Las Ruinas representa a ese grupo que gusta a todo aficionado que vivió su adolescencia durante la explosión punk a finales de los setenta. Y que fascina también a aquellos que vieron renacer este género a través de las bandas californiana de mediados de los noventa. Dicho de otro modo, un combo que puede agradar a varias generaciones de oyentes que sientan pasión por el sonido más espontáneo e inmediato del rock sin aditamentos.
El grupo catalán publica este séptimo álbum que mantiene el mismo nivel de los anteriores a través de otra magistral mezcla de estilos en el que cobran vida algunas de las formaciones más interesantes de la historia del rock de este país . Tienen la gracia de Los Nikis y Siniestro Total, pero sin llegar al humor surrealista y desquiciado de estos. Muestran la contundencia y mala leche de Doctor Explosion e Ilegales, aunque sin apostar por el lado macarra. Y transmiten el mismo ímpetu independiente y experimental de Patrullero Mancuso o Cancer Moon, pero sin rozar lo cansino y petulante.
En definitiva, un disco de canciones cortas, pero intensas, que aumentan en fuerza guitarrera, y que aparecen bajo el nombre de uno de esos grupos que se lo pasan muy bien con lo que hacen. Todas las canciones merecen una atención. Pero diríamos que Necesito saber es un ejemplo de rock setentero; Parque interior se acerca al arty tipo Television; Zona alta parece recuperar a los Ramones de sus inicios y Vuletas reproduce el powerpop de Parasites. El grupo incluye otra portada naif, que, me temo, parece más un recopilatorio de grande éxitos del verano. En su web aseguran que "hemos sacado un disco por año desde 2010 y queremos llegar a los 10 discos para luego desaparecer". O sea, que aún disfrutaremos de otras tres perlas de rock sin complejos.
