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En la muerte de Joan Colom

Hacia sus fotos de manera clandestina, sin mirar por el visor, disimulando la cámara para que lo retratados no se percataran

En la muerte de Joan Colom

En 1964, cuando Joan Colom (Barcelona, 1921-2017) estaba en el cénit de su carrera profesional, abandonó inesperadamente la fotografía para dedicarse a su oficio de contable en una empresa textil. No fue hasta muchos años después cuando explicó el motivo de aquel abandono: una demanda por intromisión en la intimidad iniciada contra él y contra la editorial Lumen por una prostituta, Eloísa Sánchez, que aparecía en una de las fotografías del libro I zas, Rabizas y Colipoterras de la Colección Palabra e Imagen, con textos de Camilo José Cela. La meretriz pretendía cobrar un millón de pesetas de la época a cambio de retirar la demanda. El incidente provocó a Joan Colom una fuerte depresión que le obligó a abandonar la fotografía. Aunque la mujer ni siquiera se presentó en el juicio, desde entonces Joan Colom se negaba a publicar su obra porque "se ven demasiados rostros", decía. Sin embargo, fue este el trabajo que lo consagró como fotógrafo. Fue a causa de este incidente con la prostituta por el que permanecieron inéditas muchas de las fotografías que formaron parte de las exposiciones que se celebraron desde bien entrados los años 80, cuando Colom decidió retomar su carrera fotográfica. Muchas de ellas habían sido tomadas en el mercado de El Born, en el barrio gitano de Somorrostro en la zona de Poblenou, pero sobre todo en el antiguo Barrio Chino de Barcelona, el actual Raval, "el único lugar donde veo al hombre", según declaró en una ocasión. Colom hacía sus fotos de manera clandestina, sin mirar a través del visor, disimulando el manejo de la cámara para que los retratados no se percataran de que estaban siendo fotografiados y decidiendo el encuadre durante el proceso de revelado. Una de sus últimas exposiciones en Barcelona con más de 500 de estas fotografías se celebró en 2013 bajo el título de Yo hago la calle, una frase que le dijo Cartier-Bresson a Colom cuando se lo presentaron en París. Con el tiempo este apasionante relato visual de la Barcelona canalla se convirtió en un documento histórico y documental de un impagable valor sociológico. Utilizando la cámara oculta Colom hizo también clandestinamente fotografías del juicio por el crimen de la calle Aragón.

Joan Colom volvió al Raval en los años 90, durante la celebración de los Juegos Olímpicos de Barcelona, para continuar un trabajo que había interrumpido hacía casi 30 años. Ahora sus fo-tografías de prostitutas, clientes, policías y curiosos fueron ya en color.

En 2012 Joan Colom donó al Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), a cambio de un sueldo vitalicio, la totalidad de su archivo fotográfico, formado por más de 9.500 fotografías y otros tantos negativos, así como más de 300 hojas de contactos y una película documental en 8 mm que realizó en 1969 sobre su trabajo fotográfico.

Premio Nacional de Fotografía en 2002, Joan Colom entró en la Agrupación Fotográfica de Cataluña en 1957 y fue uno de los componentes de la llamada Nueva Vanguardia Fotográfica, una generación surgida entre las décadas de los 50 y los 60 que también contaba con nombres como los de Miserachs, Maspons y Masats, que se inspiraban en los trabajos de Català-Roca de los años cincuenta y que renovaron el lenguaje de la fotografía incorporándolo a la vanguardia. En 1858 su fotografía Fervor fue galardonada con el Primer Premio Nacional de la Agrupación Fotográfica de Educación y Descanso de Guadalajara. Colom, que fundó el grupo El Mussol con otros siete fotógrafos y con el que organizó dos exposiciones, fue uno de los precursores en la composición de series fotográficas, que inició con una dedicada a la Semana Santa. También hizo trabajos fotoperiodísticos esporádicos para la prensa. En su última etapa utilizaba casi con exclusividad el color.

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