lo abarca todo. Aún quedan, ya pocos, paperboys apostados en semáforos los fines de semana llevando con la fresca la actualidad templada del que será siempre el hermano mayor de los medios. Esos gritos histriónicos del "extra-extra" que antaño vociferaban en Estados Unidos o los todavía vigentes "Provinciaaa o Canarias?" en las Islas perviven venta a venta. Actualidad que horas antes de imprimirse a tinta en los tabloides, ya ha sido tuiteado o retuiteado. De hecho, las siempre agoreras consultoras aseguran que el puesto de periodista será de los menos demandados a medio plazo. Malditas consultoras y maldita realidad. Para los no avezados en nuevas tecnologías, esto del tuiteo es como un telegrama de los de antes que fluye a través de las redes e inunda de noticias y comentarios el ciberespacio. Información vertiginosa, a veces no contrastada, que admite réplicas tan efímeras y, en ocasiones, vacías de contenido. Un espacio en el que todas las voces pueden tener cabida. Lástima que no irrumpa la afonía de vez en cuando en esta fugaz herramienta para acallar los sinsentidos. Lo bueno del Twitter es que en apenas 140 caracteres (no admite más) puedes comprobar que el que parece estúpido lo acaba confirmando con un tuit. Pero, la prensa, que se transforma a pasos agigantados, tiene todavía mucho que contar. Los rotativos, inmersos en la vorágine de la noticia, deben buscar una parcela para el análisis en profundidad y la opinión. Reclamos que generen un valor añadido a los ávidos lectores que buscan algo más que un mero flash informativo. Todo ello aderezado con suplementos de actualidad que atrapen con sus sugerentes contenidos y formatos. En definitiva, el papel debe empaparse de calidad informativa hasta el punto de marcar los latidos de la actualidad, que siempre supera cualquier ficción.
