¿Cocodrilos en las alcantarillas? ¿La autoestopista que desaparece al tomar la curva? ¿La canguro que estaba tan ciega de marihuana que metió al gato en el microondas? Son leyendas urbanas. Cuentos y creencias populares e historias de terror que, pese a contener elementos sobrenaturales o inverosímiles, se presentan como hechos reales. Se transmiten por tradición oral, de boca en boca, y van embelleciéndose con cada nueva versión, creando un folclore contemporáneo.

En Canarias también hay historias de esta índole. Entre ellas se encuentra una que tiene a la presa de Las Niñas como escenario de este hecho terrorífico: el pino maldito de Casandra.

El origen de la leyenda

Cuenta la leyenda que en en una noche de acampada, seguramente en plena luna llena, cuando al calor de la convivencia y bajo el lema “el terror une a la gente”, se engendró, a la sombra nocturna del árbol, el mito de la bruja Casandra.

Aunque no existe una versión oficial de la leyenda de Casandra, todas parecen coincidir en que la joven y guapa bruja fue encadenada al árbol y luego quemada por su esposo. Esta reacción fue la violenta consecuencia por pactar con el demonio el aliento de vida de sus dos hijas, a cambio de la eterna juventud.

Continúa la leyenda aseverando que aún hoy puede llegar a oírse el arrastre de cadenas de su fantasma, e incluso los gritos de lamento de su desdichado marido.

El pino de Casandra y sus 381 años de vida

El Pino de Casandra, en Tejeda, es el árbol más antiguo con 381 años. Le siguen la Castañera Grande de Las Lagunetas, en San Mateo, con 300 años; el Drago de barranco Alonso, en Santa Brígida; y el Drago de Luis Verde en Valsequillo. Los ejemplares singulares más jóvenes de la comarca tienen 80 años. En total, hay cuatro palmeras, tres acebuches, almácigos y dragos, dos algarrobos, eucaliptos, pinos y laureles de Indias, y un castaño, tabaibal, ceiba, encina, madroño y olmo.