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Entrevista a Daniela Dessi

"El personaje de Maddalena tiene que ser dramático dentro de la dulzura"

"Andrea Chénier' es una mezcla entre lo idílico del amor y el terror del periodo histórico", afirma la soprano

Daniel Dessi, caracterizada como Maddalena. NACHO GONZÁLEZ

¿Por qué señala que Maddalena es el símbolo del amor?

Siempre he pensado que el amor da una fuerza enorme en la vida. Maddalena es una joven adolescente que vive con todo el entusiasmo que una joven puede tener. Sin embargo, tiene delante suya un futuro muy duro porque le matan a la madre, le destruyen la casa, destrozan a su familia y esto le lleva a madurar muy rápido. Tiene que hacerse una mujer en un momento muy difícil de la vida y muy rápidamente, y esto le hace llegar a ser una mujer muy fuerte para sobrevivir al dolor que le rodea. Ella misma en su magnífica aria La mama morta hace todo lo posible para superar ese momento de su vida en el que se encuentra sola, desesperada y enferma. Pero ha encontrado una luz que es el amor en la figura de Andrea Chénier. Eso hace que se convierta en una mujer fuerte y llegue a ser la fuerza de la obra. Chénier no es realmente un político, sino un poeta, y como todos los poetas tiene un lado frágil y Magdalena es la fuerza.

Usted destaca la importancia que ha tenido el libretista Luigi Illica para el éxito de esta obra.

Precisamente Maddalena es un personaje que actúa como esa musa. Yo siempre digo que la mitad de Andrea Chénier es una poesía, la otra mitad es el libreto. Es una ópera difícil de cantar, pero que me encanta hacerla porque Maddalena es el rayo de sol dentro de un drama cerrado e intenso. Magdalena se enamora de Andrea Chénier cuando canta La sua prima. Ella descubre que Andrea Chénier es especial. Ve dentro de él una luz diferente a los que están dentro de la fiesta. Se enamora porque en el primer aria expresa una sensibilidad muy fuerte. No se enamora del personaje, sino de algo especial, del alma de la persona.

¿Nunca se había encontrado con un amor tan fuerte en una interpretación?

El amor pasional es algo que ha estado en casi todos los roles que he hecho. Las sopranos estamos acostumbrados a ver estos roles de tanta pasión. Tosca es muy parecida porque él es pintor y entra dentro de la política, por lo que se produce la misma relación. Aquí ocurre una historia idílica, pero dentro del terror de la revolución Francesa. Una mezcla de lo idílico y el terror del periodo histórico. Me llama la atención esta escenografía . Hay una guerra, pero, luego, en el mismo lugar en que Maddalena ha sido tan feliz se convierte en una prisión donde ella acaba porque lo requisan los revolucionarios.

¿Cuáles son los momentos de mayor complejidad interpretativa de su papel?

El punto dramático más importante de Maddalena es el tercer y cuarto acto. Es donde está el aria tan famosa, y difícil de cantar, porque es muy dramática. Es dramática, pero es importante dar al público la sensación de que es una mujer dulce y que, por el dramatismo, puede dar la sensación de agresividad. Es importante tener una voz que de esa sensación, pero con la dulzura del personaje. Son dos actos muy dramáticos, pero el segundo es también muy difícil de interpretar porque en la partitura hay muchos colores y el personaje tiene que ser muy dulce. Se tienen que ver todos esos efectos vocales que están escritos. Es muy importante que el personaje de Maddalena sea dramática dentro de la dulzura, algo que muchas cantantes olvidan.

Usted ha interpretado este papel en muchas ocasiones.

Yo he cantado mucho Maddalena en diferentes ciudades de España, Italia o Estados Unidos. Amo cantarla porque tira fuera lo mejor de mi color vocal. Tosca, Butterfly, y Aída son óperas más complejas. Y esto para mí es como una paraíso, es un personaje con el que me siento a gusto. Es un carácter vocal más adecuado a mi vocalidad, como la Leonora de Trovatore o la Desdémona de Otello.

Se trata de la primera vez que usted canta en Canarias. ¿Conocía este festival?

Por supuesto. Es la tierra de Alfredo Kraus. En Italia él era muy querido. Tuve el placer de conocerlo y pasar muchas tardes juntos, pero nuestro repertorio era diferente por eso nunca llegamos a coincidir en un escenario. Era una persona maravillosa.

Usted ha señalado que hay que interpretar el verismo de esta ópera desde el bel canto.

Hay que partir del hecho de que este verismo es un poco romántico, que no es el de Caballería rusticana, ni el de Pagliacci. En el caso de Andrea Chénier hay un punto de romanticismo y se necesita darle una aproximación desde el bel canto. Empecé a cantar con 18 años. He cantado mucha, del Barroco al Setecientos italiano, pasando por Rossini, Donizetti, Puccini y el verismo. Cuando empecé a cantar el verismo quise aportar toda esa sabiduría a este repertorio. El verismo es concebido como realidad, pero eso es un error. Realmente es un periodo musical, y mucha gente cree que hay que cantarlo gritando o forzando la voz. Pero no es así. Las cantantes tienen que abordarlo del mismo modo que con resto del repertorio.

¿Y cómo lo consigue?

Hay que partir de la idea de que sobre todo estamos hablando de una ópera donde se está tratando sobre poesía y amor. Yo he intentado llevar ese bel canto al verismo y he creado una nueva manera de cantar este tipo de óperas. Kraus era el que decía que siempre había que cantar como el bel cante. Si cantas el verismo con el grito técnicamente no lo estás haciendo bien. Hay efectos que hay que hacerlo en algunas óperas de este tipo, pero son únicamente efecto, lo demás hay que llevarlo con otra sensibilidad diferente.

¿Ha habido algún cambio en su voz últimamente?

La voz cambia siempre. Tienes que llevarla, como yo digo, al taller para repararla y meterla dentro de la técnica. Mi voz ahora es más lírica, junto a la dramaticidad que necesita para este repertorio.

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