La pasión se ha vuelto a imponer en el planeta Champions y dos años más tarde una escuadra española reinará en Europa. Atlético de Madrid y Real Madrid repetirán la que será una final con ansias de venganza para los colchoneros y el partido más deseado para los merengues.

Los rojiblancos quieren borrar para siempre la derrota sufrida en Lisboa contra el Madrid y anhelan con doctorarse como campeón. La raza de Simeone, que se cuela en su segunda final en los últimos tres años doblegando a gigantes como Barcelona o Bayern, es el mejor garante para abrazar la gloria.

Los pupas, que destilan motivación infinita y son incondicionales a un estilo, quieren arreglar cuentas con el Real Madrid al precio que sea. El Atleti se ha ganado a pulso el derecho a no temer a nadie y aspira a todo.

Los blancos, por su parte, tras superar sin excesivos problemas al Manchester City, confían en salvar la temporada y optan a otra orejona después de un camino con pocos sobresaltos. En su singladura a la final de Milán apenas se ha arrugado el traje Tenkey de Zinedine Zidane. La diosa fortuna siempre ha acompañado en los cruces a los blancos, que ayer doblegaron a un endeble Manchester City.

Los citizens, exiguos en su juego y opulentos de presupuesto, carecen de consistencia para afrontar grandes retos. La ausencia de David Silva por lesión allanó aún más la victoria de los merengues, que en su feudo son irreductibles. Los de Concha Espina dieron un golpe certero en la mesa y pelearán a muerte por su décima primera Copa de Europa como narra la crítica ácida de Desirée Barcia.

Derbi madrileño a la vista que deja bien claro que el fútbol made in Spain está de moda. Ojalá hoy les acompañen los representantes españoles (Sevilla y Villarreal) en la Europa League y tengamos trébol español en las finales.