El IAC tiene grandes proyectos en marcha, ¿cómo van?
De los proyectos institucionales de gran envergadura, el más cercano a arrancar es el de los telescopios Cherenkov. Es un programa que está en la fase 1, acordada con Japón como principal socio y ahora ya hay un convenio con todo el consorcio del CTA, que es como se llama. Hemos formalizado el convenio de emplazamiento y lo que falta es que el Consejo de Ministros autorice la transferencia de fondos al IAC. Llevamos muchos meses en ese proceso, mientras que nuestros socios de la Universidad de Tokio han hecho ya inversiones muy fuertes y ya tenemos cuatro investigadores de la Universidad pasando meses aquí para realizar tareas asociadas al primer telescopio. En cuanto el Consejo de Ministros apruebe el proyecto, iniciaremos todos los procesos de contratación de personal asociados a este proyecto y de licitación. Esta primera fase son los cuatro telescopios de 23 metros y para la segunda fase necesitamos tener un socio, porque España sola no lo puede hacer. Estamos negociando con Alemania y Francia y estamos muy avanzados para llegar a un acuerdo, que no sería para completar este proyecto sino para avanzar quizá haciendo otros cinco o seis telescopios de menor tamaño, que complementan la instalación de los cuatro grandes. Probablemente no será la dimensión que pretendíamos, ya que el consorcio buscaba tener 15 telescopios de 12 metros en La Palma pero la disponibilidad económica nos hace ser realistas y nos quedaremos en bastantes menos.
Además tienen en marcha el Telescopio Solar Europeo...
Hay mucho progreso. El consorcio que tiene detrás, compuesto por 15 países, ha recibido financiación de la Unión Europea para arrancar la fase de diseño. Esos fondos los gestionará el IAC y estamos esperando firmar el convenio con el Gobierno de España y con el Ejecutivo canario para poder completarla. El proyecto está enviado a ambos gobiernos desde marzo o abril y ha tenido resoluciones favorables pero de nuevo estamos esperando a que las correspondientes áreas de hacienda autoricen la firma. Me consta que la contribución está incluida en el presupuesto de Canarias. Quizá lo más novedoso es que estamos en conversaciones muy avanzadas para que Japón se incorpore, lo que ya sería el cuarto convenio de colaboración con ese país desde que hace un año empezamos a establecer acuerdos. Ya hay cartas de intención donde Japón podría participar con un 10% en este proyecto, pero también hay conversaciones con otros países que no están tan avanzadas pero que podrían llevar que el telescopio más que un proyecto europeo, que sea el gran telescopio solar.
En cualquier caso, sería para el diseño, no estamos hablando de su construcción...
No, durante la fase de diseño se establecen exactamente los costos del proyecto y después es cuando se puede firmar un convenio de construcción. Nos damos entre dos años y dos años y medio para concluir ese diseño y en paralelo vamos negociando un acuerdo de construcción para que unos meses más tarde, probablemente seis o diez, se pueda firmar.
Estaban entre La Palma y Tenerife, ¿ya se ha decidido?
No. En Canarias estará seguro.
Entre otras cosas porque es un proyecto que lidera el IAC, como ocurrió con el Gran Telescopio Canarias.
Por supuesto, pero además está considerado de interés estratégico para Europa , como también lo son los Cherenkov, aunque tendría un impacto todavía mayor desde el punto de vista de inversiones y creaciones de puestos de trabajo. Eso sí, la inversión del solar es superior a la del GTC, según nuestros cálculos alrededor de un 30% más.
¿Cuánto sería el total?
La aportación que tendrían que hacer los 15 países implicados, más Japón si al final entra, es de unos 200 millones de euros entre la fase de diseño y la de construcción.
Dos telescopios que van en camino, ¿y el de treinta metros?
Estamos pendientes de firmar un acuerdo que establece en qué condiciones el telescopio se instalaría en La Palma, con qué contribuciones por parte del Instituto y con qué retorno para el IAC y para la comunidad científica. El acuerdo dice claramente que se nos tendrá que comunicar la decisión de construir, pero es necesario par que se puedan solicitar los permisos. Tienen que haber un acuerdo de instalación y unas condiciones claras para el funcionamiento científico. Con esto se espera que el Consejo de este telescopio proceda a la solicitud formal de licencia de construcción.
¿El objetivo del consorcio es tener todos los trámites adelantados por si definitivamente no se hace en Hawaii?
Exactamente, porque el objetivo es empezar la construcción el 1 de abril de 2018, bien sea en Hawaii o en La Palma. Para eso tienen que estar en condiciones, que en el caso de Canarias pasa por tener la licencia antes en sus manos y dados los pasos tienen que empezar los trámites este febrero.
¿En qué quedó el plan de Rusia de instalar uno de 60 metros?
Sigue estando en consideración en el ministerio ruso que tiene las competencias de ciencia, que no ha tomado es ninguna postura oficial. Sí sabemos que la Universidad de Moscú lo ha empujado a los más altos niveles y están esperando a que haya un beneplácito político para avanzar en el proyecto.
¿El beneplácito político frena muchas veces este tipo de proyectos?
Es fundamental tenerlo. Si una institución pública no ve el impacto de esa inversión como una gran ventaja para la ciencia o la imagen de su país, el centro no pone los recursos a trabajar en el proyecto. Aún teniéndolo, después hay que materializar muchísimos convenios y transferencias de fondos, pero lo importante es esa visión.
En ese sentido, ¿el IAC suele contar con el apoyo político?
Me consta el apoyo directo del presidente del Gobierno de Canarias y el de la Secretaría de Estado. Nos encontramos con muchas trabas burocráticas después, nuestros convenios se atascan con frecuencia en los departamentos de finanzas, tanto en España como Canarias. Eso lo que hace es que los procesos sean muy lentos y tediosos y que a veces perdamos oportunidades con nuestros socios internacionales. Tengo la gran preocupación de que quizá ese impacto que causan estas demoras en nuestra imagen internacional no está valorado suficientemente por parte de las instancias que tienen que aprobar estos informes.
¿Es una cuestión solo de burocracia o también de fondos?
Es un problema de tramitación burocrática, en particular cuando se trata de fondos europeos, como el caso de los que tienen que venir para los Cherenkov, que están en nuestro país desde hace meses y que si no usamos acabarán siendo devueltos a Europa en unos años.
¿En que fase está el polo IACTech del Parque Científico y Tecnológico de Tenerife?
Está avanzando tanto en la construcción del edificio como en la contratación del personal gracias al programa Agustín de Bethancourt del Cabildo de Tenerife. Esto nos va a permitir en los próximos tres o cuatro años tener un equipo de tecnólogos e ingenieros que van a trabajar en los proyectos que consideramos claves y que pueden permitir transferencia de conocimiento tecnológico hacia empresas y la sociedad general, que es el objetivo que tiene el IACTech.
Respecto a los presupuestos propios del IAC, ¿vienen a ser para mantenimiento y funcionamiento del Instituto?
Nos gastamos la inmensa mayoría en personal. Hay que tener en cuenta que el Instituto tiene 370 personas trabajando y eso consume más de las dos terceras partes del presupuesto. El otro tercio aproximadamente es lo que usamos para gastos de funcionamiento en la sede y en los observatorios. Dentro de esa partida se incorporan pequeñas inversiones, porque desgraciadamente nuestro presupuesto aún está un 20% por debajo de lo que teníamos hace 10 años. Seguimos estando bastante limitados en dotarnos de infraestructuras e instalaciones que tenemos que renovar. Mi objetivo es que recuperemos el presupuesto que teníamos en 2007, a ser posible en dos o tres años. Si no nos ponemos en dónde estábamos hace diez años no podremos afrontar los retos de la próxima década.
¿Se ha mantenido el acuerdo financiero de ese órgano?
El Gobierno de Canarias ha incrementado un 10% su aportación pero desgraciadamente el Gobierno de España mantiene lo que teníamos el año pasado, que ya fue un poco escaso para poder cumplir el plan estratégico aprobado por el Consejo Rector. Eso nos causa un daño importante porque los retos que tenemos exigen medidas en personal, que tenemos que ir consolidando, y en recursos de instalaciones. Tenemos que mejorar nuestros talleres, por ejemplo, que van quedando obsoletos y el proceso de renovación de nuestras capacidades tecnológicas ha sido muy por debajo de lo que tenía que haber sido durante estos últimos diez años.
¿Obsoletos pero siguen funcionando bien?
Por supuesto. Podría decir que son de los mejores que hay en Canarias pero nos tenemos que medir con los mejores que están en Francia, Alemania o Italia. Cuando vamos a competir por fondos europeos, uno de los factores que nos ayudan a conseguirlos es demostrar que tenemos capacidades tecnológicas en nuestro centro que permiten asumir esos retos. En ese sentido hemos notado que estamos perdiendo capacidad competitiva sobre todo no tanto en nuestros científicos como en nuestras capacidades tecnológicas.
