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Una mujer en Berlín

Los sellos Periférica y Errata naturae publican 'Tú no eres como otras madres', la historia de una mujer apasionada e independiente en el Berlín de los años 20

Una mujer en Berlín

La literatura alemana tiene en la escritora Angelika Schrobsdorff (ex mujer del cineasta francés Claude Lanzmann, director de Shoah) a una de sus más brillantes representantes, posiblemente la más interesante de todos en estos momentos, sobre todo por el extremo personalismo de sus libros, en especial el que ahora publican conjuntamente los sellos Periférica y Errata naturae, Tú no eres como otras madres, donde la autora alemana narra la vida de su progenitora, Else Kirschner (1893-1949), quien a pesar de haber nacido en una familia de judíos conservadores formó parte de la primera generación de mujeres independizadas en el Berlín de principios del siglo XX.

Los derechos fundamentales y libertades personales reglados por la Constitución de Weimar hicieron posible que la ciudad a orillas del río Spree llegara a convertirse en la mayor metrópoli cultural de los años veinte, gracias sobre todo a la "Ley del Gran Berlín" del 1 de octubre de 1920 que amplió considerablemente el tamaño de la capital alemana.

El mundo de la infancia de Else, el Berlín del cambio de siglo, es la primera imagen que asoma a las páginas de Tú no eres como otras madres, acaso porque Berlín no era tampoco como otras ciudades. En la mente de Schrobsdorff, Berlín se muestra como "un mundo intacto por pasado: tranvías y autobuses de dos pisos tirados por caballos; calles adoquinadas y farolas de gas; mansiones sólidas color café con leche y villas 'señoriales' en anchurosos jardines; puestos de flores y frutas, organilleros, vendedores de periódicos y salchichas; los primeros grandes almacenes, unos verdaderos palacios; salones de baile, cafés con violinistas, restaurantes exquisitos con camareros de frac, teatros y varietés; parques donde los vendedores se superponen unos a otros, edificios tan suntuosos como sombríos, monumentos de bronce. [...] Berlín exhibía una cara en continua transformación y cada vez más excitante".

El corazón, el ojo del huracán de Tú no eres como otras madres parece hallarse en la contraposición entre el horizonte limitado del grupo social en el que creció la pequeña Else y el mundo en toda su amplitud al que siempre aspiró, aunque para ello tuviera que casarse en contra de la voluntad de sus padres con Fritz Schwiefert, "el mayor amor y peor partido de su vida", según Schrobsdorff. Ahí, justo ahí, arranca todo. En una carta, sin fecha, la propia Else cuenta el comienzo de ese amor que la liberó pero sólo para tomar conciencia de las diferencias de género: "Eras un cristiano, un trovador, un hombre joven sin oficio ni beneficio. Eras un hombre para el amor, un artista, pero no un marido". La vida feliz de Else ("Tu Babushka") terminó cuando descubrió que Fritz, a quien llamaba cariñosamente Pitt, tenía aventuras esporádicas con otras mujeres.

Una vez divorciada de Fritz, a quien engañó con otros hombres en "un afán de demostrar que lo que sabes hacer tú lo sé hacer también yo", Else conoció a Erich Schrobsdorff, el padre de la escritora, quien excelente le proporcionó la seguridad moral y económica que necesitaba. No obstante, cuando los nazis llegaron al poder, el gobierno alemán obligó a su marido cristiano evangélico a separarse de ella, el cual la envió con sus tres hijos a Bulgaria.

La ausencia de Erich no sólo le dejó un terrible hueco, sino que de repente Else se vio "triturada entre sus tres hijos: Peter, que quiso ser judío completo; Bettina, que desertó al bando nazi; Angelika, incapaz de formarse una imagen ni de unos ni de otros". Lo que más se agradece de estas memorias es que Schrobsdorff haya sabido describir con sobrecogedora agudeza tanto los acontecimientos históricos como los cotidianos.

Yo personalmente me he pasado un fin de semana embebido en Tú no eres como otras madres, sin poder soltar el libro de la mano, volviendo hacia atrás para degustar algunos pasajes, arrebatado, en una palabra, por esa emoción placentera de la lectura capaz de brindarnos un puente de acceso a lugares y personas cuya existencia desconocíamos, como si estuviéramos en un episodio de El ministerio del tiempo. En definitiva, se trata de una obra excelente que no debiera pasar desapercibida.

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