Dime si esto es un sueño. ¡Es todo tan diferente!

Mírame como estoy, aquí, temblando. Las alas tengo recogidas ahora, el cuerpo no quiere seguir volando. Pongo los pies en el frío suelo de la vida, y es entonces cuando añoro las sensaciones vividas antes.

Dime si esto es cierto. ¿Es así en verdad?

Cuando despliego mis alas y me lanzo a volar, me siento distinto. Me acompaña en el espacio el recuerdo de una estrella que me ilumina. Aquella que una noche pude alcanzar con mi mano, y de la que no me he podido soltar. No puedo, no quiero dejar escapar.

Dime si es posible guardarlo. ¿Existen pertenencias permanentes?

Tengo un frasco tan hermoso y de un valor incalculable. No por lo que es, sino por lo que guarda en su interior. La esencia de la vida, de la ilusión, de la esperanza.

También tengo un cofre. De madera oscura y envejecida. Él nunca soñó poder ser guardián de tal tesoro. Le concedí el privilegio de llevar en sí, la estrella que una noche yo encontré, y robé. ¿Existe algo más reconfortable para un simple cofre viejo que llevar tal tesoro?

¡Ay frasco mío! ¡Ay cofre de mis interiores! No os rompáis por Dios. Ni derraméis lo que me guardáis. Tal riqueza guardan en su interior, que si las pierdo, ya nada será igual.

Dime cofre que llevo dentro. ¿Podrás sujetarla?

Te cerraré con llave, y la esconderé sutilmente. Te susurraré por momentos, lo que ahora veo y antes no vi por mi ceguera. No me voy a dedicar a perderte, ni a alejarme. Ahora regresé, y descubrí que no podré perderte nunca. Te acariciaré cuando pueda para calmar con mis caricias los lamentos. Para borrar los tormentos pasados y que ya nunca han de volver.

Dime si un día despertaré. ¿No puedo permanecer dormido?

Dormido o soñando, esto es lo más cerca del paraíso. Sentirme con alas, volar por lo más alto. Llenar el corazón de ilusiones increíbles. Respirar por los poros paz y amor. Sentirme libre, útil, frágil y querido.

Dime si esto es un sueño. ¡Es todo tan diferente!

No me contestes.

Sólo déjame. Déjame seguir soñando por favor.