La Provincia - Diario de Las Palmas

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Música

Los mundos creados por Montero

Con la colaboración de la Sociedad Filarmónica de Las Palmas, que clausuraba su temporada 2016/17, el Festival del Auditorio El mundo en un piano ofreció una segunda sesión a solo de la pianista venezolana Gabriela Montero. Esta artista singular hizo una primera parte con obras del Romanticismo alemán y dedicó la segunda a cinco improvisaciones sobre temas pedidos por el público, además de una sexta a manera de bis. Esta creatividad insólita de la eminente intérprete deja aquí huella profunda. Es preceptiva una gran cultura de la forma, de los procesos modulatorios y de los desarrollos motívicos para construir sin merodeos divagatorios unas piezas que podrían ser editadas tal como salen de su envidiable saber e imaginación.

Empezó por la primera frase del Himno de Canarias, en una tanda de variaciones de bravura muy lejanas del clima del arrorró, del que no fue advertida y por ello mismo nos descubrió las potencialidades heroicas de la tierna nana tradicional. El 'Himno a la alegría' de la Novena Sinfonía de Beethoven fue la segunda petición, inesperadamente trasplantada a la estética de Rachmaninov en estructuras armónicas y en despliegues del grafismo manual. Del joropo 'Alma llanera' hizo un vals animado y decadente, con la elegancia estilística de los compositores saloneros de finales del siglo XIX y principios del XX. La canción Ansiedad le inspiró un valiente poema españolista, entre Albéniz y Turina. Del tema de la Polonesa heroica de Chopin quiso hacer un canto a Venezue-la "para no ponernos tristes". No lo consiguió. Casi toda la improvisación fue en modo menor, maravillosamente armonizada pero melancólica. Fascinado, el público no quería dejarla marchar. La pianista correspondió con una delicada improvisación a modo de nocturno.

Esta fiesta de fantasía y ecumenismo estilístico había sido precedida por los cuatro Impromptus op.90 de Schubert. Densamente melancólico el primero, afirmativo y aéreo el segundo, rasgado y arpístico el tercero y delicioso el cuarto en los arpegios sobre las teclas negras. En el Carnaval op.9 de Schumann, lució una rica imaginación en todos los cuadros de carácter, hasta el contundente final de la Marcha de los Davidsbundler. Que vuelva pronto esta grandísima artista.

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