Querido amigo, dicen que la naturaleza es sabia, aunque habría que preguntarle por qué nos creó para evolucionar de más a menos. Quiero decir que podríamos haber nacido viejos e ir mejorando hacia la juventud y, finalmente, morirnos como niños. Así también nos podrían enterrar fácilmente metidos en cajitas blancas...
Pero vamos en sentido contrario, Gregorio. Como los que estaban en un avión en medio de una gran tormenta y un cura entre los pasajeros dijo: "Queridos hermanos, recemos todos para que Dios nos lleve hasta el cielo". A lo que uno de los pasajeros replicó: "Sí, padre, pero dígale que se dé prisa, porque ahora mismo vamos en sentido contrario..."
Parece sorprendente la capacidad de adaptación que tienen los seres vivos pero, ¿y si no fuera exactamente así? Lo digo porque la semana pasada me encontré por Triana a nuestro amigo Carlos, para más señas Carlos el loco, como le decíamos en el colegio.
Me parece que de loco no tiene nada, más bien todo lo contrario pero, de lo que sí estoy seguro es que consigue volvernos locos a todos.
Hablamos y, por decir algo, se me ocurrió comentarle que en la vida hay que adaptarse para sobrevivir. Era simplemente una frase hecha, pero su respuesta fue contundente: "No es por adaptarnos que sobrevivimos, sino que solo sobrevivimos los que estamos adaptados...". Y continuó: " Los camaleones no cambian de color para camuflarse y sorprender a sus víctimas sino que, como cambian de color, los insectos no consiguen verlos y los camaleones se los comen..."
Curiosa conclusión a la que llega nuestro amigo Carlos cuestionando nada menos que a su tocayo Carlos Darwin y su Teoría de la Evolución.
La cuestión es que, después de recuperarme del dolor de cabeza que me dejó Carlos, empecé a preguntarme que cómo se puede decir que evolucionamos si cada día estamos más viejos y más torpes, Gregorio.
Estoy por pensar que no hay que ver la naturaleza como una evolución sino como una consecuencia, o sea que, si llueve, crece la hierba, pero no hay un proceso inteligente que lo decida: la gente es inteligente y la naturaleza consecuente.
Parece que Darwin buscando bichos se encontró con el gran bicho negro, un insecto que produce la enfermedad de Chagas que a la larga le costaría la vida precisamente a él, amigo y defensor de todo bicho viviente. Es como si el descubridor del salvavidas muriera ahogado.
Ayer lunes fue día de Canarias y el que más con el que menos se tomó unas copas y unas risas para celebrarlo. Como Miguel, otro buena pieza que fue a la fiesta canaria que el sábado organizó el Casino de Telde. Ya de madrugada apareció por su casa y, cuando se deslizaba sigilosamente en la cama a cuatro patas, su mujer, que lo estaba acechando, soltó: "Y tú, ¿de dónde vienes...?" A lo que el pobre, resignado, contestó: "Del mono, mi amor, del mono".
Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.
