El ordenador HAL de 2001, Una odisea del espacio (Stanley Kubrick, 1968), el niño David, de Inteligencia Artificial (Steven Spielberg, 2001) o uno de los replicantes de Blade Runner (Ridley Scott, 1982) son algunos de los contemporáneos de Frankenstein, el ser construido por un científico y no nacido de humanos que creó la novelista Mary Shelley (Reino Unido, 1797-1851).

El realizador Elio Quiroga (Las Palmas de Gran Canaria, 1965) ofreció ayer su particular visión sobre el mito de Frankenstein en un insólito escenario: la librería Nogal de la capital grancanaria, que cuenta con un notable fondo de libros dedicados al cine.

Frankenstein y sus hijos es el título de la conferencia a través de la que el cineasta grancanario, autor de obras como La hora fría, My name is Maria o Home delivery, argumentó su teoría. "Las cibermáquinas de 2001, IA o Blade Runner son sus contemporáneos porque han sido creadas por el hombre rompiendo reglas intocables, tabúes".

La novela de Shelley, Frankenstein o el moderno Prometeo (1818), fue llevada al cine por la Universal en 1931, una cinta que dirigió James Whale, el mismo que realizó el segundo filme de esta clásica saga La novia de Frankenstein (1935) y que cumplirá su 80 aniversario el próximo año. "La idea del hombre artificial, creado a partir de una historia romántica, tiene mucho que ver con el tiempo en que la escribió Shelley pero ha ido mutando con el paso de los años", según Quiroga.

"Estamos en los tiempos de lo que se llama nueva carne, que es una especie de versión retorcida de la cibernética. En la época de Mary Shelley, en los primeros años del siglo XIX, lo que estaba de moda eran los experimentos de Galvani con la electricidad. La ciencia estaba recién nacida y a la gente le fascinaban esos ensayos. Hoy estamos en otro paradigma, en el de la cibernética. Por eso el último hijo de Frankenstein es el robot, una inteligencia artificial capaz de pensar y no nacida de otra persona", señala el cineasta.

Para Quiroga Frankenstein "es una idea en plena vigencia", uno de los pocos personajes del imaginario literario con un atractivo perenne. "Es un misterio pues es una obra que siempre ha dado muchas vueltas, con innumerables versiones, a lo que ayuda que la novela tiene derechos libres. A Drácula le pasa lo mismo y ambos van de la mano. Tocan alguna fibra y nos resultan interesantes a las personas".