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Día Internacional de la Mujer Trabajadora

Mujeres en primera línea

El periodismo no estaría completo sin ellas, sin su valentía, sin su lucha. La memoria guarda las voces de Sarmiento, Calaf, Borrero, Izquierdo: estas pioneras iniciaron el camino, a las demás les toca poblar la cima

Rosa María Calaf, durante su etapa como corresponsal en China.

En agosto de 1962, una joven con deseos de hacer prácticas de periodismo en un diario de provincias tuvo la osadía de presentarse en la redacción y pedir una entrevista con el director. Días antes había enviado una carta, en la que solicitaba poder colaborar durante el verano, y esperaba que al final de este periodo de pruebas le firmaran un certificado, que pensaba llevar a la Universidad, como muestra de sus semanas de trabajo en un periódico de prestigio. La carta la firmaba una tal P. Urbano.

El director del diario siempre creyó que se trataba de un joven, un muchacho aguerrido, tal vez hasta con bigote incipiente, dispuesto a salir a la calle en busca de las historias más trepidantes, o esas noticias extrañas que terminan por salir publicadas en esas agotadoras jornadas de verano, en las que parece que nunca ocurre nada.

Cuando aquel experimentado periodista abrió la puerta de su despacho y descubrió al otro lado, que aquella 'P' no se correspondía con un Pedro o Pablo, sino que se trataba de Pilar Urbano "se quedó desencajado, tenía las mangas de la camisa arremangadas, y de inmediato se las bajó. No se esperaba que una chica quisiera trabajar en aquella redacción". Entonces era algo inaudito.

Una vez que aquel hombre curtido en miles de batallas quedó más o menos repuesto del susto, le dijo que él le firmaba las prácticas para que pudiera presentarlas, pero que por supuesto una mujer no podía trabajar allí, además como cierre a su negativa, le recordó que la rotativa "está llena de obreros, señorita".

Bichos raros

La histórica periodista Pilar Urbano lo recordó en el documental Nosotras que contamos, dedicado a las pioneras que abrieron brecha en esta profesión, y en la que se hace una especial mención a la figura de Josefina Carabias, la primera redactora en nómina que se atrevió incluso a hacer crónicas de deportes. También fue la primera mujer corresponsal en el extranjero de un medio de comunicación.

Fueron tiempos difíciles para ellas. La mayoría debe enfundarse el papel de heroína y enfrentarse a una variada gama de tropiezos y vallas gigantes que hay que sortear con más o menos fortuna.

La anécdota que cuenta Pilar Urbano no fue un caso aislado. Les pasó a otras muchas. Cuando Pilar Narvión entró en el diario Pueblo, el director reunió a la plantilla, formada sólo por hombres y les dijo que a partir de ahora "y en presencia de esta señorita no se podrán decir más tacos". Narvión, que por supuesto no se esperaba ese recibimiento, terminó por sentirse como una extraña, "me trataron como si fuera un monstruo", un ser de otro planeta que terminaba por aterrizar en aquel mundo de momento exclusivo para ellos.

Carmen Sarmiento, una de las primeras reporteras de Televisión española, que logró informar sobre golpes de estado, guerras, y todo tipo de conflictos también reconoce que la primera vez que le propuso al director de la cadena que quería acudir como enviada especial a realizar un reportaje, casi se escuchó por toda la redacción como este señor clamaba: "Pero cómo vamos a mandar a una mujer a la guerra". A pesar de los numerosos obstáculos, ellas terminaron por conseguir lo que querían: informar de la misma manera que hacían sus compañeros.

Seres dependientes

No se puede olvidar que las mujeres durante los años de dictadura no podían trabajar sin el permiso de los padres o maridos. Y ellos podían cobrar su sueldo. Ellas, en cambio, no podían comprarse un coche, ni abrir una cuenta, ni sacarse el pasaporte. Los anuncios que salían por televisión describían a un ser sumiso, cuya máxima aspiración era agradar al marido, y que la comida que le preparaba fuera de su agrado.

En esa sociedad rancia, en la que el Estado y la Iglesia unían sus fuerzas para que las mujeres sólo aspiraran a casarse y tener hijos, aparecen algunas valientes que luchan por estudiar en la Universidad, y se esfuerzan por formar parte de profesiones que permanecían como cotos cerrados.

Las primeras periodistas no sólo entran de lleno en los medios, sino que luchan por contar las historias que interesan. No quieren seguir arrinconadas en las secciones de las llamadas páginas femeninas, en las que se habla de cocina, belleza y moda. Ellas quieren escribir de deporte, política, conflictos bélicos, economía. Y lo logran, con esfuerzo y algunas reticencias.

Rosa María Calaf es una de esas figuras privilegiadas, que han logrado cumplir con la mayor parte de objetivos. Ha sido corresponsal en Estados Unidos, Roma, Viena o China. Ha podido informar sobre la guerra en el Líbano, estuvo en la Unión Soviética en la etapa de Gorbachov. Sabe que su carrera ha sido intensa y apasionante, "podíamos preparar un reportaje durante todo un mes, eso ahora es imposible". Crítica con el tipo de periodismo que se hace en el que prima el espectáculo y no la información, también lamenta que muchas mujeres periodistas estén ahí delante de las cámaras "por su juventud y belleza, y no por lo bien que lo puedan hacer". En cambio, que otras tengan que desaparecer de escena simplemente porque la edad ya no es la más recomendable, la que impera.

Los hombres siguen teniendo más opciones, "es más normal ver a un señor con canas en un telediario, acompañado de una chica joven", y no al revés.

Llegar hasta dónde ha llegado tampoco ha sido fácil. Reconoce que en ocasiones ha tenido que buscar otras vías para llegar a la información, y lo peor es que el mayor problema ha sido por ser mujer. "Si un líder fundamentalista islámico no quiere concederme una entrevista porque sólo habla con hombres, lo que he hecho es irme a buscar otras fuentes, por ejemplo, hablar con las mujeres que al final me van a dar otro punto de vista, incluso más interesante".

Lo paradójico del mundo de la mujer y la prensa es que cada vez hay más periodistas en las redacciones, y además trabajan en todas las secciones, desde Deportes a Economía. Sin embargo, en esta larga marcha sigue faltando subir más peldaños.

Rosa María Calaf insiste en que hay que seguir luchando y reclamando derechos como el de ganar el mismo salario que el de los hombres por hacer idéntico trabajo. "si piensas que ya se ha conseguido todo, entonces es cuando estás perdida".

El salario de los hombres españoles es un 19,3% superior al de las mujeres, mientras que a nivel europeo esa diferencia se sitúa en el 16,3%, según datos difundidos por la Comisión Europea (CE) en octubre de 2015.

Dalí y Paloma

Dentro de esos nombres de mujer que forman parte de la memoria colectiva de muchas generaciones, entre otras razones porque durante muchos años sólo se accedía a la información a través de dos canales de televisión la 1 y la 2, Paloma Gómez Borrero es una de esas corresponsales imprescindibles. Cada vez que se producía alguna noticia en el Vaticano, ahí aparecía ella para contar lo que ocurría. También fue la primera periodista en informar desde una cabina de teléfono del asesinato del político italiano Aldo Moro.

Gómez Borrero empezó muy pronto, y con el apoyo de su familia tuvo la suerte de poder salir al extranjero a formarse y de paso a realizar reportajes que enviaba a medios españoles. "A veces yo no estaba en Madrid y era mi madre la que se acercaba a cobrar el mes, entonces te pagaban por ventanilla".

A lo largo de su dilatada trayectoria ha podido entrevistar a grandes figuras del cine, de la política, de la cultura italiana. Pero sin duda, una de las entrevistas más surrealistas y divertidas que ha hecho fue la que le hizo a Salvador Dalí en su casa de Cadaqués.

"Cuando llegamos me había preparado una fiesta, me dijo que le gustaba mucho Juan Pablo II, y mi trabajo en televisión. En el jardín aparecieron unos chicos, parecían unos efebos, llevaban puestas unas alitas, bailaron un poco y después me invitó a tomar cava rosado. Como él no bebía alcohol, dijo que conmigo iba a brindar, entonces metió el dedo en mi copa y tocó su frente, después la mía. Me quedé estupefacta, pero claro como era Dalí, no podía hacer nada, y me bebí el cava".

Lo cuenta como si lo estuviera viviendo. En realidad hace lo que mejor se le da, una crónica certera de aquel día en el que Salvador Dalí le presentó a Gala, "ella sólo me hablaba en francés y se mostró muy cariñosa conmigo. Después un periodista italiano que estaba conmigo le preguntó: maestro, ¿de dónde le llega la inspiración?, y él sin inmutarse le contesta: del culo".

Fue memorable, y ella mantiene esta historia grabada, como una de las entrevistas más entretenidas que ha tenido a lo largo de su carrera.

No siempre el trabajo de los periodistas resulta tan sublime, sobre todo para este grupo variopinto de pioneras que han tenido la valentía de abrir el camino. Ahora queda lo más difícil, llegar a la cima y dejar la puerta abierta.

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