La UD Las Palmas desperdició la oportunidad de debutar en casa en Primera con una victoria (0-0). El equipo amarillo fue superior al Levante pero no se atrevió a dar un paso adelante en los últimos minutos, tras una hora de partido decente. El conjunto insular dio una imagen sobria y decente, dando continuidad a la de la primera jornada con más juego ofensivo y ocasiones de gol. Pero Sergio Araujo estuvo demasiado solo ante los tres centrales del Levante y Paco Herrera no hizo nada para arreglarlo en el tramo final. Le faltó ambición al equipo amarillo, que firmó un punto en su casa ante un rival directo y que se mostró inferior durante el duelo.

Tanto le gustó a Paco Herrera la cara de su equipo en el Vicente Calderón que calcó el sistema. Pero como los jugadores se mueven y los dibujos tácticos tienden al engaño, desde muy pronto se vio a un equipo predispuesto a atacar. Fue protagonista la UD y nadie se escondió cuando había que tocar la pelota. La diferencia con el Calderón radicó no solo en el enemigo, sino en la actitud y, sobre todo, en la posición de los laterales.

David Simón y Dani Castellano vivieron en el campo contrario, provocando que todas las piezas del engranaje tuvieran un comportamiento diferente. Alcaraz y Bigas, los escoltas de Aythami, se atrevieron a sacar el balón jugado, como Hernán, que en el papel de Javi Castellano hizo fluir la circulación y cortó varios contragolpes visitantes. Y con Roque y Culio más avanzados Jonathan Viera estuvo mejor asistido. No así Sergio Araujo, anulado por los tres centrales que tenía a su alrededor. El argentino, muy activo, lo intentó hasta con una chilena que salió rozando el poste, pero echó de menos a un socio que batallara contra el muro granota.

Un césped vergonzoso

La UD tuvo alguna imprecisión en la salida de balón, a veces provocada por el pésimo estado del césped y otras por la presión del Levante. Lucas Alcaraz ha dado forma a un equipo que, con el mismo dibujo que la UD, juega a una cosa totalmente diferente. Está hecho para perseguir el balón, robarlo muy arriba y activar a Ghilas y Deyverson. Y en una de esas recuperaciones por un inocente fallo de Alcaraz llegó la primera ocasión del partido, un potente disparo de José Mari desde fuera del área que detuvo Javi Varas.

No se dejó intimidar la UD, que siguió como si nada y al rato David Simón llegó al área pequeña, donde Toño le prohibió rematar un centro medido de Jonathan Viera. Dependía demasiado la UD de sus laterales y algo muy parecido ocurrió minutos más tarde cuando Juanfran se anticipó en boca de gol a una internada de Dani Castellano. Cuando los dos carrileros no subían faltaban opciones en ataque. Tenían los amarillos el timón del partido, pero no pisaban área ni tiraban a portería. Con ese guión el conjunto granota estaba cómodo, y para ser feliz le bastaba con un aviso de vez en cuando, como un cabezazo de José Mari y un centro de peligro de Ghilas en el que se anticipó un enorme Bigas.

Tras unos minutos de una ligera desesperación llegaron las dos mejores oportunidades de la primera parte. Roque, de lo mejor en la UD, remató un balón suelto en el área tras la insistencia de Viera. Y poco más tarde Araujo probó, ésta vez desde una distancia más peligrosa, un disparo lejano que salió cruzado. El descanso llegó cuando más merodeaba la UD la portería de Rubén, pero en la reanudación se mantuvo la tendencia. Los de Herrera salieron con todos los sentidos puestos y en un suspiro al meta granota se le multiplicó el trabajo. Un centro de Dani Castellano, un par de faltas laterales, un tiro lejano de Roque y, sobre todo, un remate escorado de Simón que sacó Rubén hacían sudar la gota gorda el Levante.

Sufría el cuadro visitante, que apenas pasaba del centro del campo. Así que paró el partido con once falta en veinte minutos. El cuadro de Paco Herrera, ante tanto parón, tuvo que recurrir al balón parado y lo rozó con un cabezazo de Aythami en una jugada ensayada. Fue un espejismo porque el Levante ya había cortado los circuitos de la UD. De repente, al equipo amarillo le empezó a faltar aire, acierto y, sobre todo, un paso adelante desde el banquillo. La puesta en escena había sido interesante, incluso más ofensiva de lo que el dibujo hacía esperar, pero en la última media hora fue excesivamente conformista. El primer cambio llegó en el minuto 85 y se marchó Viera, un alivio para los tres centrales del Levante, que frenaron las esperanzas de la UD.