La Provincia - Diario de Las Palmas

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Reflexión

Juego sin tronos

La inédita situación política por la que atraviesa nuestro país nos ha regalado un verano, el de 2016, de canícula insoportable en la Carrera de San Jerónimo. Ninguna novedad: julio en Madrid siempre vino acompañado de calor. Pero si a la cuestión climatológica le sumamos la bochornosa atmósfera de irresponsabilidad política, unida a la actitud oblicua para enfrentarse a la nueva realidad que nos dejaron las urnas, entenderemos el cabreo. Lejos de poner en práctica el tan apelado patriotismo de quienes ganaron las elecciones y de enfrentarse con dignidad a la situación llevándose las mangas hasta el codo proporcionando vías para conformar un gobierno, y facilitando la mano a los contrincantes, el otrora Señor del Reino de las Mayorías Absolutas, Mariano Rajoy, se ha quedado a esperar sentado en el trono, a ver si el cielo le envía un dragón exterminador de las nuevas minorías que le termine poniendo las cosas en orden. Pero se olvida de que no es rey, y se olvida también de que el reino lo conformamos todos nosotros, con nuestras nuevas circunstancias.

Admitámoslo: Rajoy, que me recuerda cada vez más al personaje de Meursault (El Extranjero, de Albert Camus) es un líder de bajo perfil. Y eso es lo peor que tiene, tal vez lo que más irrite a quienes no le votan, a esa amplia mayoría de trece millones de españoles que dijeron "no" a su programa, a sus ideas y a su proyecto. Con sus incontables casos de corrupción empaquetada en la misma sede de la calle Génova, su descarada incapacidad al frente de un grupo político para lograr el consenso con otros partidos de la cámara en materias tan importantes como la Ley de Educación, que afectan a nuestro futuro pero también a nuestro presente, con sus particulares teorías de la recuperación y el déficit para quien las quiera oír, comprar y vender... pero por encima de todo, por su actitud casual, como de quien pasaba por allí. La del alumno torpón que juega por obligación al brilé en la hora preceptiva de gimnasia, pero termina esquivando todos los pelotazos y anotándose el partido. Desde la cuna, la suerte siempre le ha acompañado. El hombre impasible que ni siquiera tuvo que enfrentarse a ningún rival en proceso de primarias, cuya designación le vino a dedazo.

En 1914, José Ortega y Gasset pronunciaba en el Teatro de La Comedia y ante la intelectualidad de la época una famosa conferencia: "Vieja y Nueva política", que pasaría a la historia por la gran influencia que tuvo en el pensamiento de esos años. En los últimos tiempos, muchos ensayistas y políticos de nuevo cuño han venido recurriendo a sus ideas con insistencia, por las similitudes respecto a nuestros días. En un contexto difícil, de futuro incierto, Ortega y Gasset se puso al frente de la Liga de Educación Política Española y nos dejó frases como esta: "Ha sido la característica de nuestro pueblo haber brillado más como esforzado que como inteligente. Vida española, digámoslo lealmente, señores, vida española, hasta ahora, ha sido posible sólo como dinamismo. Cuando nuestra nación deja de ser dinámica, cae de golpe en un hondísimo letargo y no ejerce más función vital que la de soñar que vive".

Solo Rajoy sabrá por qué elige para todos nosotros este letargo. Pero le convendría saber que, sin juego, no hay tronos que valgan.

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