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Telde recupera sus 64 'nidos' de vida

El municipio cuenta con una extensa red de barrancos desde la cumbre a la costa - El temporal de octubre dejó maltrechos los barrancos, que ahora vuelven a lucir su esplendor

Senderistas por pilancones de agua en el barranco del Draguillo. A. MONZÓN

El temporal que azotó Telde el pasado mes de octubre fue toda una desgracia para esta localidad, pero tuvo como aspecto positivo pese al desastre ocasionado el descubrimiento para muchos grancanarios -y también para muchos teldenses- la extensa red de barrancos que posee este municipio, por donde discurrieron aquellos aciagos días miles y miles de litros de agua hacia la costa, la zona más afectada por aquellas tremendas barranqueras y cuyos cauces rebosados mostraron la fuerza de la Naturaleza desatada con una contundencia nunca vista.

En la actualidad, después de varios meses de limpieza, dificultosa por su orografía y los materiales arrastrados, los barrancos empiezan a lucir de nuevo su mejor cara, aunque todavía queda mucho por hacer para que "estas verdaderas joyas de vida", como las define el concejal de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Telde, Álvaro Monzón, vuelvan a mostrarse en todo su esplendor. Para ello, además de las labores de recuperación, también se pretende realizar actuaciones que los conviertan en espacios atractivos para propios y extraños, no solo como lugar de ocio y esparcimiento familiar, sino también como lugares de aprendizaje del entorno natural y su protección. Para ello tiene ni más ni menos que un total de 64 barrancos, algunos tan conocidos como el de Los Cernícalos, Real, Las Goteras o el Draguillo.

En esa etapa del camino se encuentra Monzón, quien considera que "nuestros barrancos pueden ofrecer mucho más que su uso tradicional, ya que planteamos potenciar su atractivo con una red de senderos o como espacios para la educación ambiental de los escolares a través de una ruta de barrancos". Y no es una apuesta arriesgada, ni siquiera nueva. El edil y también ecologista hace memoria y recuerda la experiencia realizada en centros escolares de Telde y el Archipiélago gracias a una propuesta de los ecologistas José Manuel Espiño Meilán y Calixto Herrera Rodríguez, redactores de un programa educativo destinado al conocimiento del entorno natural de Canarias y donde los barrancos, playas y volcanes de Telde tenían su propio apartado.

"Fue un proyecto que se inició en 1999 con la idea de enseñar a los escolares de primaria la Naturaleza que les rodea y así se llegaron a realizar durante su periodo de ejecución, unos ocho años, visitas a los barrancos más cercanos a los centros escolares. Los recortes realizados con posterioridad terminaron por dejar abandonado el proyecto, pero al menos se ha quedado una buena base hecha sobre este tema y sería ideal recuperar la filosofía de este proyecto didáctico", apunta Álvaro Monzón.

El edil destacó la importancia de Telde como territorio de barrancos, "ya que salvo la comarca de Las Tirajanas y La Aldea, somos el municipio que cuenta con más barrancos, unos nidos de vida, donde la botánica se desarrolla en su máxima expresión, son joyas de vida, donde la flora y la fauna se desarrollan en toda su plenitud".

Espiño Meilán y Herrera Rodríguez explicaban, respecto a los barrancos teldenses, las tres grandes cuencas hidrográficas que conforman en casi su totalidad la red de drenaje municipal. En su libro Telde: naturaleza y paisaje, una guía para el profesorado incluida en ese completo material didáctico titulado Proyecto educativo, conservemos nuestros barrancos, el medio natural de las Islas Canarias, desde la cumbre hasta la costa, los autores exponían que "de Norte a Sur encontramos en primer lugar la cuenca del barranco de las Goteras que partiendo de la Divisoria del Bermejal y actuando de límite municipal, desemboca en el lugar conocido como playa de Jinámar, conformando en esta zona un amplio valle, actualmente urbanizado y donde se recupera, tras un histórico y próspero pasado agrícola, un extenso palmeral, la mayor parte de él, de repoblación".

La segunda cuenca, en pleno corazón municipal, "lamiendo a su paso los cimientos de los importantes complejos poblacionales indígenas (Tara, Cendro, la Montañeta de San Francisco), baja hasta el barranco Real". Este barranco, según el texto de Espiño y Herrera, tiene la mayor cuenca hidrológica del municipio, contando en su formación con barrancos tan impresionantes como el barranco de Los Cernícalos, el de San Miguel o los de San Roque y Valle Casares que "entre palmerales, cultivos de berros y naranjas bajan hasta unir sus cuencas en el barranco Real de Telde, en la misma entrada de la ciudad, al pie de los barrios de Caserones, San Francisco y Cendro", sede de una otrora fértil y amplia vega.

La tercera cuenca se encuentra en dirección sur, "con otro gran barranco que serpentea desde lugares conocidos como los Altos de la Aguililla y Alto del Duraznero, allá por el pago de La Pasadilla, a unos 1.000 metros de altitud". Se trata del barranco del Draguillo, que desemboca en una amplia llanura, conocida como la Llanura o Los Llanos de Gando. Y junto a estas tres cuencas hidrográficas pueden observarse pequeños barrancos en un paseo de Norte a Sur, "unos en un estado de buena conservación y otros desafortunadamente han desaparecido o se encuentran en trance de desaparecer".

Para los amantes de las curiosidades, hay nombres de barrancos que pueden llamar mucho la atención por su denominación, digna de estudio. Así, en un vistazo sobre sus denominaciones el lector puede encontrarse con el barranquillo de la Umbría de Avemaría, afluente del barranco de San Roque; barranquillo del Pitango, éste afluente del barranco de Los Cernícalos; barranco de los Pecadillos, afluente del barranco del Tundidor; el barranquillo del Infiernillo, afluente del barranco del Conde.

Son unos cuantos ejemplos de una toponimia curiosa de los barrancos de Telde, donde aparecen también referidos nombres como barranco de la Morisca, en el barranco del Draguillo, la cañada de la Sargenta, en la cañada del Goro y otros tantos a cual más peculiar.

Mientras tanto, las labores de limpieza y recogida de desechos realizadas por las concejalías de Limpieza Viaria y Servicios Municipales van recuperando la imagen de los barrancos antes de esa suerte de diluvio local. La orografía de algunos barrancos, como la del Tundidor, obligó incluso a recurrir a escaladores profesionales para adecentarlo. El esfuerzo tiene su recompensa y los barrancos están listos para ofrecer sus encantos.

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