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Cooperación

"Me siento orgullosa de mí misma todos los días"

"Tengo mucho menos mérito que niños que realmente viven en entornos desfavorables y a pesar de todo consiguen salir adelante", confiesa Raquel López, tinerfeña que recogió el Princesa de Asturias

"Me siento orgullosa de mí misma todos los días"

Llegó a Aldeas Infantiles cuando tenía seis años y el pasado viernes, con 26, desfiló en la alfombra azul del Teatro Campoamor para recoger el Premio Princesa de Asturias de la Concordia. Raquel López fue uno de esos niños a los que la ONG ayudó a salir de una situación desfavorable que ahora pretende devolver todo lo recibido. Tiene un máster en Habilidades Didácticas y estudia otro de Formación del Profesorado de Secundaria y ha montado una cooperativa coworking (Social Makers) junto a otros cuatro jóvenes, pero no olvida sus raíces. Le conmueve el drama de los refugiados y le indigna que los gobiernos no pongan todo de su parte para resolver el problema.

Se ha hecho famosa de un día para otro.

Seguro que esto se pasa en unos días (risas). Seguramente mañana ya nadie hablará de este tema.

Llegó a los Premios Princesa de Asturias siendo una desconocida. ¿Qué se siente entre tanto famoso?

La verdad es que la gente me trató bastante bien. De hecho, cuando salimos para el cóctel, después de la ceremonia de entrega de premios, muchas personas se me acercaron para felicitarme. Me sorprendió de manera muy grata.

Una experiencia como esta es para sentirse orgullosa.

Sí, pero también es cierto que me siento orgullosa de mí misma todos los días. Los profesionales de Aldeas Infantiles me están recordando siempre lo que he conseguido y me toman como referencia para ir a hablar con los chicos y contarles un poco la vida que he llevado, las cosas que he superado y mis experiencias en general porque consideran que, de alguna manera, eso puede servirles a ellos al estar pasando por lo mismo o por algo muy parecido a lo que yo he pasado durante todos estos años. De hecho, en Navidad suelo quedarme algún día con los niños en el centro de protección de El Tablero (S.C. de Tenerife) y siempre que puedo me paso por allí.

Veo que sigue vinculada de manera muy activa a Aldeas Infantiles.

Sí, y además sigo siendo beneficiaria en un programa de emprendimiento que llevaron a cabo hace algo más de un año. Nos ayudaron, a mí y a otros cuatro jóvenes, a montar una cooperativa.

¿Qué tipo de cooperativa es?

Somos cinco jóvenes que veníamos de disciplinas diferentes y que buscábamos la manera de que todos pudiéramos estar empleados. Entonces montamos un coworking. Tenemos un espacio multidisciplinar que alquilamos y una cafetería que complementa y da servicio tanto al público como a las necesidades del espacio. También tenemos un pequeño laboratorio de artes gráficas en el que se hace rotulación, uniformes... y en el que también damos formaciones con las máquinas para que la gente empiece a utilizarlas y acabe convirtiéndose en una especie de self service con las máquinas. Está en La Laguna, cerca de La Concepción, y lo hemos llamado Social Makers.

¿Cómo es la vida en una casa de Aldeas Infantiles?

Es una vida completamente normal. Yo estuve hasta los 21 años, pero lo normal es que estés hasta los 18. A esa edad se sale de la organización, pero si sigues estudiando Aldeas te sigue ayudando. Obviamente, hay que estudiar y aprobar, siempre según las características de cada uno. Se pretende que sea una formación más que básica. Y bueno, la vida en una casa de Aldeas Infantiles es una vida completamente normal. La madre del hogar, éramos seis, nos daba de desayunar y nos llevaba al colegio todos los días. Allí comíamos y hacíamos actividades extraescolares. Luego volvíamos a nuestra casa. Hacíamos los deberes, jugábamos un poquito, ducha, cena y a dormir.

Por lo que cuenta, Aldeas Infantiles trata de normalizar algo que no es normal para un niño al que han apartado de su familia por diferentes situaciones.

Sí. De hecho, vivimos cinco días con nuestra educadora permanente, que es la madre, y luego otros dos días con otra educadora que sustituye a la educadora permanente que se llama la tía.

Tuvo la suerte de estar con su hermana. ¿Le facilitó eso las cosas de alguna manera?

Sí, mucho. Realmente, yo encajé desde el principio con mis otros hermanos. Incluso ahora, cuando la gente me pregunta '¿cuántos hermanos tienes?' siempre digo cinco. No hago distinciones entre mi hermana biológica y los otros cuatro. Vivimos 15 años juntos y ellos son toda mi vida. Son mi familia.

¿Qué estructura tiene Aldeas Infantiles en Tenerife?

En la actualidad hay un centro de protección, que está en El Tablero, y diez casas con niños. Cada casa tiene cerca de seis niños, es decir, que Aldeas acoge a más de 50 niños. La idea es que no se separe a los hermanos biológicos, que en cada casa haya un máximo de seis niños y que vivan hasta los 18 años con una madre durante cinco días a la semana y con una educadora los otros dos. Aldeas tiene también otros programas de prevención, en los que se trabaja tanto con los niños como con los padres, que se realizan en centros de día que están en distintos municipios de la Isla.

¿Sigue teniendo contacto con sus padres biológicos?

Antes de los seis años a mí me cuidaban mis abuelos. Mi madre tenía muchos problemas de adicción y prácticamente no la veíamos. Yo no fui al colegio hasta los seis años, que fue cuando llegué a Aldeas Infantiles. Aldeas siempre hace visitas con la familia biológica. Entonces, cada 15 días yo veía a mis abuelos. Y ya cuando mi madre mejoró un poquito empezó también a venir a las visitas. Y fue ahí cuando empezamos a tener algo de relación con ella. Ahora tengo una relación ella, pero no tan cercana porque se ha perdido la mayor parte de mi vida.

Aldeas Infantiles acaba de recibir el Premio Princesa Asturias de la Concordia. El reconocimiento es importante, pero ¿cree que es suficiente?

Lamentablemente, no. Yo creo que, sobre todo desde el Gobierno, se debería apoyar un poquito más. La administración pública va de la mano de Aldeas Infantiles en muchos proyectos. De hecho, nuestras iniciativas siempre se escuchan con mucho positivismo. Pero también es cierto que se necesita un poco más. Aldeas recibe un 80% de sus ingresos de la iniciativa privada (empresas y socios) y un 20% del Estado, que es el que le corresponde por los menores que tiene a su cargo al tener su tutela. La mayoría de los proyectos se financian gracias a la iniciativa privada.

¿Está la política española a la altura en materia de políticas sociales? ¿Es normal que en una época de crisis como la que atraviesa España se recorte en Asuntos Sociales?

En políticas sociales, España nunca ha sido un país con deficiencias. Si nos comparamos con otras partes del mundo, donde todo está privatizado, estamos en muy buena posición. Pero también es cierto que ahora, en tiempos de crisis, que es cuando más se tiene que inyectar dinero en Asuntos Sociales, menos estamos recibiendo del Estado. Y eso no me parece bien. De hecho, yo conseguí estudiar y salir adelante gracias a becas y a las ayudas del Estado. Siempre voy a estar a favor de esas políticas sociales y siempre voy a querer que se fomenten. Por suerte, a mí me tocó vivir todo eso en un momento en el que en nuestro país se consiguieron muchas cosas para los colectivos minoritarios, los dependientes y para las mujeres. Se dieron dieron muchos pasos hacia adelante en ese momento y ahora, por desgracia, se han dado algunos pasitos para atrás en ciertas cosas.

Los niños son los grandes damnificados del drama que se vive con los refugiados. Salvando las distancias, usted también fue una refugiada, ya que tuvo que dejar a su familia e irse a vivir a un lugar que desconocía. ¿Qué pueden estar sintiendo ahora esos niños?

Desprotección y miedo. Mucho miedo. Cuando yo salí de mi casa fue eso lo que sentí. Es la misma desprotección y el mismo miedo que siente un adulto que se encuentra en esa situación. A un niño le pasa lo mismo, pero hay que tener en cuenta que su capacidad de comprensión es mucho menor, lo que quiere decir que ese niño seguramente estará pasando mucho más miedo que un adulto. Es muy importante que las ONGs y las fundaciones que están ahí para ayudarles les hagan comprender que siempre van a tener a alguien al lado. Y eso muy difícil. Aldeas Infantiles toma parte en ciertos lugares dando refugio a niños desprotegidos, aunque en Siria hacerlo ahora es muy difícil. Por eso, el trabajo se centra en las fronteras donde se está haciendo todo lo posible por dar cobijo a esos niños que muchas veces viajan solos por lugares muy peligrosos. Seguramente, si aunamos fuerzas, las ONGs y las fundaciones podrán hacer mucho más.

Habla de ONGs y fundaciones, pero no de gobiernos.

Se empezó a hablar de refu-giados hace más de un año y los gobiernos europeos les dieron la espalda. Por eso no puedo ha- blar de gobiernos, y en concreto del nuestro, cuando realmente me decepciona ver que no es nada solidario.

¿Está España haciendo lo suficiente por esos refugiados?

Creo que no. De hecho a la hora de dar respuesta a ciertos refugiados España está teniendo la misma contestación que gobiernos de otros países que están realmente mal, como por ejemplo Polonia. España está a esa altura, no haciendo nada. Y como España también hay otros países de nuestro entorno que lejos de ayudar lo que hacen es poner barreras para dejar el problema lo más lejos posible de sus fronteras.

Se puede decir que usted ha tenido suerte. ¿Se considera una afortunada?

Sí, por supuesto. Sin toda la ayuda que he recibido no estaría como estoy ahora. Sería una persona totalmente diferente. No sé en qué situación estaría, pero por supuesto no tan buena como ésta. Lo tengo claro. Y también considero que tengo mucho menos mérito que niños que realmente viven en entornos desfavorables y a pesar de todo consiguen salir adelante. Eso sí que es un mérito.

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