En el fútbol, a veces, resulta que dos más dos sí son cuatro. Y ayer fue uno de esos días. La UD Las Palmas se dio de bruces contra la realidad al caer por goleada frente al FC Barcelona (1-4). Un triplete de Neymar y un tanto de Luis Suárez mandó a la lona a un equipo amarillo más centrado que en los últimos meses, actuación insuficiente ante semejante muro de calidad. El sabor agridulce fue el mismo que ha dejado la temporada. Hasta en eso fue coherente la cita de anoche en el Estadio de Gran Canaria. Todo transcurrió desde la más absoluta previsibilidad. Desde el paso adelante de los locales en intensidad hasta el festival de goles culés pasando por las facilidades de la defensa amarilla. Incluso la triste imagen que dejó el recinto de Siete Palmas, con menos de 23.000 personas, era la esperada. Fue una noche poco productiva para los apostantes más atrevidos, que tampoco salieron beneficiados con la labor arbitral pues González González perdonó la roja a Digne en dos ocasiones, ambas todavía con 0-0.

Lo único que se salió del guión fue la ausencia de Leo Messi en el casillero de goleadores. El astro argentino mantiene una cuenta pendiente: el Gran Canaria es el único estadio de Primera División en el que no ha marcado. Quien sí dejó su sello fue Neymar, que además de marcar tres goles dio la asistencia del de Luis Suárez. A pesar del rotundo marcador la UD soñó en varios momentos con sumar ante un gigante y, de paso, fastidiar su carrera por el título de Liga: hasta que la magia visitante generó dos goles en un suspiro al filo de la media hora y también en la reanudación, cuando el apretón insular encontró el premio en una cabalgada imperial de Bigas. Pero era uno de esos días en los que un grande no podía dejarse sorprender.

Ni siquiera por las importantes bajas en defensa. A las de Piqué y Mathieu por lesión y Sergi Roberto por sanción se unieron en el calentamiento la de Mascherano. A Luis Enrique no le quedó más remedio que poner al joven del filial Marlon, que debutó con el primer equipo en Liga, y al zurdo Digne en el lateral derecho. No exprimir esa debilidad fue el mayor pecado de la UD. En el equipo amarillo volvían al ataque Prince, que realizó su partido más flojo en meses, así como un Jesé que sí flirteó con el gol.

El Jesé más animado

El canterano del Real Madrid lo hizo desde la primera jugada destacada del partido, la que debió suponer la despedida de Digne a los cinco minutos. Con un gran pase de Jonathan Viera se plantó en la frontal del área, por donde apareció el francés para derribarle. El árbitro se acobardó, prefirió no quedar señalado como el hombre que facilitara que la Liga no se iba a decidir antes de la última jornada y solo le mostró amarilla. Tuvo una oportunidad de redimirse poco después cuando el francés soltó el codo ante Jonathan Viera y le abrió una brecha en la cabeza, pero ni siquiera pitó falta. De traca.

Así, la puesta en escena de la UD había sido prometedora. Para el equipo amarillo, que salió con intención, y para el espectáculo, porque el Barça tuvo la pelota y verticalidad. Incluso Messi empezó enchufado al generar dos ocasiones pronto. El cuadro insular respondió con la internada de Jesé que debió acabar en roja de Digné. La falta la mandó Lemos a las manos de Ter Stegen. La UD que, al contrario que en las últimas citas, tenía un plan. Esta vez preparó bien el encuentro y planteó variantes a su partitura habitual que se plasmaron sobre el campo.

Con Roque por delante de Montoro y en paralelo a Jonathan Viera, Momo y Jesé, el centro del campo y todo el equipo se movió al unísono, con la misma idea y con compromiso. Dejaron que los culés gobernaran el esférico y ellos mezclaron presión en campo contrario con defensa en campo propio, siempre intentando mantener las líneas juntas e incluso arriesgando el fuera de juego. Admitieron la superioridad azulgrana en el arte de la posesión y no se desgastaron en esa batalla. Ocurre que el Barcelona tiene tantos argumentos que con un detalle supera a cualquiera. Y lo hicieron Busquets e Iniesta. El mediocentro catalán, presionado en el mediocampo, mirando hacia su portería, por Roque y Prince sacó un taconazo de otro planeta que desmontó todo el sistema defensivo local. El balón fue para Iniesta, que con un toque de exterior dio carrete a Luis Suárez. El uruguayo se plantó ante Varas y cedió para que Neymar, más rápido que Lemos y Bigas, empujara a placer.

La conexión se repitió en el segundo, esta vez con la colaboración de la defensa. El brasileño, con Macedo demasiado lejos, vio cómo Luis Suárez le ganó la espalda a Mauricio Lemos y la puntería del delantero uruguayo hizo el resto.

Tampoco así se quebró la UD, que se mantuvo fiel al plan y merodeó el área rival antes del descanso. El Barcelona se relajó con el 0-2 en el marcador y los amarillos se ilusionaron con las internadas de Jesé, un remate flojo de Roque, un pase de Macedo al que no llegó Momo por muy poco y otro intento de Prince. Al descanso la puntería marcaba la diferencia.

Arreón tras el descanso

En la reanudación la UD volvió a mostrar coraje. Despidió la primera parte llegando al área pero en un partido de pierna frágil y poco ritmo, a veces anodino, así que animó la segunda parte con un punto más de valentía. Presionó más arriba y el Barcelona se encontró con más problemas para salir de atrás. Durante muchos minutos no hubo señales de la 'MSN' y eran Momo, Jesé y compañía los que se acercaban al área rival. Tenía menos trabajo Varas que Ter Stegen, aunque pocas oportunidades amarillas acabaron en remate entre los tres palos. Sí que hizo un paradón el germano a remate de Jesé. Fue justo antes de que Bigas culminara un contragolpe de manual que empezó él mismo con un robo en su propia área. El balón pasó por Momo y la asistencia la dio Prince.

Ante semejante golpe el manual de la previsibilidad deja claro que llegará una reacción rápida de la bestia. Y así ocurrió. Neymar se anticipó a Macedo y Lemos para cabecear un centro de Rakitic. Y solo cuatro minutos después certificó su 'hat-trick' batiendo a Varas en un mano a mano tras una internada de Jordi Alba.

Quedaban veinte minutos y entonces sí la UD se entregó. El Barcelona le permitió acercarse y pudo hacer el segundo tanto en ocasiones de Jesé y Halilovic. Pero no era el día para las sorpresas. Ya la lógica le había dado el bofetón.