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La correspondencia de doña Emilia a su hijo

El pintor guardó toda su vida las cartas que intercambió con su madre y Carlos Pinto recoge en un libro 18 de ellas

Siempre con el encabezamiento "querido hijo", doña Emilia Mora le cuenta a Juan Ismael sus viajes, las visitas que hace, le da consejos y sobre todo lo anima a "ir disipando tus pesimismos para poder afrontar la vida, porque si pierdes la salud no sé qué será de uno". Y al final, una vez más, "te envía un abrazo, tu madre que te quiere, Emilia". Las cartas resultan tiernas, acogedoras, bien escritas, con frases llamativas, que dicen mucho de la que fuera pianista de la Casa de los Coroneles.

El escritor Carlos Pinto Trujillo que mantuvo durante toda su vida una estrecha relación con Juan Ismael y con su mujer Neus Gas reconoce que cuando la viuda, que a la muerte del pintor en Gran Canaria decidió regresar a Barcelona, le hizo entrega de esta correspondencia se quedó especialmente sobrecogido. El pintor guardó durante toda su vida estas cartas. A pesar de la vida agitada y de todos los viajes de ida y vuelta que tuvo que hacer, aquellos sobres que contenían las palabras, los mensajes de su madre, siguieron con él.

En el epílogo del libro que recoge esta correspondencia, y que está publicado por la editorial 'El Quicial' Carlos Pinto Trujillo dice. "cuando leí por primera vez las cartas de Emilia Mora a Juan Ismael un extraño clima de incertidumbre se extendió sobre la historia del ser que conocí en el ámbito de mi familia". En otro párrafo añade: "tras su muerte, los años han ido sedimentando una confusa red de lianas rotas que dejó al extinguirse, y poco a poco, entre la maraña de lo cotidiano, la esencia de su imagen se ha ido desnudando de todo lo accesorio. A esta desnudez contribuyó, definitivamente, la segunda lectura de las cartas".

El pintor ofrece su lado más íntimo, la madre se encarga de perfilar los ángulos, los claros oscuros de aquel niño que siempre quiso llegar a convertirse en un artista completo.

El escritor lagunero lo define claramente, a través de esta correspondencia, "Juan Ismael cobra, a su sombra, una dimensión trágica y su obra una dimensión universal".

Doña Emilia vive con pesar el alejamiento de su hijo, una y otra vez le recuerda que no deje de escribirle, "que yo te escribiré con detenimiento lo que haya".

Emilia Mora le envió a su hijo, entre junio y octubre de 1929, un total de 18 cartas. A un ritmo de una carta a la semana. Siempre manteniendo un lenguaje próximo, "lleno de sugestivos giros familiares pero siempre refinado y preciso", así lo describe Pinto Trujillo. Ella trata de darle ánimos pero también se percibe su malestar al ver cómo los intentos de su hijo por obtener el reconocimiento que merece no acaban de producirse.

Entre esta correspondencia también se encuentra una única carta que Juan Ismael escribe a su madre: "quisiera escribirte más, pero no me va a quedar tiempo pues esta noche sale a las nueve el correo". En la siguiente frase le pide: "No desesperes. Piensa que yo soy más joven y estoy mejor preparado para la lucha. No soy el de antes". Y termina: "recibe un fuerte abrazo de tu hijo, que no te olvida. Ismael".

Carlos Pinto cree que al final esta carta no fue jamás enviada, sobre todo porque un día antes, el artista había recibido un telegrama en el que su primo Tomás le informaba del reciente fallecimiento de su madre. En esta magnífica recopilación también se recoge la carta que Tomás le envía el 18 de octubre de 1929 y en la que le comunica, de manera más detallada, la muerte de su madre: "tengo el gran disgusto y sentimiento de confirmarte que tu madre ha fallecido en el día de ayer, a las cinco de la tarde, asistida en forma por toda la familia".

Le especifica una serie de joyas que tenía doña Emilia y le pregunta qué quiere hacer con los muebles y el resto de objetos de su madre. También le dice que está muy oprimido y no puede escribir más.

Al final de la misiva lo invita si lo desea a pasar unos días en su casa. Antes que llegara la mala noticia que le manda su primo, Juan Ismael tenía preparada y lista para llevar a Correos la única carta dirigida a su madre que se conserva y que evidentemente nunca remitió.

Sin embargo, años más tarde, Juan Ismael escribió un poema titulado 'Una carta no remitida". Tal vez inspirada en aquellas palabras con las que intentó tranquilizar a su madre y que jamás pudo enviar. En cierta medida, a través de ese largo poema, doña Emilia Mora acabó por recibir su carta.

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