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Entrevista

"El problema de los museos es copiar el comportamiento de otros"

"Me siento institucionalmente arropado y siento que tengo libertad para trabajar", asegura Orlando Brito, director del CAAM

Orlando Britto, en el CAAM. SANTI BLANCO

Regresa usted al CAAM, esta vez como el séptimo director del centro desde su fundación, en una segunda etapa tras haber ejercido, entre 1989 y 1998, de conservador, conservador jefe y subdirector. Su trayectoria como crítico de arte, comisario independiente y gestor cultural, y su perfil acorde a las bases de la convocatoria, le han otorgado la plaza. ¿Cómo ha sido la vuelta?

En primer lugar estoy muy feliz y contento de volver a la casa en la que tuve la oportunidad de estar en el equipo fundacional junto a Martín Chirino, y evidentemente era mucho más joven, hace 27 años, y tuve la oportunidad de formarme y desarrollar unas líneas de trabajo que tenían que ver con las de este centro. Cuando decido marchar para desarrollarme en otros contextos, continúo trabajando en esa línea, muy vinculado a Canarias y lo que sería la proyección de los artistas de las Islas, lo que fui desarrollando a través de presencias en diferentes bienales, básicamente en el continente africano y en Latinoamérica, todo alrededor de ese eje fundacional. Fue una decisión personal, participé de ello en los comienzos del CAAM y me pareció de muchísimo interés seguir en lo que he mantenido hasta hoy en día. Y ahora regreso a seguir desarrollándolo. Hace 18 años que decidí emprender una nueva etapa, y en muchas ocasiones, cuando ha habido algún cambio en la dirección me preguntaban si tenía pensado alguna vez volver, y no veía todavía el momento. Y me siento institucionalmente arropado y en estos primeros 15 días [la entrevista se hizo el martes pasado] siento que tengo libertad para trabajar como profesional de acuerdo al perfil de la convocatoria, al que me debo por contrato.

¿Tenía confianza en ganar el concurso de director?

En el anterior concurso para cubrir la plaza, no solo no me presenté sino que estuve en el jurado que eligió al director anterior, y cuando tuve conocimiento de que se producía una nueva convocatoria, consideré que ahora era el momento, un buen momento tanto en lo personal y lo profesional para intentarlo. Vi el perfil de una convocatoria en la que se quería recuperar esas líneas fundacionales, que eran también las que había desarrollado, y donde se apuntaba a un conocimiento del contexto, de la historia del arte canario, de las relaciones con África y Latinoamérica. Había otros candidatos a la dirección que reunían este perfil y el deseo de volver a los orígenes de acuerdo a las bases de la convocatoria se ajusta precisamente al perfil de mi trabajo. Lo que he hecho es seguir desarrollando proyectos con artistas canarios, y dentro de mis ejes, he estado siempre ahí, en Latinoamérica y el Caribe. Fui director de la Bienal de Honduras hace dos años, he colaborado con la Bienal de La Habana durante muchísimas ediciones, que son los grandes puntos de encuentro con Latinoamérica, he desarrollado proyectos en Colombia, Ecuador, Panamá, recientemente en Brasil, que permiten estar en contacto con los artistas de este país, y eso lo he hecho por voluntad propia y fortaleciendo mis conexiones.

Se insiste en recuperar ahora, 27 años después, un discurso fundacional que se ha distorsionado, que el centro se alejó de él por criterio de los distintos directores que ha tenido el museo tras la marcha de Chirino.

Más que recuperar ese discurso fundacional, de lo que se trata es de actualizarlo. Por razones obvias, geográficas, estratégicas y de otra naturaleza: África como continente vecino, una relación con Europa que es evidente, y como canarios, también somos parte de Latinoamérica. Siendo un contexto obvio, no todos los centros desarrollan contextos que se supone que son obvios. Existe la posibilidad de estar desarrollando un proyecto, digamos casi un clon de centro europeo internacional donde los artistas se repiten, al igual que las problemáticas y contextos. En el caso del Baluard, en Palma de Mallorca, que en su orientación habla del Mediterráneo porque es su entorno, y aunque sea obvio, aborda cuestiones que tienen que ver con este contexto. El Centro Galego de Arte Contemporáneo, con su nuevo director Santiago Olmo, insiste en el concepto atlántico en lo que supone para Galicia la condición migratoria, el camino de ida y vuelta. Son situaciones que forman parte de la identidad de cada centro a la hora de singularizarlo respecto a un trabajo. El problema radica en convertirse en un centro que prácticamente copia los comportamientos de otros, una actitud mimética. Existen museos y centros de arte donde prácticamente se repiten las exposiciones. Insisto en que hay que actualizar el discurso porque vivimos en un mundo absolutamente globalizado, pero es evidente que uno no renuncia al lugar al que se pertenece.

¿Qué papel ha de jugar el CAAM en este contexto y cuál debe de ser su función en la sociedad actual?

El CAAM tiene diferentes círculos de acción. El primer compromiso es con el contexto grancanario y canario. Es un centro que está en la Isla que opera de cara al exterior con la presencia de visitantes del exterior, tanto nacionales como internacionales en lo que es el ámbito turístico, pero nuestro principal compromiso inicial es con la sociedad canaria. Queremos reforzar que los proyectos tengan una dimensión relacionada con sus actividades en el contexto de la sociedad civil. Desarrollar cada vez más actividades donde el público pueda tener una participación, no solo contemplativa, sino también activa. El arte contemporáneo no puede estar aislado de la sociedad y tampoco puede estar aislado del conjunto de las disciplinas creativas, de la creación contemporánea. Cada vez más se habla de arte expandido porque los territorios se fusionan. ¿Dónde están los límites entre el teatro, la danza performativa y experimental, la música? Vivimos momentos muy interesantes porque los territorios se entrelazan, hay una sinergia tremenda de la que tenemos que hacer partícipe al público de todo esto.

¿Cómo se consigue esto?

Con proyectos como algunos de los que están programados, caso de la artista Yolanda Domínguez, pero desde el Departamento de Educación y Acción Cultural del CAAM se están diseñando proyectos donde se apuesta por esa interrelación. Entre otros, y por citar algún ejemplo, la implicación de alumnos del módulo de cocina en una serie de talleres vinculados a los fondos del museo para generar espacios de creatividad plástica entre el arte y la cocina. Otros con una dimensión social y que se desarrollan fuera del centro, como intervenciones con jóvenes en casas de acogida y artistas canarios. El próximo año habrá otros, con una dimensión musical y teatral, y queda por hablar con los responsables.

Dice usted que el CAAM tiene una deuda histórica y generacional con el arte en Canarias. El primer gesto en este sentido es la programación de dos exposiciones con nombre de mujer: Concha Jerez y Lola Massieu.

En ese sentido, la programación que se ha anunciado es clara y explícita. Uno de los ejes centrales va a ser reivindicar las figuras que todavía el CAAM tiene pendientes revisar y mostrar. Figuras fundamentales en la construcción de nuestras vanguardias. Esto es algo en lo que se comenzó a trabajar en el período inicial de Martín Chirino, se hicieron entonces proyectos retrospectivos de artistas como Tony Gallardo, Juan Hidalgo, Juan Ismael, Jorger Oramas, Plácido Fleitas, Baudilio Miró Mainou, entre otros, y por determinados contextos y motivos de otros directores que quizás no se sentían tan vinculados con la historia de Canarias, de alguna forma quedó parado con el tiempo, y que desde mi punto de vista es una obligación hacerlo. No solo de este centro, hay otros muchos de escala similar al nuestro y que operan con su contexto, el nacional e internacional. Quiero decir con esto que revisan a sus grandes figuras y también a las actuales, estableciendo diferentes generaciones, pero digamos que se hace justicia histórica a aquellos artistas que han sido fundamentales y que merecen ser mostrados y revisados.

¿Obviar esa realidad entonces es negar el patrimonio artístico y a sus protagonistas?

Es dar la espalda a ese patrimonio. Tenemos la obligación de mostrarlo a la ciudadanía. No es solo mentar un nombre, hay que profundizar en su trayectoria, por qué han sido relevantes, qué es lo que hicieron que los diferenció, qué aportaron para enriquecer la cultura contemporánea. Reitero que es una obligación volver a la obra de estos artistas, a través de una buena publicación, un aparato didáctico y pedagógico. No tiene sentido estar en Canarias e ignorar esa situación histórica y contemporánea, y no se produce contradicción alguna en el que operemos en nuestro contexto canario inserto en lo nacional e internacional. No es una contradicción trabajar con esta premisa.

Sobre la mesa y fruto de la gestión del anterior gobierno del Cabildo, se convocó un concurso de ideas, ya con proyecto ganador, para un futuro Museo de Bellas Artes, a emplazar en una superficie de 9.418 metros cuadrados que es la parte sin rehabilitar del antiguo Hospital San Martín. ¿Qué previsiones se tienen sobre el proyecto, si las hay?

No he tenido tiempo aún de entrar en detalle con este proyecto. Sé que es una preocupación y es de interés que Gran Canaria tenga un espacio como Museo de Bellas Artes donde poder mostrar los fondos de lo que ha sido la historia del arte en Canarias. La idea sería ir construyendo una colección que sea representativa. La colección tiene obras muy importantes y fundamentales pero adolece de trabajos y artistas, y tiene que ser completado. Como responsable del CAAM iré solicitando todo esto al Cabildo porque el centro nunca ha tenido una partida específica para adquisiciones porque, atendiendo a lo que sería la producción canaria, y en concreto el siglo XX hay artistas que no están representados, y otros que están con obras que no son tan significativas. Es necesario diseñar un mapa de la colección que permita mostrar a la ciudadanía lo que ha sido el devenir artístico del siglo XX, y eso exige un esfuerzo en compra, así como poder optar a donaciones o depósitos. Pero también pasaría por tener un espacio donde se pudiera mostrar la colección de forma permanente. Y ocurre lo mismo con el Museo de Bellas Artes, que acogería desde el arte del siglo XV hasta el XIX. Afortunadamente, tenemos un museo fantástico para esa etapa precolonial que es El Museo Canario, que cumple esa función, con un importante trabajo en investigación, y sería importante contar con otros espacios museísticos para la ciudad.

¿Qué le falta a la colección del CAAM desde su punto de vista?

Conozco la colección, determinadas donaciones, y hay artistas como Concha Jerez de las que el CAAM no tiene obra. La exposición que presentamos de ella fue ofrecida el pasado año desde el Musac y desde esta casa se consideró que no era pertinente y un año después recibe el Premio Nacional de Artes Plásticas. Una artista canaria de dimensión internacional, en este caso. Es sólo un ejemplo como pueden ser otros. Hay muchos artistas, por la manera en que se ha construido la colección con fondos del Cabildo y de otras colecciones específicas, que pueden estar bien representados, pero hay otros que no. Tenemos una exposición de Lola Massieu y no tenemos obra fundamental de los años 60, por ejemplo. Y si un artista suma una carrera de 40 años con sus inflexiones o lo que sea, hay que contar con obras de esos períodos, y no perder de vista a las generaciones más actuales porque ahora es un buen momento para adquirir. Hablamos constantemente de que somos un centro tricontinental pero adolecemos de una colección latinoamericana y africana importante, cuando se podía haber tenido.

El arte africano es asignatura pendiente, al menos en las últimas etapas, para completar el ámbito geográfico del CAAM.

Desde África se nos identifica como un centro que los acoge. El siguiente proceso es normalizar la presencia de artistas africanos en los contextos de proyectos internacionales. Si hay un centro donde es absolutamente pertinente hacer esto es el CAAM. Primero, por la definición del propio centro y donde estamos, a 90 kilómetros del continente africano, y por todas las relaciones de las que nos olvidamos, y cómo se identifica al CAAM en África como un centro que ha aportado mucho. Cuando se hace la gran exposición África Remix, en el Centro Georges Pompidou, se habla de la aportación de este museo y de la revista Atlántica al conjunto de la visibilización de la creación contemporánea africana en el continente. Y eso lo vamos a recuperar. De hecho puedo adelantar, sin entrar en detalles, que el próximo año habrá un proyecto en este sentido sobre la realidad artística contemporánea desde la perspectiva de 25 creadoras africanas, y que podría ser una oportunidad para realmente adquirir obras africanas, y si se produce, marcar un punto de inflexión en la dinámica del CAAM hasta la fecha. Hay que insistir en la estrategia de coproducción y colaboración con otros espacios. Además tenemos la suerte de que existen otros espacios que están pivotando sobre el continente, como es Casa África. Ya tuve una reunión con el director de esta institución, y de hecho yo he realizado comisariados para Casa África y es interesante generar sinergias, que es algo que debería de estar generalizado.

San Martín juega un papel importante en su estrategia tal como ha desvelado esta semana. Un espacio con entidad más allá de ser una extensión del CAAM.

En un espacio que incorpora la cultura contemporánea, las artes visuales, y de alguna forma juega un papel muy importante en dar visibilidad a artistas de otras generaciones que también son fundamentales. Esa generación de mediana edad, en la que se incluyen artistas como José Rosario Godoy, Pedro Déniz o Gabriel Ortuño. Son artistas que tienen 25 o 30 años de trayectoria que merecen ser revisados. Aquí se produce un cambio de visión porque yo tengo más interés en otros proyectos de revisión de obra y su correlación con el diálogo nacional e internacional que mostrar la creación última. Para eso tenemos espacios como San Antonio Abad. Y esta revisión se hará extensiva a artistas latinos y africanos, todo a su tiempo. Y otros que igualmente han sido relevantes por su condición insular, ya que el CAAM tiene mucho que aportar en el debate sobre la condición insular más allá de la tricontinentalidad. El discurso de la insularidad atañe a muchísimos intelectuales, no solo a los canarios.

¿Cuánto tiempo estima que necesita el CAAM para situarse de nuevo en el lugar que según usted debería de estar?

Los tiempos son distintos respecto a los comienzos en el centro. Había más presupuesto, teníamos presencia en publicaciones especializadas, y espero que en un año y medio o dos años la situación sea otro en el contexto actual. Y que podamos operar proyectos con otras instituciones que ayudarían en esa proyección. También hay una cosa importante, y es que el CAAM se significó como centro de producción. Se impone una mecánica de compartir con centros españoles e internacionales, ver cuáles son nuestros puntos de interés, qué coproducciones se pueden abordar, y esto exige un tiempo, de dos a tres años, y buscar patrocinios públicos y privados.

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