La Provincia - Diario de Las Palmas

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De Manises a Murano

José Luis González José Luis González

Para Sigmund Freud, el coleccionista era un Don Juan Tenorio que tenía la obsesión de sustituir con objetos sus conquistas. Más que un álbum de su vida amorosa, el propietario se deja llevar por la belleza, rareza y excentricidad de unas piezas que lo conquistan. Le cuesta definir el estilo de su decoración quizás porque, por encima de una etiqueta, está el resultado inesperado y espontáneo de reunir en un mismo espacio jarrones de la mágica isla de Murano, arte contemporáneo, una sopera de su abuela o una butaca de Ikea.

Para convertirse en su hogar, el apartamento sufrió un cambio estructural que amplió la zona común de comedor y salón sacrificando una habitación y permitiendo crear un pequeño servicio y una zona de vestidor en el interior del dormitorio. La obra sustituyó el pavimento original por madera y por unos hidráulicos artesanales de la empresa sevillana Mosaic del Sur.

Finalizado el lienzo, comenzó la creación de su entorno partiendo de la cocina, que recibe a los invitados con un mural, donde un fado de la gran Amália Rodrigues envuelve una colección de copas antiguas. El pasillo desemboca en una estancia diáfana en la que rige un armario de los años 50 que el propietario intervino y restauró para que guardara con discreción la televisión y un selecto minibar. Petrificada, una jauría de perros de porcelana italiana, inglesa y checa sobre una cornisa de chimenea de atrezo de teatro vigila y guarda, con celo, otra de las colecciones de piezas de la casa gallega de cerámica de Sargadelos, creada a principios del siglo XIX y que desde mediados del siglo XX tiene como distintivo, además de sus formas peculiares, el color azul que les da identidad.

La gran base de mármol sobre un mueble metálico de Ikea sirve de escaparate para la batalla entre las piezas de vidrio sopladas de Murano y los pies de lámparas de Manises, que, desnudos de pantallas, muestran la riqueza de sus detalles florales. Amante del arte, el propietario hace de sus paredes una galería personal donde disfrutar de sus obras que renueva habitualmente y en los que destaca un grafito de sus pies, obra del pintor Víctor Ezquerro y una fotografía en gran formato de la serie Hamlet Post Scriptum del fotógrafo Encarneviva.

"Nunca es suficiente y todo puede sobrar", podría ser el leit motiv que le mueve a aumentar sus colecciones y a amenazar que puede parar o deshacerse de ellas en cualquier momento, aunque yo lo dude. Mostrando mucho menos de lo que guarda y en su búsqueda por el equilibrio y por el respeto al espacio en blanco, multitud de jarras y jarrones de cerámica alemana de los 60 y excéntricas figuras de payasos, niñas y damiselas esperan ansiosas salir de su trastero.

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