El fútbol de verano no suele ofrecer un gran espectáculo. Las piernas de los futbolistas andan pesadas, el calor les asfixia y, en muchas ocasiones, se convierte en algo arduo de ver. Con los sistemas a medias y los nuevos hombres recién fichados buscando adaptarse a su nueva camiseta, el entrenador maneja su particular rompecabezas.

Desde la banda, junto con sus ayudantes, se esfuerza en clavar los minutos que precisa cada uno de sus hombres, más preocupado en no quemar a los futbolistas que en otra cuestión; piensa, además, en qué cosa probar de nuevo o si, al fondo del banquillo, tiene algún hombre más que le gustaría ver algo más en el campo. Muchos temas para sólo 90 minutos, circunstancias que mandan a la mayoría de partidos de pretemporada a la nada.

Sin embargo, ayer en Maspalomas la UD rompió ese plan. Setién sacó una primera alineación que no es un once cualquiera: huele a Mestalla, ese lugar donde Las Palmas levantará el telón de la primera jornada de La Liga. Javi Varas; Míchel Macedo, David García, Pedro Bigas, Dani Castellano; Roque Mesa, Vicente Gómez, Jonathan Viera, Momo, Kevin Prince Boateng y Marko Livaja. Esos fueron los once elegidos por Quique Setién para salir ante el Cagliari. Un equipo de garantías que mostró ayer que está para empezar a competir cuando quiera.

Si el fútbol de verano vale más para matar el mono de fútbol de todos los actores que participan en él -futbolistas, entrenadores, aficionados e incluso periodistas-, el choque ante el Cagliari sirvió para algo más. La UD Las Palmas demostró que no se le ha olvidado a qué juega. Una idea que tiene el sello de Quique Setién. Para empezar, los nuevos cromos amarillos empiezan a entonarse.

Por un lado, Míchel Macedo. Al lateral brasileño le gusta a lo que se juega en la Isla. Insistente por su banda, enseñó su capacidad para combinar de manera eficaz. Sube y baja constantemente. Se ofrece, tira desmarques y se empieza a entender bien con el resto. Para eso sí que sirve la pretemporada, para comprender quiénes son y de qué van tus nuevos compañeros. A Míchel le ha bastado con un par de semanas en Gran Canaria para saber quién manda aquí. Al son de Jonathan Viera, se movió a la perfección. Del talento del '21' y del desmarque del carioca, nació el 1-0 de la UD Las Palmas.

Kevin Prince Boateng vio ayer también que el '21' amarillo sabe a lo que juega. Se buscaron. Porque los buenos suelen hacerlo. Con el ex del Milán tirado a la izquierda y Momo por la derecha, Viera mandaba desde el medio. Un hecho que parece fijo, pero no firme. La movilidad que dieron los tres mediaspuntas amarillos, moviéndose por el interior, dieron fluidez al juego de la UD Las Palmas. Al contrario que con extremos más marcados, el juego amarillo crece cuando tres de sus cuatro hombres más adelantados se juntan. El Cagliari ni olía el balón. Arriba, Marko Livaja, menos participativo y algo decaído, fijaba la última línea como una boya.

Todo marcado al son de Jonathan Viera. El de La Feria no ha jugado en el Milán ni paseado su nombre con el Schalke, pero tiene una clase que marca diferencias en La Liga. Se deduce, por lo visto y lo sabido con la experiencia del curso pasado, que de su estado emocinal y físico dependen muchas de las opciones de la UD Las Palmas para cumplir sus aspiraciones esta temporada.

Ayer, el fútbol rudo, pesado y lento del verano se quedó a un lado. A base de balón, los valientes que acudieron a Maspalomas se divirtieron. La UD sacó su fútbol, uno que enamora. Es verano, y ni las victorias ni los goles cuentan, pero alegran y saben a plenitud.