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La escapada

Aquí nació un archipiélago

El escultor majorero Juan Miguel Cubas hace de guía por el primer lugar de Canarias en emerger del océano: Ajuy

El escultor Juan Manuel Cubas. Carlos de Saá

Los lugares también tienen biografía. Nacen como nosotros en un instante y un punto precisos. El alumbramiento de Canarias se produjo según creen los geólogos, que son los biógrafos de la tierra, en la zona de costa majorera hoy llamada Ajuy. Sus formaciones son el eco petrificado de aquel llanto primigenio y descomunal que provocó Fuerteventura y con ella el archipiélago al asomarse por vez primera sobre la superficie del mar empujada por la candente y furiosa emergencia de las erupciones.

Entre los restos de esta catedral insular del tiempo se mueve un hombre. Toca con sus manos las piedras y acaricia una arenisca que lo ha visto todo. A veces se desplaza hasta la cercana playita de Comisianes y deja que su vista se pierda cerca de la orilla en busca de un callao con forma de huevo o bien de otros más pequeños y aplastados. El hombre se llama Juan Miguel Cubas y vino al mundo por Pájara en 1969, mucho tiempo después que Ajuy. Sin embargo, ambos hablan el mismo lenguaje: el de las piedras.

"Estos callaos me sirven para la obra pequeña. Para la grande utilizo el granito de Betancuria", explica el escultor, cuyo mapa geográfico de la Isla se funde con el mapa sentimental. Fuerteventura es su casa, su inspiración y su materia prima. Cubas se adentró en el universo de la escultura con una actitud similar a la de una piedra de Ajuy: silenciosa, quieta, presente, sabia. "La inquietud me surgió a raíz del primer Simposio de Puerto del Rosario. Me quedaba callado para escuchar a aquella gente. Cuando te gusta algo es fácil aprender", recuerda alguien que siempre trabajó con las manos como cerrajero y carpintero metálico.

"Ajuy tiene la particularidad de que aquí tenemos la parte más antigua del Archipiélago canario. A mí me gusta mucho la bravura del mar de esta zona, porque es de norte. Hay varias cuevas, hasta una de arena blanca, la de Los Muertos. También es espectacular el Barranco del Jurado. Si echas en dirección a Betancuria puedes apreciar la capa de basalto, lo que fue la lengua de lava, y la franja que quedó debajo, que se ve roja", comenta este guía de los estratos, del lugar donde se meció una vez un archipiélago recién nacido, una criatura temblorosa, frágil y tan presa de la incertidumbre como puede estarlo un bebé humano.

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