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iNVENTARIO DE PERPLEJIDADES

Rasputín y los efectos del cianuro

En el pasado verano fue objeto de polémica en los medios una información aparecida en el boletín de la universidad inglesa de Oxford sobre el asesinato del famoso Rasputín, su supuesta resistencia sobrehumana al envenenamiento con cianuro, y también sobre el supuesto tamaño de su miembro viril, que se mantenía conservado en el Museo del Erotismo de San Petersburgo. Según los autores de ese informe, los aristócratas que conspiraban contra él aderezaron con cianuro las empanadillas, los canapés de caviar, y los pastelillos de crema de los que el monje siberiano dio cuenta con un apetito voraz sin que aparentaran hacerle efecto alguno. Tan poco efecto que, desesperados por la resistencia de Rasputín a morir, decidieron matarlo a tiros para después arrojar su cadáver a las heladas aguas del río Nevá, de donde fue rescatado al día siguiente. El protegido de la zarina despertaba grandes recelos entre la aristocracia rusa que observaba, con un sentimiento mezclado de horror y envidia, cómo un advenedizo dirigía desde la sombra los inmensos resortes del poder. Entre otras cosas, sospechaban que había influido sobre la zarina (de nacionalidad alemana) para que esta convenciese a su débil marido de que retirara a Rusia del bando aliado durante la Primera Guerra Mundial. La conspiración contra Rasputín está perfectamente documentada y ya en algunos artículos del periodista español Manuel Chaves Nogales (luego recogidos en un libro titulado Lo que ha quedado del imperio de los zares) se da cuenta con todo detalle de su desarrollo gracias a testimonios directos de implicados en aquellos sucesos. Según cuenta Chaves Nogales, el príncipe Yusúpov y el gran duque Pávlovich concibieron el plan de asesinar a Rasputín, un personaje que, por otra parte, ya había salido indemne de otros atentados. Y a tal efecto atrajeron al siniestro monje a los sótanos del palacio de uno de ellos y allí, conocedores de su voraz apetito, le dieron de comer alimentos envenenados con cianuro y beber vino dulce mientras lo entretenían con música. "Pero aquel diablo de Rasputín -escribe Chaves- ingería terribles dosis de cianuro y no caía. Yusúpov, aterrorizado y anhelando acabar cuanto antes, salió a pedir al gran duque su revolver para matar a Rasputin: un balazo en el pecho hizo caer, al fin, al monje; cuando ya el gran duque se precipitaba en la pieza dispuesto a rematarlo por su mano. El gran duque cargó con el cadáver en su auto y fue a tirarlo al río Nevá. Al día siguiente, Yusúpov se acogía a la inviolabilidad de la morada del gran duque, que desafiaba la cólera del zar y de la zarina, apoyado por toda la aristocracia y entre aclamaciones de la muchedumbre, que le saludaba como el salvador de Rusia". Todo eso ya es historia, pero ahora gracias a los investigadores de Oxford sabemos que el efecto del cianuro en el organismo de Rasputín fue neutralizado por el abundante consumo de vino dulce de Madeira, gracias a lo que los químicos denominan la síntesis de Kiliani-Fischer. Un enigma más que deja de serlo, como el hecho de que el enorme miembro viril marinado en formol que se le atribuía al famoso monje es en realidad un pepino de mar.

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