La Provincia - Diario de Las Palmas

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Reflexión

Andando el tiempo

Al paso de los tiempos la vida ofrece curiosos paralelismos. No hace tantos años -recuerdo- aquello de "váyase, Sr. González" se repetía incansablemente en boca del Sr. Aznar. Eran tiempos complicados. Felipe González había dado fin a su ciclo tragando sapos de difícil digestión. Le tocó (*) hacer la reconversión industrial (despidos masivos), la OTAN no-ahora-sí, el asunto GAL, el caso Roldán, entre otros varios. Hoy, todos reconocemos su talla de hombre de Estado, con muchos más aciertos que errores.

Salvando las distancias, entre sus referentes ideológicos y perfil personal, el Sr. Rajoy parece acercarse al final de su mandato en situación parecida. También le tocó sacar al país de una situación límite, trabajo sin completar, afrontando medidas muy impopulares con escaso margen de maniobra, saltándose a la torera su programa electoral. Para rematar la faena, el grave desafío de los separatismos y los sapos de la corrupción, que le salen como hongos en árbol caído; con la ingratitud de propios (?) y ajenos.

El encono sectario con que se libra la lucha por el poder, en esta llamada segunda transición, difiere mucho de la primera, cuando todo era mucho más complicado y peligroso. Aquí y ahora, me parece injusto descalificar al que no piensa como nosotros; etiquetarle o excluirle. No es sano. No es democrático. No es práctico.

Pero las cosas son como son; causas y efectos se encadenan, más allá de nuestra consciente voluntad o deseo. El equilibrio entre el afán de poder y la capacidad de crear o construir es delicado y frágil. Los líderes encarnan -emergentes- a las sociedades en las que surgen y se desarrollan. Por otro lado, todo proceso social, por su naturaleza viva, dinámica, genera las claves de su resolución o involución. Así, es preferible pensar que, como espero y deseo, algo positivo saldrá de esta etapa difícil; sobre todo si sabemos asimilar la experiencia y su próximo desenlace, nos guste más o menos; con respeto al otro, espíritu constructivo y participativo. Un sabio campesino de nuestras medianías, ante un conflicto, aconsejaba en tono solemne: "¡Déjese dir, cristiano!" para aclarar, tras una pausa de misterio, "Pero? ¡déjese dir diendo!, ¿oyó?" Y quedaba tan satisfecho. Me digo, remedando al paisano: al tiempo, como siempre, todo se andará.

Que sea para bien.

(*) Atribuyo a los gobernantes un grado de libertad casi nulo, salvo que rompan radicalmente con el contexto local y global. La política económica les viene dada, con márgenes insignificantes (algunas medidas sociales -pocas- y poses cara a la galería) No pretendo justificarlo sino describir una realidad, o lo que entiendo como tal. No es muy distinto de lo que nos ocurre a las personas, en algún modo. Creemos ser dueños de nuestras decisiones importantes pero, muchas veces, los condicionantes de todo tipo nos dejan poco margen.

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