La Provincia - Diario de Las Palmas

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Música Sociedad Filarmónica

Luces y sombras de un joven conjunto

Interesante velada de cámara con el joven Cuarteto Schumann y la pianista Varvara Nepomyashchaya. Lo más atractivo era el Quinteto para piano y cuerda en do mayor del ruso Nicholas Medtner, compositor muy rezagado de la segunda mitad del siglo XX que sufrió un olvido largo y bastante merecido. Con la excepción de su obra para piano, el resto del catálogo es prescindible. Romántico en forma y contenido, su estética apenas roza las grandes transformaciones del siglo. El molto placido con que comienza tiene de todo menos placidez. Por el contrario, suena confuso y rudo. Mejor factura la del andantino, aunque de bajo vuelo. Y el vivace final, lleno de energía, es ruidoso en todo su curso, con gran protagonismo pianístico. Un músico, en definitiva, del "ilustre montón", que, además, sonó como escasamente ensayado por los intérpretes.

Muy bien tocado, sin embargo, el Cuarteto de cuerda en mi bemol mayor Op.33-2 de Haydn, pieza llena de originalidad e invención como es habitual en el autor a pesar de su inmensa obra. Precioso el scherzo por su apariencia de landler popular en el sabroso portato del primer violín; curiosos los acordes que corean y dramatizan la serenidad del largo y muy desenfadada la estructura del presto que se prologa al final con bienhumoradas e interminentes "despedidas" del tema principal.

La pianista ofreció a solo dos Poemas de Scriabin y su Fantasía Op.28, que no cuentan entre lo mejor del autor en su etapa de abandono de la influencia chopiniana para adentrarse en la disolución de la tonalidad y la definición del propio lenguaje. Buena ejecución, pero sería mejor si se hubiera revisado la aspereza metálica de las octavas centrales del Steinway del teatro en pulsaciones de gran calado y volumen.

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