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Entrevista a Antonio Colinas

"Si los escritores jubilados cobramos más de 600 euros al mes nos penalizan"

"En Ibiza hace falta crecimiento cero y una mente que coordine, como lo fue Manrique en Lanzarote", cuenta el poeta

Antonio Colinas. A. RIERA

Sobre la mesa del salón reposan las galeradas del próximo libro del poeta, Lumbres, una antología cuya publicación forma parte del XXV Premio Reina Sofía, que recogerá en noviembre. El galardón incluye también una exposición sobre su obra, que recorrerá diez campus universitarios, y un curso monográfico sobre su figura en la Universidad de Salamanca. Un álbum de fotografías, algunas completamente inéditas, también se incluirá en el volumen.

En el libro Memorias del estanque recuerda que intuyó la muerte de Vicente Aleixandre.

Me desperté un día a las siete de la mañana pensando en él de manera obsesiva. Nunca se me hubiera ocurrido llamarle a las nueve de la mañana [en el libro explica que no estaba disponible hasta mediodía], pero le llamé desde una cabina a las nueve y cinco o nueve y diez. La asistenta me dijo: "Al señor lo han ingresado hoy a las siete de la mañana muy grave". Me había enviado una postal hacía un tiempo que terminaba diciendo: "Hasta pronto", pero había tachado pronto y había escrito "hasta siempre"...

Uno de los episodios que más impactan y a la vez divierten del libro es el de su detención en Corea del Norte en 2005.

Fue dentro de un encuentro por la paz mundial en Corea del Sur, en Seúl. Pasamos durante 48 horas a Corea del Norte, nos dividieron en tres grupos y a un grupo nos detuvieron y nos multaron. A unos porque se reían en la foto del pasaporte y a mí porque en la foto del visado aparecían unos libros de fondo. A todos los periodistas, que iban juntos en un autobús, los multaron por exceso de material porque llevaban cámaras y tuvieron que dejarlas. Nos llevaron hasta el hotel por una carretera que estaba electrificada a los dos lados y cuando salimos a pasear por la noche estábamos rodeados de soldados... cosas rarísimas. En la cena nos dieron una especie de orujo que nos provocó a todos algo así como alucinaciones [ríe].

La publicación de su libro Memorias del estanque ha llegado en un año muy especial...

Sí, ha habido cuatro cosas muy especiales: el libro Memorias del estanque, el Premio Reina Sofía, la reedición de la Obra poética completa para España y América y ahora este libro, Lumbres, que forma parte del premio.

Una buena manera de celebrar su 70 cumpleaños.

Dije en su día que había algo de cabalístico este año: 70 años, 70 libros y 50 años escribiendo.

No sé si hay que hablar de destino, pero la impresión que dan sus memorias es que su vida ha virado en función de hechos más o menos fortuitos...

Sí, hay una frase que repito y es que no he ido a donde he querido sino a donde la vida me ha llevado. Una de las funciones del libro es dar respuesta a preguntas que siempre me hacen: por qué fuiste a Italia, por qué regresaste de Italia, por qué a Ibiza, por qué a Salamanca y no a León y siempre hay explicaciones... El destino me ha llevado a esos sitios.

¿Le ha provocado vértigo mostrarse en sus memorias, escribir sobre hechos duros [como la muerte de su primer hijo, que incluso algunos amigos cercanos desconocían]?

He tenido que desnudarme entre comillas en determinados momentos para contar cosas de las que no había hablado y de las que tampoco me gustaba hablar. Es un libro respetuoso en el sentido de que el lector no tiene que ir buscando chismorreos o a ver con quién me meto. Los lectores se sorprenden porque descubren a otro Antonio Colinas. No me imaginan volviendo en autostop de Londres a Barcelona porque se me acabó el dinero o participando en la manifestación de los catedráticos de 1965, que fue muy importante en la universidad y en la que acabé en unas barricadas tras las mesas de los comedores.

En el libro sí que subyace un cierto resquemor porque hay personas que han confundido en usted la sensibilidad y el respeto a los demás con una cierta...

... pasividad, sí. En 1977 o 1978 escribí un artículo sobre el famoso tópico de la gallina de los huevos de oro. Los temas medioambientales siempre me han preocupado y están en mis libros, en obras como los Tratados de Armonía... A veces hay esta idea de que soy un autor lírico con una vida muy interiorizada. Me considero ideológicamente un independiente radical, muy a contracorriente siempre. Yo no he ignorado la realidad más viva. Nunca he estado en una torre de marfil.

Es llamativo en el libro el peso de la cultura, la cantidad de referencias que hay sobre literatura, arte o música.

Para mí la cultura no es solo decorado. Siempre debe ir acompañada de vida, debe ser un sustrato de vida. Después de la literatura y la poesía, la música juega un papel muy importante en mi vida. Siempre ha sido muy importante para mí también el cine. Del cine italiano, que conocí en mis años de Italia, me interesa todo. Esta es una de las cosas en las que hay disidencia con mi generación, porque Castellet [autor de la famosa y polémica antología Nueve novísimos poetas españoles] estableció una serie de tópicos como que nos gusta el cine americano, la música pop, que éramos antimachadianos y yo he sido el único machadiano de la generación. Siempre lo he defendido.

¿No encajar en una generación le ha puesto en una situación complicada?

Sí, aunque las generaciones tienen una utilidad didáctica y, a la larga, lo que quedan son autores independientes.

Ha apostado por un oficio apasionante pero también inestable y con altibajos económicos. ¿El premio en concreto [con una dotación de 42.100 euros] y con un gran prestigio supone un ha merecido la pena?

Todo premio que sea serio, como este, es un estímulo para seguir. Soy un escritor autónomo jubilado, pero mientras cabeza y corazón funcionen voy a seguir escribiendo. No concibo escribir un libro y tener que meterlo en un cajón... Ahí tenemos que entrar en el tema que estamos viviendo los escritores autónomos jubilados. Que no podemos ganar más de 600 euros al mes porque en el momento en el que lo superamos nos empiezan a descontar de la pensión. Como es mi caso. Ya me están descontando.

Incalificable.

Disparatado, sí. Hay otros escritores que ingresan cantidades mayores porque venden más y que incluso han sido multados. Es una situación disparatada que no pasa en ningún otro país de Europa.

Es inevitable preguntarle por Ibiza, la isla balear donde pasa sus vacaciones y que conoce desde 1977...

Siempre he dicho que es una isla de dimensiones mínimas y que, en función de esas dimensiones, hay que programar. Hace falta crecimiento cero y una mente que coordine, incluso por encima de los gobiernos... como ocurrió con César Manrique en Lanzarote. Cuando llegamos aquí todo estaba indiviso, no se podían construir muros más altos que 80 centímetros, podías pasar de casa a casa. Era otro mundo. Nos conocíamos todos. Aunque en estos años hay cosas que han cambiado también para bien, como mejores servicios sanitarios, o las conexiones con la Península... Para muchos esta isla balear es solo discotecas y no se tiene en cuenta que hay otro mundo.

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