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Don Benito conquista Boston

El escritor está de moda entre los universitarios estadounidenses y cada vez más se suceden tesis doctorales sobres distintos aspectos de la obra de Pérez Galdós

Don Benito conquista Boston

Pérez Galdós nunca imaginó desatar una pasión como ésta. En Madrid es normal seguir sus pasos, descubrir sus lugares preferidos. Lo que resulta curioso es lo que ocurre en la Universidad de Boston: cada vez son más los alumnos que deciden hacer sus tesis doctorales sobre la obra del autor canario. Si hubiera que buscar un culpable habría que detenerse en las clases del catedrático de español, Alan E. Smith, fanático reconocido de la literatura de Galdós.

Riadas de extranjeros, unos rubios, algo sofocados por este calor abrumador de agosto, otros de ojos rasgados y caminar lento, de esos que parecen dar saltitos en lugar de pasos apresurados, se precipitan detrás de una voz estridente que anuncia como si llevara un megáfono uno de los rincones preferidos de Galdós. En la calle Cuchilleros, a dos pasos de la Plaza Mayor de Madrid, un reconocido restaurante proclama en una placa, que cuelga de la pared principal del establecimiento, que el escritor canario describió este local en su famosa obra Fortunata y Jacinta. Los visitantes japoneses sacan lustre a sus cámaras y se disponen a inmortalizar el sitio. No sé sabe si por la estética, la historia, o por esa afición desmesurada que sienten a guardar todo en su memoria a golpe de clic. Y en un instante, casi por arte de magia, dejan de escuchar al guía y comienzan con su incansable ceremonia: delante del objetivo insisten en poner caras risueñas y tratan de salir más o menos bien en el encuadre. Después, cumplido el plan establecido en esta ruta literaria se reanuda esta larga excursión por el Madrid galdosiano, una de las propuestas que se incluyen en la oferta turística de la comunidad.

Más allá, en un bar milagro que logra vender churros y chocolate en pleno verano, la imagen pintada en la pared de un Pérez Galdós sosegado, sentado en primera línea, parece contemplar el gentío que acude como moscas a la miel a este callejón de San Ginés en busca de esta poción mágica, rica en carbohidratos y de poderes ocultos. Pocos se libran de una ración, aunque las gotas de sudor resbalen como lagrimones.

Y a los turistas les gusta compartir su tazón caliente con la figura del escritor canario; una vez que descubren de quién se trata, suelen indagar en su memoria hasta que al fin aparece un nombre: "Este es el de Fortunata y Jacinta ¿no?" Los camareros de esta histórica churrería ya están acostumbrados, y en un relato rápido y conciso aclaran para los despistados que ese señor de largos bigotes que ilustra la pared fue un gran escritor que solía venir por aquí.

Estas escenas variopintas y curiosas se repiten diariamente en la ciudad que más sabe de Galdós. La literatura del escritor grancanario está plagada de escenas, personajes, lugares emblemáticos que forman parte de Madrid. De hecho existen varias guías galdosianas que animan a recorrer sus lugares preferidos. Lo que resulta más llamativo es que la obra de este representante del Realismo español del siglo XIX esté despertando tanto interés en un lugar más lejano, en Boston. También dice mucho de la relevancia de sus novelas y el buen gusto estadounidense.

Pasión galdosiana

En la especialidad de Lengua y Literatura en español de la Universidad de Boston imparte clases el catedrático Alan E. Smith, especialista y apasionado de la obra de Benito Pérez Galdós. Cuando se habla con él, relata de tal forma la fascinación que siente por este autor, "su maestría, su claridad, esa manera precisa de definir personajes, situaciones, sentimientos", que si hace mucho que no se relee una novela de don Benito, de inmediato como un resorte dan ganas de rebuscar en la biblioteca y volver a releer pasajes de Miau, o de Misericordia, o una de esas cartas encendidas que dedicó a sus secretas amantes.

Le gusta tanto la obra del escritor grancanario que no duda en reconocer que estudió literatura en español por él, "para mí es el maestro".

Y esa pasión desatada la ha contagiado a sus alumnos de la Universidad de Boston. En sus clases siempre hay tiempo para acercarse a los personajes de Pérez Galdós, a las descripciones de ambientes, al amor, a la mirada sutil, precisa y crítica. Para el profesor Smith, en estos momentos hay pocos autores tan actuales como don Benito, a pesar de haber vivido en el siglo XIX. Quizás por eso cada vez son más los estudiantes que apuestan por elegir un aspecto de la obra del escritor de Las Palmas de Gran Canaria para su tesis doctoral.

Alan E. Smith recuerda que la última de las tesis que él dirige "va sobre los balcones en las novelas de Pérez Galdós, pero hay muchas más, este autor genera un gran interés".

Algunos de los estudiantes que acudían a sus clases se han convertido en destacados galdosistas, como la profesora de español de la Universidad de Nueva York, Laurie Lomask, una habitual de los congresos dedicados a analizar la escritura del autor de Misericordia.

'Rosalía'

Si darse demasiada importancia, Smith se siente especialmente satisfecho de haber descubierto una de las obras inéditas de Pérez Galdós: Rosalía. Releyendo uno de sus múltiples manuscritos se dio cuenta de que al darles la vuelta a los folios lo que aparecía no se correspondía con la historia principal, era un argumento distinto. Buscando el hilo conductor de esa otra trama acabó por terminar el puzle que proponía don Benito y que supuso dar a conocer una nueva novela. Galdós solía reutilizar sus papeles; en una de las caras escribió una historia y en la otra empezó a esbozar una novela que quedaría incompleta. A pesar de todo, gracias a la pericia de este profesor norteamericano pudo salir a la luz.

En septiembre de 1981 dentro del Coloquio Internacional de Literatura Hispánica, que se celebró en Santander, Alan Smith, entonces profesor en la Universidad de Nueva Jersey, daba a conocer el hallazgo: las dos terceras partes de la novela inédita Rosalía.

Siempre incansable, tratando de dar una nueva vuelta de tuerca a la obra de este autor, Alan Smith en colaboración con la profesora de Historia María Ángeles Rodríguez Sánchez y a su exalumna Laurie Lomask, han publicado un libro en el que se recoge la correspondencia de don Benito, 1.170 cartas que había enviado a sus amigos, como Leopoldo Alas, Perera, y sobre todo destacan las que remitió a sus amantes y a su hija. Para estos tres fans del escritor grancanario, a través de esta correspondencia se humaniza su figura, "se descubre cómo era en realidad, a qué tenía miedo, sus contradicciones, y su enorme capacidad de amar", enfatiza el catedrático de Boston.

Aunque para estos profesores fue una ardua tarea recopilar estas cartas, y de la que se sienten muy satisfechos siguen esperando que aparezca la gran joya de la corona, aquellas cartas que don Benito remitió a Emilia Pardo Bazán y que siguen sin aparecer. "Sólo tenemos las que ella le envió, y mira cómo eran, encendidas, pasionales, pero nos falta la otra parte, llegar a encontrarlas sería maravilloso".

En Boston debe respirarse un aire muy literario, de esos ambientes que invitan al análisis, a la contemplación, a quedarse absolutamente noqueados, embelesados ante la posibilidad de ver y leer los manuscritos de escritores famosos. Frente a esta ciudad y a lo largo del río Charles se encuentra el campus de la Universidad de Harvard, una de las instituciones académicas más reconocidas de Estados Unidos y más antiguas. Allí en su incomparable biblioteca mantienen el manuscrito original, las páginas que Galdós utilizó para escribir una de sus novelas más famosas: Fortunata y Jacinta. La prueba más veraz de la importancia que para el mundo de la literatura tiene y tendrá la obra de este escritor nacido en Las Palmas de Gran Canaria.

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