La Provincia - Diario de Las Palmas

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La crónica (14ª jornada)

Caraja, gol, empate y punto

La UD Las Palmas acaba en tablas en Mendizorroza tras ceder un tanto en el minuto cuatro del encuentro

"Vamos a ver si no salimos con la caraja eh, sobre todo ahora al principio, que van a salir fuertes". Fue lo que dijo Quique Setién, técnico amarillo, a los suyos antes de salir al campo. Una frase premonitoria porque pasó tal cual. La UD Las Palmas se trae de Vitoria un valioso punto después de empatar (1-1) un gol a los tres minutos de juego conseguido por el Alavés. Un tanto que lastró al equipo amarillo en un partido que dominó después de ese tempranero tanto vasco.

Y es que la UD Las Palmas maniató a los de Pellegrino desde que empezó a pelotear, desde que sintió que estaba en el campo. Marko Livaja puso las tablas en la segunda mitad, en un acto donde el equipo grancanario gozó de buenas ocasiones para llevarse los tres puntos hasta la Isla. Pero, en el fútbol, no valen los méritos, sólo cuentan los hechos.

Antes del gol del Alavés, los primeros problemas para Las Palmas en Vitoria empezaron antes del partido. La victoria de hace una semana ante el Athletic Club de Bilbao dejó un par de contratiempos. Ni Prince, que se retiró con un golpe en el descanso de aquel duelo, ni Roque Mesa, que vio su quinta amonestación, podían pisar Mendizorroza. Un par de bajas seguras a las que se unieron las de Mauricio Lemos, Aythami Artiles y Sergio Araujo, descartados para el partido por diferentes problemas físicos.

El desafío al que se prestaba la UD era importante. Por un lado, tenía que acostumbrarse a jugar sin su faro, Roque; por el otro, desenvolverse en ataque sin Prince, el futbolista amarillo que más presencia tiene en ataque, por goles y por remates. Ese desconcierto se agravó pronto. Porque el conjunto vasco salió en tromba, a por todas, sin dejar ver a la UD Las Palmas el balón, su mayor tesoro.

La parsimonia amarilla de los primeros minutos le salió cara. En menos de tres minutos, el Alavés ya había rematado un par de veces a portería y había lanzado dos saques de esquina. Precisamente, fue desde ahí donde nació el segundo problema de Las Palmas, más allá de las bajas. Porque en la segunda jugada de uno de esos córneres llegó el gol del Alavés. Desde la banda izquierda, Theo Hernández recogió el balón, se acomodó y sirvió un centro directo al área. Un balón gamberro que contó con la complicidad de la zaga amarilla. Alexis Ruano, que pululaba por allí, remató como un delantero centro. En tres minutos, la UD ya tenía el partido en contra.

El golpe le valió a Las Palmas para espabilar. Poco a poco se empezó a adueñar del balón, en una posesión más estéril que efectiva, porque desde que llegaba a la línea de tres cuartos, la UD se encontraba un Alavés bien plantado, con Fernando Pachecho respirando en la portería.

El modus operandi del Alavés también incomodaba al cuadro de Quique Setién. Tenían dos vertientes; si les caía el balón y Las Palmas esperaba atrás, no les importaba llevar la iniciativa; si por el contrario era dominado, replegarse atrás y usar las bandas con Ibai y Édgar como velocistas, no les molestaba. Un equipo darwinista: adaptarse al medio o morir.

La UD Las Palmas no tenía tampoco un día lúcido. No era capaz de romper líneas de pase y tampoco disfrutaba de un nivel de precisión alto, ni en controles ni en los pases clave, los que dan la vida en la manera de entender el fútbol amarillo. Aún con eso lo intentaba la UD, que buscaba amasar una jugada con la que probar a Pacheco. Jaleado por Vicente Gómez, algo más liberado que Montoro en el centro del campo, el conjunto grancanario se entonaba, pero seguía sin llegar de manera constante y peligrosa. Los minutos caían y sólo pasada la media hora, Pacheco se enteró de que la UD sabía golpear a portería, cuando Viera envió el primer balón entre los tres palos.

El '21' se calentaba y tanto Macedo como Hélder Lopes se estiraban en el campo. Viera tiró de talento para asistir de tacón al brasileño que entró al área por el costado derecho y miró a portería. Su disparo, envenenado, se fue fuera por poco en lo que supuso la mejor ocasión amarilla en los primeros 45 minutos. Un periodo marcado por un inicio donde la UD aún se calzaba las botas en las casetas de Mendizorroza.

No cayó en el mismo pecado del inicio del partido la UD Las Palmas cuando se reinició el encuentro. Conscientes de lo que había en juego, los de Setién salieron a mandar desde el pitido inicial de la segunda mitad. La dinámica del partido calcaba a la que se había impuesto desde que la primera parte entró en su zona media. Pocas cosas desentonaban en la UD, más allá de Livaja, perdido en luchas inútiles y más impreciso que en otras ocasiones. Asdrúbal apuraba en la banda sus ejercicios de calentamiento. El cambio estaba cantado. Pero si algo tiene el deporte es que en un minuto todo puede cambiar. Y eso fue lo que pasó.

Del cambio al gol

Un minuto o algo más. La UD trenzó una jugada enorme desde la banda izquierda donde todo el que pasaba por allí intervenía. Hélder plagió a Dani Castellano con una de sus escapadas con el balón; los mediapuntas de la UD empezaron a cocinar una combinación que acabó donde empezó, en la banza zurda, en los pies del lateral portugués. Su centro, preciso, encontró a Livaja en el primer poste, que no falló. Un balón bueno, un gol. Todo para saborear lo que es marcar, algo que no hacía desde la primera jornada. Empate y partido nuevo.

La tendencia continuó con la UD imponiendo su ley. Tanto que casi concreta el segundo gol, gracias a un disparo lejano de Livaja que escupió Pacheco. La respuesta del Alavés, embotellado en su campo sin remedio, no tardó en llegar con un centro que Deyverson conectó a medias. Tana, en una rápida contra y asistido por el croata, casi acierta a marcar con la zurda.

El partido se escurría, miraba al final y Las Palmas se acordaba de aquella caraja que había advertido Setién. Livaja dejó paso a Asdrúbal y Montoro a Hernán. Viera, de nuevo en una contra, optó por tirar en un tres contra dos. Fue la última ocasión. Un empate que coloca a la UD con 20 puntos y media salvación en el bolsillo en catorce fechas.

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