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La escapada de María Valerón Romero

Un lugar donde volverse espuma

La joven escritora majorera María Valerón Romero nos descubre algunos secretos de la capital de Fuerteventura y de la Isla

María Valerón parece dibujar un poema visual en Majada Marcial, en Puerto del Rosario. Al fondo, el faro de la capital majorera. Carlos de Saá

María Valerón conserva un recuerdo vívido de su infancia. En él, su padre alumbraba a los amigos que venían a conocer Fuerteventura para adentrarlos en los misterios de esta isla desnuda, misteriosa y a veces casi invisible belleza, sobre todo para ojos y espíritus no acostumbrados. "¿Tú te has fijado en esa piedra? ¿Ves que tiene tres colores?", les preguntaba. "Cuando vuelvo a Fuerteventura soy capaz de distinguir todos esos pequeños detalles y yo creo que es lo que nos hace querer esta tierra", explica esta joven poeta nacida en Puerto del Rosario, aunque para ella es Puerto Cabras "por siempre".

María reflexiona sobre la condición de majorero o majorera. "No me he parado a pensarlo. Se supone que somos más tranquilos, que vivimos al día y que valoramos la tranquilidad y la naturaleza, porque estamos rodeados por ella. Pero la experiencia me indica que en todas partes es igual. El ser humano es el ser humano", asegura. Lo dice ella, que durante su estancia por estudios en Sao Paulo (Brasil) conoció a gentes de todo tipo, incluido "un enciclopedista que decía que no tenía nacionalidad, que era al mismo tiempo uruguayo, argentino y brasileño, que había nacido en una selva y había decidido no pertenecer a ningún sitio y tenía diez nombres", quizás para no atender a ninguno.

Ella, que nació en la capital de la isla del cielo y las piedras de colores, ha tomado también sus propias decisiones, según explica en una de sus piezas de prosa poética, como ha definido su obra el crítico y también escritor Félix Hormiga. "Ellos eligieron la nieve, yo la enredadera. Ellos mirar al borde del acantilado, yo tirarme al océano, colgarme de una nube, volverme espuma", como las olas cuando arriban a Playa Blanca, su lugar preferido de Puerto del Rosario, que en su caso es Puerto Cabras "for ever". Asegura que este rincón de la costa "es lo que queda en Puerto de Fuerteventura, de su esencia. Es un lugar para estar solo y pensar".

De pronto, María se vuelve efectivamente espuma y permanece anclada en ese momento irreal en el que podemos verla sabiendo que en un instante habrá desaparecido. Se va a leer poesía al Bar Candela. "Decir adiós con la tinta rota, con esa tinta que ya es mi favorita", escribió para estas situaciones y, de hecho, deja tras ella un rastro de letras.

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