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CONTRA LOS PUENTES LEVADIZOS

Camille Verhoeven

El escritor francés Pierre Lemaitre. LA PROVINCIA

Por más que fluyan en mi mente las imágenes de una mujer postrada en un canapé, tratando de arrancar una confesión a cada lágrima que se desliza por su mejilla, Camille Verhoeven no es el nombre de una heroína decimonónica, aunque lo parezca. Camille Verhoeven es un comandante de policía creado por el escritor francés Pierre Lemaitre, que hasta el momento ha protagonizado cuatro novelas: Irène, Alex, Rosy & John y Sacrifices, publicadas por Alfaguara, a excepción de la última. Lemaitre parece haber tomado el nombre de su personaje del pintor impresionista Camille Pissarro y del director de cine neerlandés Paul Verhoeven. Es lo único que parece haber tomado de ellos, pues Camille Verhoeven está lejos de ser un ser humano completo, físicamente hablando.

Una de las características que distingue al comandante de la Brigada Criminal de la Policía de París del resto de policías y detectives privados de la narrativa criminal es su baja estatura, que le obliga a subirse a las sillas con un saltito ridículo, quedándole los pies a treinta centímetros del suelo. Al principio de Irène, la primera novela de la tetralogía protagonizada por Camille Verhoeven, Lemaitre lo describe como un hombre de pasado complicado: "Desde lo alto de su definitivo metro cuarenta y cinco, Camille no sabía, en aquella época, a quién odiaba más, a esa madre envenenadora que le había fabricado como una pálida copia de Toulose-Lautrec solo que menos deforme, a ese padre tranquilo e impotente que miraba a su mujer con la fascinación de los débiles, o a su propio reflejo en el espejo: a los dieciséis años, todo un hombre que se había quedado a medio hacer".

Camille Verhoeven achaca su baja estatura al hábito fumador de su madre, que le produjo una hipertrofia fetal. Tengo que admitir que soy incapaz de imaginar qué tipo o cantidad de cigarrillos hay que fumar para dar a luz a un individuo así, tan pequeño, tan poquita cosa. Poquita cosa que a veces, bajo ciertas circunstancias, es mucho, incluso una barbaridad. "Camille Verhoeven es un metro cuarenta y cinco de cólera", escribe Lemaitre en Rosy & John, "un metro cuarenta y cinco es poco para un hombre, pero es mucha cólera concentrada. Sin contar con que para un policía la furia, incluso contenida, no es una virtud cardinal. Como mucho es un filón para los periodistas, pero sobre todo es un quebradero de cabeza para sus superiores, los testigos, los compañeros, los jueces y para casi todo el mundo".

Los lectores de novela negra y dura, durísima (abandonad toda esperanza los que leáis Alex), aunque sean ocasionales, no podrán dejar hasta que las terminen las novelas protagonizadas por el comandante Camille Verhoeven, un personaje brillante que nos da una idea cabal si no de la literatura que acumula Lemaitre en su cabeza sí de sus provechosas lecturas (Irène es un homenaje a American Psycho de Bret Easton Ellis, 1974 de David Peace y La dalia negra de James Ellroy) y de su capacidad de observación. Las de novelas de Lemaitre parecen la puesta en escena de las teorías de Nietzsche: cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti. Te devora mientras te hace feliz.

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