La bahía de Todos los Santos es uno de los paraísos del mundo y así lo comprobó nada más sobrevolar la zona en una avioneta privada el gallego David Pumares, un empresario de la construcción que hace diez años comenzó a diversificar sus inversiones.

"Viajé a Brasil para iniciar varios proyectos de construcción, ya que es un país en crecimiento, donde queda mucho por hacer y que posee una tierra de enorme riqueza", indica.

Allí, el empresario nacido en Ponteareas tuvo la oportunidad de comprar, junto a otro socio, una isla entera con una superficie de 12 hectáreas y ubicada a unos 45 kilómetros de Salvador de Bahía. Su adquisición, de la que prefiere no decir el precio, respondía al nombre de la isla do Cipo, un vergel rodeado de una extensa playa y en la que sólo había cocos y una construcción para sus cuidadores.

"La verdad es que no lo pensamos dos veces cuando compramos la isla, tenemos una familia que se encarga de su cuidado y con la producción de cocos se mantiene", dice. Junto a ella, Pumares compró también una parcela de 70.000 metros en la isla de Itaparica, uno de los puntos de referencia turística de Brasil, donde asegura que tienen "licencia para construir chalés".

La idea del empresario era construir en la isla do Cipo tan sólo cuatro casas y un moderno embarcadero, pero los trámites urbanísticos han sido lentos. "Estoy esperando a que envíen de Brasil las fichas urbanísticas, pero todo está terminado para poder construir en la zona".

Sin embargo, asegura que ya no lo hará, ya que sus obligaciones en España, donde invierte en varios sectores -entre ellos el de las energías alternativas-, le impiden dirigir personalmente las obras. "Creo que los proyectos que estamos desarrollando en Galicia y en otras partes de España me atarán bastante tiempo aquí así que hemos decidido vender la isla", reconoce.

"Quien tenga lo que cuesta se la queda", asegura Pumares, que indica que varias personas han mostrado ya interés por la misma, aunque ninguno procede de España. "Sin duda es una buena inversión, porque los proyectos de construcción están terminados y en unos días estarán las autorizaciones administrativas". El ponteareano asegura que no van a ganar dinero: "Hemos hecho una adquisición, trabajado en los proyectos y ahora vendemos todo", confiesa, aunque añade que ya tendrán tiempo "para soñar" más adelante.

Pumares es ante todo un hombre práctico, que se hizo a sí mismo desde muy joven, construyendo edificios tras aprenderse de memoria los planos. Poseedor de una capacidad innata para los negocios, asegura que anticipó la crisis de la construcción hace ya dos años. "Sabía que ocurriría aunque, sinceramente, pensé que sería en 2009", comenta.

Pumares asegura que no tuvo problemas en su trato con la Administración brasileña, y que se encontró con "más facilidades que dificultades". Aún así, Pumares necesitó la ayuda de varias personas para introducirse, como la que le llevó en su avioneta privada a conocer la bahía de Todos los Santos. "Fue impresionante, se me caían los ojos", dice. Poco después, en un barco alquilado, llegó a la isla, se descalzó y caminó por la arena. "¿Qué hay que hacer para comprarla?", se dijo. Dos semanas después era suya.