Gastronomía, vino y cultura. Con estos ingredientes, transcurrió la cena del martes en la Taberna Ciriaco, restaurante que la Asociación Nacional de Gourmets eligió para presentar la Bodega Terramoll, proyecto familiar que desde 2000 produce, en la altiplanicie de La Mola en Formentera, vinos identificados con los valores de la isla: "calma, respeto por el medio ambiente y mezcla de modernidad y tradición", según manifestó Arantxa Moll Sarasola, hija de los propietarios.

Prueba de esta tradición vinícola es la donación, en el siglo XIII, de un viñedo de Guillermo de Montgrí a los frailes que fundaron el Monasterio de Santa María en la parte más alta de La Mola. En honor a esta referencia, uno de los caldos de Terramoll se llama Es Monestir 2010, un tinto de uva monastrell de pie franco, que la enóloga de la Asociación Nacional de Gourmets, Almudena Pérez Salas, calificó de "majestuoso con una excelente presencia, untuoso en boca y final eterno", tras la cata que impartió a los alumnos del CIEMAT, Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas. José Abalde, enólogo y director de la explotación agrícola de Terramoll, -que cuenta, además, con la asesoría del enólogo Jaume Serra, propietario de la bodega Masía Serra en el Empordá- añadió durante la cena de presentación, que la vendimia era muy selectiva, y se recogía sólo medio kilo por cepa para este vino.

Además de recuperar variedades autóctonas, la bodega no h a renunciado a foráneas como merlot que, junto a la citada monastrell, compone el Primus 2006, un crianza envejecido en barrica, con un tanino muy definido. Ambos tintos sirvieron para acompañar el brick de morcilla con salsa de piña, la merluza al horno con berenjenas y tapenade, y el solomillo ibérico con sobrasada y all i oli.

El blanco presentado fue el Savina 2011, joven y fresco que impresionó especialmente a los comensales, debido, quizás, a su "muchísima personalidad nada convencional", según la enóloga. Un coupage de viogner, malvasía -uva autóctona-, moscatel morisco y garnacha blanca que regó el salmorejo cordobés, el rollito de salmón con alga nori y la croqueta de txangurro con salsa romesco. Abalde explicó que había recibido el nombre del árbol típico de la isla, que no tiene denominación de origen, pero sí una indicación geográfica: "Vi de la Terra de Formentera" que ampara los vinos de Terramoll.

En el postre, strudel de manzana con helado, el vicepresidente de la Asociación, Miguel Vergara, presentó a la invitada de honor, Elizabeth Ranedo, directora general de la Alliance Française en Madrid. La especialista en filología española elogió la cena y la bodega que hacían honor a la palabra gourmet. Según Ranedo, en el siglo XIV se trasladaba el vino a través del Sena. Las jóvenes que escanciaban este vino recibían el nombre de "gourms", término de claro origen femenino, que devino en gourmet para describir a la persona que sabe apreciar la buena comida y el buen vino. Asimismo elogió a la Asociación Nacional de Gourmets, porque sirve para compartir y descubrir la variedad y riqueza de los productos españoles, como había manifestado Arantxa Moll.

Para completar la velada de gastronomía, vino y cultura, la ponente recibió un recuerdo del Savina 2011 y Madame Bovary, de Gustav Flaubert, editado por Alba Editorial. Francia y España, unidas por los vinos y la literatura: cuidadosos trabajos de gran dedicación e inspiración, como los demás productos de Terramoll.