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Un lugar llamado Mala

Junto al mar, rodeado de tuneras, este pueblo de Haría tiene un halo especial: a muchos de sus vecinos les da por convertirse en artistas

Mala está rodeado de tuneras, de las que se extraía la cochinilla. A. P.

Hace algunos años le pidieron a la hermana pequeña de Pino, la maestra Elsa Betancor Placeres, que hiciera el pregón de las fiestas de Mala. En una intervención emotiva, recordó a sus padres, a sus hermanas, a sus vecinos como Reyitas, Elena, Loli. También descubrió algunos de esos secretos que guarda este pueblo, el último de Teguise y el primero de Haría. Una localidad con un nombre peculiar, del que dijo sentirse orgullosa, "porque siempre ha tenido afán de superación, fue el primero de la isla en recibir el periódico; un pueblo que ha dado muchos y buenos profesionales en todas las ramas. De pequeña sentía cierta pena por el nombre. Pensaba que si se llamaba así es que debíamos ser malos. Esta duda me la disipó don Justo Cabrera, el de Teseguite, viniendo del Instituto en la guagua. Me aclaró que Mala significa posta, correo, debe ser algo así como los emails de ahora, y que se debía a que la primera correspondencia llegaba a la isla por aquí, en los barcos que arribaban por las Bajas. Me quitó un gran peso de encima".

Para la galerista Luz Gloria López, esta localidad es como una burbuja dentro de Lanzarote, un micro clima desde el que puede verse el mar, está rodeado de tuneras, de las que se extrajo durante años la valiosa cochinilla, y además tiene a unos vecinos tan especiales como don Eloíno, y su jardín con más de 2.000 tipos distintos de cactus que lleva cuidando y mimando desde hace 40 años.

Será por la paz que se respira, el aire que llega con ese aroma a salitre, a maresía, y las flores que nacen en cualquier resquicio, la realidad es que este lugar desprende cierta magia. De lo contrario no se entendería que en un sitio tan pequeño pueda aparecer tanto genio. Otro personaje curioso es Alejandro Perdomo, hermano de Eloíno, alma mater del Jardín de Cactus de Guatiza y gran observador de la naturaleza. Él y su persistencia han sido capaces de localizar a varias especies endémicas de la Isla. Los dos hermanos, en su afán por extender la cultura, crearon en los años setenta una biblioteca en Mala. Además se encargaron de donar la mayor parte de los libros. Incansables, los Perdomo han decidido dedicarse de una manera intensa a su amor por los cactus, por las plantas.

"A mí me parecen una maravilla -dice don Eloíno-, ver cómo luchan siempre por salir adelante; la naturaleza te puede enseñar tanto..."

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