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Ciencia

Una casa hecha de botellas de plástico triunfa en el desierto

Las económicas viviendas, muy resistentes a las tormentas de arena y el calor, son obra de un exestudiante de la ULPGC

Una casa hecha de botellas de plástico triunfa en el desierto

A veces la semilla de la transformación anida en los residuos, sólo es preciso saber ver en ellos lo que tienen de promesa de algo nuevo. Así lo contempla el ingeniero saharaui Tateh Lehbib Breica, exalumno de la ULPGC y responsable de una revolucionaria tipología de vivienda que se alza con botellas de plástico desechadas llenas de arena, idónea para hacer frente al calor extremo y las tormentas de arena, azotes de los campos de refugiados.

Nacido en los campamentos de Tinduf, Breica completó sus estudios de grado en Argel gracias al apoyo de becas. Luego cursó el Máster Universitario en Eficiencia Energética que imparte el Instituto Universitario de Sistemas Inteligentes y Aplicaciones Numéricas en Ingeniería (SIANI) de la ULPGC, posgrado que culminaría en 2014. "Desde que terminé el trabajo de fin de máster he estado pensando en una construcción que resista el agua, las tormentas de arena y el calor, de manera que nuestra vida en los campamentos de refugiados además de digna pueda ser más cómoda y sencilla", comienza explicando el ingeniero.

La primera ocasión de plasmar sobre el terreno esta original visión se le presentó a la vuelta de Gran Canaria a tierras saharauis, cuando decidió erigir una casa para su abuela. La vivienda debía facilitar el día a día a la anciana en un entorno que no ahorra las hostilidades climatológicas propias del desierto. El resultado fue una edificación que tiene por paredes un costillar de botellas plásticas colmadas de arena. Breica acababa de dar con una excelente fórmula constructiva, que se reveló ideal para esa zona y no tardó en llamar la atención de Acnur. Así, la agencia de la ONU para refugiados ya le ha encargado la construcción de otras 25 viviendas similares, que irán diseminadas por diferentes campamentos.

¿Qué hace a estas casas tan aptas para esos entornos? Su autor las compara con las que tradicionalmente se vienen construyendo en la zona. "Yo nací en los campamentos de refugiados de Tinduf, donde los inmuebles se construyen habitualmente de adobe bajo un techo de metal. Estos tejados son los mejores conductores de calor, su flujo pasa a través de ellos, de forma que en verano sufrimos mucho por las altas temperaturas", señala. Frente a esta tipología, la ideada por él "resiste bien todo esto porque funciona como un aislante térmico".

El armazón de estas casas consiste en un muro circular de botellas llenas de arena, soldadas unas a otras con cemento. Lamentablemente, los residuos plásticos se han convertido en un insalubre elemento habitual del paisaje de los campamentos de refugiados. Así, su reciclaje para construir estas casas logra un doble efecto beneficioso, al sumar a la eficacia arquitectónica el alivio del impacto medioambiental. "Todos sabemos que las botellas de plástico expuestas al sol tienen un impacto sobre el clima y envenenan el aire que respiramos todos los días", explica Tateh, "como son perjudiciales para la salud humana y la naturaleza, nosotros hemos decidido aprovecharlas. En los campamentos no tenemos el reciclaje moderno de otros países, nuestro reciclaje consiste en construir esas viviendas respetando la naturaleza". Pero estas casas no muestran al exterior su osamenta plástica, las botellas van cubiertas por una capa de cemento sobre la que se pinta en color blanco para que refleje y aparte los rayos solares

Las botellas como célula edificativa no constituyen la única innovación de la vivienda creada por este saharaui. Un nuevo tipo de doble techo sustituye a la habitual plancha de metal, en busca de un aislamiento térmico que evite los bochornos. "En realidad hay dos techos, que permiten la circulación del aire entre ellos. El primero tiene como objetivo resistir el calor, es de madera y estera y encima de él ponemos una mezcla de tierra y paja", detalla. Sobre esta especie de falso techo se alza un poco más de pared, de forma que se reserva ese espacio intermedio para el paso de aire, coronado todo ello con el segundo techo, también de madera y estera, forrado con una capa de cemento.

Las ventajas del círculo

Las casas que forja Breica son redondas, con un diámetro aproximado de cuatro metros, una morfología que tiene poco de caprichosa y obedece a unas ventajas muy concretas. Al ofrecer menos resistencia al aire que una superficie plana o con aristas, son menos sensibles al fuerte viento y las tormentas de arena: "Todas son redondas, porque es una forma que ayuda a reducir el calor, al no dejar que los rayos del sol entren directamente a la vivienda. También resiste el fuerte viento porque ofrece menos choque". La sencillez es otra gran aliada de estas edificaciones, que toman muy poco tiempo para su fabricación, entre siete y quince días. "Es una construcción sencilla, que tarda entre una semana o dos semanas", añade.

Muchos son, pues, los méritos que convergen en estas construcciones. Su inventor finaliza enumerándolos: "Creo que pueden ser una verdadera solución para los refugiados, ya que tienen un coste inferior al resto de viviendas al aprovechar como materiales lo que normalmente termina como residuos, cosas que son gratis. Además, resisten el calor y la lluvia y son amigas del medio ambiente. Al aislarnos del calor no necesitamos aire acondicionado y reducimos el uso del agua. Debemos tener en cuenta que cuando hay altas temperaturas usamos una gran cantidad en los campamentos, bebemos mucho y nos duchamos casi cuatro veces al día".

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