Inédito e inaudito. Desde que tenemos razón democrática nunca habíamos asistido a un espectáculo tan bochornoso como en que se contempla con el recuento electoral del 26-M, aún pendiente de finalizar. En el momento de escribir estas líneas el recuento tiene en vilo el resultado final de los cabildos y algunos ayuntamientos en Canarias. En la Península no son ajenos a estos errores informáticos. Las consecuencias políticas en el Ministerio del Interior, al margen de errores informáticos, se esperan con limpieza. "Las chapuzas en política se pagan", confesaba un relevante miembro de un gobierno socialista allá por los años ochenta. Se espera que el desastre sin paliativos de este espectáculo que aún no ha terminado tenga consecuencias. Todo lo que puede empeorar empeora. España está que arde en materia política todavía. Aunque se han atenuado algunas crisis son momentos de confusión e incertidumbre. Los desastres de la vida política española aparecen cuando menos se espera. La vida política se regenera con dificultad y nunca falta algo que la hace descarrilar. No es fácil recuperar la confianza de los ciudadanos en estas condiciones. Como somos optimistas por naturaleza, esperamos explicaciones y que alguien asuma las responsabilidades de ese desaguisado.