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Roma, la novela eterna

Posteguillo cierra su trilogía con 'La legión perdida', Scarrow fortifica su saga con 'Hermanos de sangre', y 'El hijo de César' renueva la admiración por John Williams

Roma, la novela eterna

Siempre Roma. La antigua Roma, siempre joven. Siempre de actualidad literaria. Siempre inspirando a narradores que satisfacen a miles de lectores fascinados por una historia que nunca pasa de moda, que atrae a lo largo de los tiempos a generación tras generación. Hay tres nuevos títulos de distinto signo a la espera de nuevos viajeros: El hijo de César, edición revisada de la obra maestra de John Williams que aprovecha el inesperado éxito de Stoner; La legión perdida, con la que Santiago Posteguillo cierra a lo grande su trilogía sobre Trajano, y Hermanos de sangre, con la que Simon Scarrow ganó el III Premio Internacional Barcino de Novela Histórica.

La última en publicarse es La legión perdida y, aprovechando esa circunstancia, el suplemento Cultura se puso en contacto con su autor para plantear algunas cuestiones sobre la "fiebre romana". ¿Qué tiene Roma que tantos ríos de tinta hizo y hace correr? "La atracción que sentimos hacia Roma para muchos es casi atávica, como la que siente uno hacia la llama incandescente de una chimenea. El fuego nos atrae siempre. Roma, también. La antigua Roma proporciona a escritores y lectores una panoplia casi infinita de elementos dramáticos que incorporar a cualquier recreación de ese tiempo pasado: gladiadores, legiones, pretorianos, emperadores, traiciones, magnicidios, fieras en el anfiteatro, naumaquias, asedios, batallas... Ante semejante espectáculo ¿quién puede resistirse?"

El éxito de Posteguillo tiene algunas claves que se pueden desvelar: "Creo que los lectores encuentran una combinación intensa de rigor histórico y entretenimiento que les hace sentir que disfrutan al tiempo que aprenden historia: dos placeres en un solo libro. Y todo servido con la prosa más cinematográfica que puedo crear".

De acuerdo, pero ¿qué ingredientes aportan sus novelas que no se encuentran en otras? "Son extensas porque proporcionan grandes frescos del mundo antiguo. No van sólo de un personaje histórico, sino de todo su mundo, su familia, sus amigos y enemigos, su entorno civil y militar, religioso, artístico, literario, arquitectónico... Eso requiere páginas, pero permite cruzar varias historias a la vez manteniendo siempre el relato en momentos de gran clímax narrativo que hacen que nadie quiera despegarse de las páginas del libro. Por ejemplo, en mi última novela los lectores se sumergirán en Roma, pero también en Partia, en el imperio Kushan del norte de la India y hasta en la China de la dinastía Han".

Y es que Posteguillo ha cruzado la historia de Roma con la de los otros grandes imperios del mundo clásico, "contando en paralelo el gran sueño de Trajano y el destino de la legión perdida. Ese entramado narrativo tan sorprendente es el que envuelve a los lectores en lo que creo que es un digno final para la trilogía de Trajano".

Relato épico

Lo cierto es que en las más de mil cien páginas de La legión perdida hay mil cien motivos para entender el éxito de Posteguillo, que había dado ya muestras en Los asesinos del emperador y Circo máximo de su destreza con las armas y almas del relato épico, descomunal en su propuesta y con una capacidad blindada para que sus "legiones" de seguidores permanezcan atentos a la gran pantalla de papel, porque las novelas de Posteguillo se leen y se ven, tal es su habilidad para ir engarzando escenas de pulsión cinematográfica, construyendo personajes que quieren huir del cartón piedra y manteniendo un equilibrio muy de agradecer entre la documentación y la narración para que la primera no sepulte a la segunda.

Hermanos de sangre es una nueva demostración de cómo Simon Scarrow es capaz de escribir un libro tras otro manteniendo el listón a alturas parecidas. Scarrow lleva ya trece títulos de la saga narrativa sobre los oficiales romanos del siglo I dC Macro y Cato, y espera llegar a 25. Al autor se le nota especialmente entusiasmado en la narración de las batallas, en las que describe con claridad e intensidad preparativos, desarrollo y desenlace pero también prestando atención a los detalles para que el lector contemple los combates a vista de pájaro y en primeros planos en los que se sienten las condiciones infernales del terreno. La historia se desarrolla en Bretaña, donde el imperio romano se enfrenta al combativo Carataco, rey del Catuvellauni y carismático de las tribus nativas. Al prefecto Macro y el centurión Macro les encargan la misión de apresarlo sin sospechar que hay un complot para arruinar la campaña, con un traidor empeñado en sabotearla y, de paso, cargarse a los dos amigos. La mezcla de juegos de espionaje y hazañas bélicas ofrece al lector un entretenimiento tan sólido como constante, de prosa directa y sin excesos de documentación que la entorpezcan. Scarrow sabe muy bien cómo mantener la tensión narrativa alternando ritmos y escenarios y, como en el caso de Posteguillo, tejiendo secuencias que no es difícil visualizar sobre el papel.

El hijo de César es una nueva demostración del talento hasta ahora poco conocido por estos lares de John Williams, fallecido en 1994, a quien el lector español descubrió asombrado hace un par de años al publicarse aquí su obra maestra Stoner, escrita en 1965. Nada que ver aquella sencilla historia de un profesor de literatura con esta recreación de la Roma del año 44 aC tras el asesinato de Julio César. La narración se centra en su sobrino y heredero Octavio, que no imaginaba que a sus 18 años su vida fuera a sufrir un giro tan radical, en medio de una batalla sin piedad entre hombres poseídos por una ambición desmedida en un paisaje dominado por la traición, las corrupciones y la falta total de escrúpulos.

Ganadora del National Book Award en su día, El hijo de César no sólo es una obra redonda sobre aquella Roma violenta y cruel que en tantas cosas recuerda al mundo que vivimos hoy, con agudas y demoledoras reflexiones sobre el poder y la escoria, también es un libro que rezuma poesía, un tratado preciso y emocionante sobre los sueños, la lealtad y la derrota, una joya literaria de las que hacen historia con la Historia, inundado por esa modernidad permanente que distingue a los clásicos instantáneo que invitan a la relectura.

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