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UD Las Palmas La contracrónica

El manual de la supervivencia

El equipo de Jémez da una lección de solidaridad a una UD que no se enteró de lo que había en juego

Diego Llorente, por delante de Willian José y ante la mirada de Quini, disputa el balón. LOF

Cuando a la media hora Bebé lanzó una falta de manera directa desde su casa fueron dos jugadores del Rayo Vallecano, como leones, en busca del rechace. Estaba cantado que el disparo del portugués, más cerca del centro del campo que de la frontal del área, no iba a entrar, pero sí podía hacer daño al portero un mal bote o un buen efecto. Sin embargo, no había ninguna camiseta amarilla alrededor. Javi Varas atrapó en dos tiempos antes de que un franjirrojo llegara y la jugada pasó al olvido, pero sirve para explicar el partido que firmaron ayer cada uno de los dos equipo. La UD Las Palmas tuvo todas las luces apagadas mientras que el conjunto de Paco Jémez tenía los cinco sentidos puestos en el partido.

El Rayo Vallecano, un experto en la materia, regaló ayer a la UD un manual de supervivencia en Primera División. Es ese que indica que más allá de estilos y de filosofías hay asuntos básicos como la intensidad, el orden táctico y la concentración que, por sí solos, sirven para explicar resultados. Y si son ante rivales directos, esos con los que te das codazos durante todo el maratón, pueden ser decisivos en los últimos metros. Porque la derrota de la UD es una de esas que a final de temporada, repasando el calendario, puede decantar de un lado o de otro la igualada balanza de la permanencia.

El Rayo Vallecano sabe lo que vale un peine. Sabe que solo con una propuesta ofensiva y vistosa no basta. Lo que expone en el Camp Nou y en el Santiago Bernabéu, allí donde se suele llevar goleadas de escándalo, son fuegos de artificio. Es muy bonito, pero sirve para poco. Lo que vale, a largo plazo, son los partidos como los de ayer ante rivales directos. Y esa lección, ese baño de realidad, esa exhibición de argumentos básicos es de la que debe aprender la UD, un recién llegado y poco acostumbrado a estas artes.

Porque ayer el equipo amarillo fue inferior no por fútbol, sino por sacrificio y orden. Corrió menos -111 kilómetros por los 119 de los locales- y corrió peor. La organización del Rayo para realizar una presión asfixiante fue descomunal. No encontró ninguna vía de escape la UD para meter mano a su rival. Ni siquiera el plan B tan efectivo de las últimas semanas, el de buscar a Willian José para que entregara de cara a Tana o a cualquier centrocampista, sirvió a los amarillos. Diego Llorente, el canterano del Real Madrid que va para hacer carrera en un grande, ganó al brasileño la mayoría de sus duelos individuales. Y eso, con Pablo Hernández, Miku, Bebé y Jozabed intimidando a los defensas cada vez que tenían el balón, hizo mucho daño a los insulares.

Tenía los circuitos tan cortados la UD que Valerón, la solución escogida por Setién para acompañar a Roque, parecía otro. El de Arguineguín estaba superado por el altísimo ritmo que puso el Rayo Vallecano y perdió dos balones que estuvieron a punto de significar el segundo gol de los madrileños. No encontraba su brújula la UD y a todos les entró el tembleque. Pedro Bigas, que también fue arrollado por la intensidad del partido, y Aythami Artiles recurrieron a Javi Varas en cada atisbo de presión rayista. El balón quemaba y el portero, por mucho que intentara arriesgar -incluso en una ocasión regateó a dos jugadores fuera del área- no hallaba la manera de generar una salida limpia de balón para su equipo. La UD estaba totalmente fuera de sí.

También por los costados, desahogo habitual de los amarillos, hacía sangre el Rayo. Valerón, Momo y Jonathan Viera no acudían a las ayudas para David Simón y Dani Castellano. Tampoco los centrales, que recularon demasiado. Así, Roque y Javi Varas no dieron abasto. Bebé, que se movió por las dos alas, desbordó cada vez que quiso y sus centros casi siempre acabaron despejados por Javi Varas. Y Jozabed no paraba de molestar, tanto para atacar como para defender.

El esfuerzo del Rayo de la primera parte y su mala puntería enviaba a la UD al rincón de la fe. Rezaban los amarillos para que el desgaste de los hombres de Paco Jémez se notara en la segunda parte. Pero no fue así. No dejaron de presionar, de incomodar a la UD y de fallar ocasiones. Pareció encontrar una solución Setién juntando por el medio a Roque, Tana y Viera. Pero cuando los amarillos conectaron un par de posesiones largas llegó el segundo. Fue un golpe a la mandíbula que dejó noqueado a los amarillos.

De estos partidos ha ganado mil el Rayo Vallecano en estos años. Y de esos partidos ha ganado muy pocos Las Palmas esta temporada. A la UD le queda el único remedio de tomar nota. Está a tiempo.

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