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Entre líneas

¿Es bueno el multipartidismo?

Teóricamente, el multipartidismo amplía la oferta para los votantes y eso es bueno, pero lo cierto es que hasta la fecha no se han apreciado otras ventajas, al contrario, llevamos tres meses sin gobierno definitivo, un intento de investidura derrotado, hay líderes de partidos que no se hablan y otros que no se reúnen porque tienen las agendas muy comprometidas... ¡Como si hubiese temas más importantes que el de poner en marcha con normalidad el país y empezar a tomar las oportunas decisiones para resolver los problemas que tiene planteado!

Se debe tener muy presente que todo cambio exige también que los afectados cambien, así los votantes, las bases de los partidos, las ejecutivas y en especial los líderes. Todos debemos evolucionar para adaptarnos al nuevo panorama del multipartidismo, que se caracteriza por que los gobiernos se forman en muchas ocasiones mediante coaliciones de diferentes partidos, incluso de diferente signo político.

Hay otros cambios que también son necesarios: el de actitud, aceptando sin reservas que en democracia no hay enemigos sino adversarios políticos; el respeto que debe estar siempre presente y el de descalificaciones siempre ausente.

La solución de un problema exige plantearlo correctamente, si no se hace así, el resultado no es válido. Eso es lo que está pasando con las elecciones del 20 de diciembre, los políticos han interpretado los resultados en clave personal o de partido, pero nunca considerando el interés general, que si se hubiese tenido en cuenta ya tendríamos un gobierno trabajando para resolver problemas reales que afectan y angustian a muchas familias.

Creo que es oportuno hacer un comentario sobre el hacer y el ser de los líderes políticos que en muchas ocasiones no lideran sino que se convierten en transmisores de los acuerdos de sus partidos. El líder debe tener sus propios criterios y ser capaz de conseguir los apoyos necesarios, en caso de no lograrlos la dignidad le obliga a dimitir. Existe un ejemplo práctico de capacidad para liderar dado por Nelson Mandela y que quedó reflejado en una memorable escena de la película Invictus, en un momento dado muestra desacuerdo contra un acuerdo unánime del Ejecutivo de su partido, por lo que pide una nueva votación sin su presencia, aunque antes de irse de la sala les deja un profunda reflexión: "Ustedes me han elegido como líder, déjenme que les lidere"; por supuesto ganó la segunda votación.

¿Tenemos en España un problema con los líderes? Si arrastran al país a unas nuevas e inciertas elecciones... seguro que sí.

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