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Asuntos Sociales

Casados contra el desamparo

Isaac García y Argelia Santana colaboran como voluntarios en el Proyecto Caipsho, de Cáritas

En el comedor del centro. SANTI BLANCO

"Llega un momento en la vida en el que uno se prejubila, tiene más tiempo libre y se le ocurre hacer algo que de verdad le llena como persona". Esta fue la idea que pasó por la cabeza de Isaac García, cuando de repente, un día cualquiera, se animó a realizar un voluntariado para ayudar a los más desfavorecidos, sin recibir por ello ningún tipo de remuneración económica. Así, lleva más de un año colaborando cada lunes, junto con su mujer Argelia Santana, en el Centro de Acogida e intervención Promocional con Personas sin Hogar (Caipsho), en San Fernando de Maspalomas- y que forma parte de un proyecto de Cáritas Diocesana.

"La función de la asociación es echar una mano a las personas desamparadas, para que salgan adelante y busquen trabajo, no para que se acomoden a tener la vida resuelta. Hay mucha gente en la calle, desgraciadamente, y no podemos auxiliar a todos. Por eso queremos que cambien de vida, para que otros grupos puedan disfrutar también de nuestra ayuda", explica García.

Ex director de una oficina de La Caixa en Teror, Isaac García pertenece al programa de voluntariado de la propia entidad que posibilita añadir a un familiar directo a las labores no lucrativas. Por eso, Argelia Santana, enfermera de profesión, recibió el impulso que necesitaba para integrarse con su marido en el proyecto. "Mi mujer tiene una faceta muy humanitaria y compartimos los mismos ideales. Lo que se siembra, se recoge", indica el voluntario.

En cuanto a las labores que llevan a cabo en el centro, Isaac García detalla que la función que realizan semanalmente no solo se limita a darles de comer. "Nosotros también lavamos la loza y la secamos", advierte. Sin embargo, en el lugar se brindan otras facilidades a los usuarios que acuden con regularidad. "Las personas que vienen, que son alrededor de 25 ó 30, no solo almuerzan, también desayunan aquí. Además, tienen la posibilidad de ducharse, de lavar su ropa [se les entregan prendas que aporta Cáritas si ellos no tienen de repuesto] y también nos ayudan a fregar el piso. Tras el almuerzo, se les ofrece un bocadillo y fruta para que tengan comida para cenar".

No obstante, este voluntario considera "imprescindible" conocer de dónde proceden los alimentos que llegan cada día al comedor. "Pocas personas lo saben, pero lo cierto es que la comida que llega a este centro la aportan más de cien hoteles del sur. Se trata de los alimentos que ellos cocinan para servir a los clientes y al propio personal. Sin ellos, nuestra labor no se podría hacer", recalca. Y añade que "otras personas que tienen negocios, donan los embutidos que come esta gente todos los días en su bocadillo. Se trata de un trabajo en equipo muy satisfactorio".

En cuanto al perfil de las personas que solicitan asistencia en el centro de San Fernando de Maspalomas, Isaac García asegura que no existe un prototipo definido. "Lo que está claro es que es gente sin recursos y con muchos problemas. La mayoría ha llegado a estar en la situación por problemas familiares, pero el conflicto de otros ha sido el alcoholismo. Hay hombres y mujeres- muy jóvenes- y un gran grupo de toxicómanos y extranjeros".

Sin embargo, el ex directivo de banca manifiesta que "hay gente agradable y otras muy conflictivas, que tenemos que saber llevar, porque nunca sabes la reacción que pueden tener ese día".

El trabajo que realiza junto a su mujer Argelia Santana, va más allá de una simple colaboración semanal, y cree que lo verdaderamente importante es compartir tiempo con esas personas que necesitan auxilio. En su opinión, es una cuestión de solidaridad con los demás. "Colaborando, de alguna forma, le devuelves a la sociedad y a la propia vida lo que te ha dado. Yo creo que lo relevante no está en dar dinero a alguna asociación, hay que acercarse un poco más a la gente y nos llegaremos a sorprender con las lecciones que nos pueden dar", manifiesta. Además, señala su gran compromiso con la causa al estar "toda la semana pensando" en las personas que ayuda. "Mi mujer y yo estamos muy implicados. Vamos los lunes, poco más de dos horas, pero nos acordamos de nuestra gente a lo largo de toda la semana. No colaboramos más días porque para nosotros supone un gran esfuerzo desplazarnos desde Teror hasta el sur de la Isla. Si viviéramos más cerca, seguro que iríamos más días", apunta.

En cuanto a las situaciones que más le han impactado en su estancia en el centro, García destaca que ha habido varios. Pero el que recuerda con más énfasis es, según sus palabras, "el de un hombre enganchado a la cocaína, que tenía perros, y primero comían ellos antes que él. Pero, por más que intentamos ayudarlo, él no quería. Ya cuando se sentía demasiado mal, acudió a nosotros y ya fue demasiado tarde. A los tres días murió", apunta.

"Hacen falta voluntarios"

Por el contrario, el hecho que más satisfacción le ha producido es el de un señor ecuatoriano, licenciado en Ingeniería Informática, que por problemas personales, acabó en España vagando por las calles. Finalmente, regresó a su país, y allí creó una pequeña empresa. "En agradecimiento, ahora ayuda en su tierra a quince personas sin techo y eso le honra".

Este voluntario cree que es importante concienciar a la sociedad de la necesidad de ayudar a las personas más vulnerables. "Siempre hacen falta voluntarios", aclara. Además, invita a hacer una reflexión para que las personas se pongan en el lugar de otras que están atravesando una situación de precariedad. "Hay que ser humanos. Hoy estamos bien, y mañana no sabemos si podemos estar en la misma situación que alguno de los usuarios que acuden al centro cada día. Hemos conocido casos muy impactantes de personas formadas. Gente con carreras universitarias, y otras titulaciones superiores, que tras un problema familiar o un divorcio se ven, de repente, durmiendo en la calle. Es necesario ayudar, porque nunca se sabe las vueltas que da la vida".

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