La Provincia - Diario de Las Palmas

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Volvemos enseguida

Ángel Pérez.

Hace unos días me quejaba en una red social de que antes, en un corte de publicidad casi no te daba tiempo de ir al baño y que ahora puedes ir, cambiar la fontanería y alicatarlo. Y es que entre otros daños colaterales, el capitalismo ha traído la ampliación de los espacios publicitarios a un nivel que es el programa el que se intercala entre la publicidad. Atrás quedó aquel clásico "Un, dos, tres? dentro de un momento volvemos otra vez" con el que Mayra daba el pistoletazo de salida para correr a la nevera o a cepillarte los dientes, y es que el corte daba para muy poco antes de que la Ruperta apareciese. Pero todo cambia y el egoísmo capitalista hizo que una mente maquiavélica y manipuladora, buscando la rentabilidad extrema, ideara una sintonía maldita y una cortinilla envenenada que intentara seducirnos para soportar la tortura de un bloque publicitario de seis minutos. Al principio, aguantábamos estoicamente el duro trance de seis minutos de cómprame, úsame, regálame, necesítame. Pero pronto, nuestro instinto de supervivencia provocó un movimiento reflejo por el que nuestro dedo índice busca cualquier tecla del mando para cambiar el canal y protegernos del demonio publicitario. Es entonces cuando descubrimos que el maligno ya es todopoderoso y hace coincidir los espacios publicitarios en todas las cadenas a la vez. Y mientras que zapeamos para no ser cazados por el dragón de los anuncios, nos olvidamos qué canal estábamos viendo y nos quedamos sin saber si el mayordomo era el asesino o si la respuesta a "Por la C: fruto de las cucurbitáceas, de piel dura y naranja" era la calabaza.

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