Alfonso Bravo es sinónimo de moda, lujo y belleza. La visión que aporta a esos universos la sensibilidad de este fotógrafo tinerfeño le ha llevado a colaborar con revistas nacionales e internacionales de la talla de L'Officiel, Vogue, Vanity Fair, Yo Dona, Rob Repport y AD y realizar campañas para varios clientes entre los que se encuentran Talents, Suzuky, Peroni Italy o Leading Ideal Joyeros y Bounty & Bounty Atelie, entre otros clientes. Ha trabajado para importantes agencias de publicidad y mostrado su trabajo en medio mundo.
Quienes conocen su trayectoria, sobre todo aquellos encargos vinculados a la moda, lo califican como un material "bello". "Le gusta sacar muy guapas a sus modelos; es marca de la casa. Además no se excede con el uso del Photoshop", dice uno de los modelos que ha trabajado a sus órdenes. Inagotable viajero, su página web es el reflejo de un hombre optimista, muy sensible con el mundo que observa con mirada quirúrgica. "Soy totalmente autodidacta en mi profesión", cuenta este vecino del Puerto de la Cruz que defiende la pasión frente a las grandes técnicas. "Considero que la fotografía no tiene muchos secretos: aparte de luz y velocidad, lo demás es el ojo y el corazón que pongas en cada disparo", añade.
Autor del cartel del Carnaval de Santa Cruz de Tenerife, en 2012 recibe el Premio Nacional de Fotografía en la categoría de Moda y Belleza LUX de PLATA 2012. Ese mismo año también le otorgan el primer premio del certamen de fotografía TFM. Curiosamente, confesaba a la periodista Mónica Ledesma sobre su vinculación con la moda que fue su deseo "de captar la sensualidad del rostro lo que me fue llevando al campo de la fotografía de moda. No es que no me gustara la moda ni la alta costura pero no me considero un fotógrafo de moda sino una persona que hace retratos actuales vinculados a este campo. Detrás de cada trabajo que realizo para editoriales hay algo más que eso", matiza el creativo.
Alfonso Bravo a sus 40 años tiene más proyección internacional que la que quizá alcanza en Canarias, probablemente porque fue en Londres donde colocó uno de sus trabajos casi por casualidad en la revista Vogue. "Dando un paseo con una amiga por el centro de Londres pasamos por delante de Vogue Home y ella me animó a entrar y a presentar mi trabajo. Esa misma tarde, la editora de Vogue me llamó y en la entrevista me dijo algo que después se ha repetido hasta la actualidad. Sus palabras fueron que era una de las personas vivas que fotografiaba como los fotógrafos muertos. Y quizás es cierto, pues mi fotografía tiene ese punto clásico de los años 40 y 50 debido a los grandes artistas de los que tanto leí y aprendí de joven", indica.
