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De Vicio

Miguel Manescau, guitarrista, productor y formador musical

Este músico que acumula más de treinta discos y que ha tocado hasta en Japón nos recibe en su casa para repasar sus pasiones

El músico Miguel Manescau en su casa de La Laguna. José Luis González

Cuando los hermanos de origen catalán Benjamín y Eduardo Camp abrieron su destilería en 1872 jun-to a su socio Evaristo Álvarez no podían imaginar que su ron Matusalem, uno de los más apreciados del mundo, encontraría fervien- tes devotos en un lugar a la vez tan cercano y alejado de Cuba como Canarias.

Uno de ellos es el músico, productor y formador musical Miguel Manescau, que después de su participación en más de treinta discos ha destilado su buen gusto en todos los órdenes de la vida.

La música es su ´vicio´ y su esencia como ser humano. Por sus manos han pasado todo tipo de instrumentos y aunque no se considera "demasiado tiquismiquis" cita como ejemplo de calidad a la marca Ibanez, una constructora de guitarras maravillosas creada por el luthier Salvador Ibáñez.

La excelencia de los instrumentos de Ibanez hicieron de ellas una referencia para los amantes de la guitarra en Japón, uno de los muchos países en los que ha actuado Manescau junto a Francia, Inglaterra, Alemania, Brasil o Cuba, entre otras escalas más allá de las que practica a lo largo del mástil de su guitarra.

Pero si Miguel Manescau tuviera que soñarse en un lugar del planeta sería en Nueva York. "Me encanta Nueva York, sobre todo por el movimiento jazzístico que se respira en todos lados. Sería un sueño poder tocar allí alguna vez", revela el reputado artista tinerfeño.

Manescau es también un activista cultural que ahora se ha embarcado en el proyecto Simbeque de recuperación del folclore canario a través de su reinterpretación moderna (www.mousikelalagna.com).

Pero su visión global le ha llevado a atesorar instrumentos planetarios, como es el caso de una de sus más preciadas adquisiciones, un tabaquinho brasileño, pariente de cuatro cuerdas de la guitarra y el timple canario.

Llegado el momento de los fogones y los manteles, Manescau empieza por establecer un paralelismo entre la cocina y la música "por el carácter de improvisación" que conecta a ambos territorios. "Me gusta mucho cocinar, pero si me haces elegir te digo que un arroz a la cubana", nos indica. Y acompañado a poder ser de una botella de Viña Norte de Tenerife o un Grifo de Lanzarote.

Cuando deja los muros de su casa para degustar alguna de las mu-chas exquisiteces que ofrece una isla tan apetecible como Tenerife, se escapa al restaurante Altagay de Punta del Hidalgo. Otro de sus locales de referencia es el Espacio Cultural Aguere de San Cristóbal de La Laguna.

Manescau aprovecha los avances tecnológicos para componer. "Me gustan los cacharritos electrónicos", explica. Tiene un iPhone y un iMAc con el programa de edición de audio Logic Pro.

Este buen tipo que quedó deslumbrado por Hendrix, Satriani y Metheni también lee a Neruda y a Chomsky porque donde hay música hay también pensamiento.

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