¿Lenguas muertas? Los mejores insultos son en latín

Los puedes usar para momentos de elegante desprecio

Imagen de escritura en latín.

Imagen de escritura en latín. / Unsplash

No es fácil trasmitir adecuadamente el desprecio a través de un insulto. Cuanto más léxico se domine, mejor se puede controlar el noble arte de insultar, tan refinado entre los latinos. De ahí, el conocimiento del latín, una lengua considerada muerta, pueda resultar esencial a la hora de ofender con elegancia, por ejemplo cuando te llaman o tildas a alguien de "callo malayo". 

Y es que el insulto es una expresión que tiene como principal objeto degradar, humillar y ofender a aquel hacia quien apunta la vulgaridad del mensaje. De ahí que insultar sea todo un arte pues cada insulto apela a un universo de matices que nos costaría explicitar, pero que entendemos inconscientemente.

Los insultos en latín han sido una de las modalidades más usadas durante años, puesto que era el idioma que se hablaba en diferentes partes del mundo. Aunque el objetivo de este artículo no es fomentar las ganas de insultar, sí que se pretende con herramientas suficientes para, si hay que insultar, hacerlo con elegancia.

Normalmente, un insulto en latín es hasta bien recibido por el receptor -siempre y cuando lo entienda-, ya que dan buena muestra de agudeza e ingenio por parte del que lo expresa, ya que pueden ser directos como indirectos, según el contexto. Pueden variar de leves a severos y, a menudo, se usan para enfatizar un punto o hacer una broma. Desde golpes divertidos hasta humillaciones serias, los insultos en latín brindan una forma interesante de expresarse en un idioma extranjero.

Los más usados

Aquí te dejamos un listado de insultos en latín, pero antes hay que recordar que las traducciones de dichos calificativos, no son grandes ofensas en la actualidad, en la época del Imperio Romano eran muy fuertes, aunque todavía pueden servir para desahogarse en un momento de cólera. 

Stulte (estúpido): uno de los insultos más frecuentes en latín. A veces, se agrandaba su contenido con el término stultissime, es decir, completo estúpido; o stultissimi, cuando eran un grupo.

Ructator (eructador): muchos de los insultos romanos estaban vinculados con la higiene corporal y los modales, alogo a lo que le daban mucha importancia. Si el sujeto tenía modales aún más groseros se le tildaba de ructabunde (bolsa de pedos) o sterculinum (letrina).

Fatue (tonto): en Roma se hacía una distinció entre un tonto que un idiota. Un tonto era el que se enteraba de lo que se comentaba. Si además tenía otras dificultades, era considerado un caudex (idiota). 

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Matula (cabeza hueca): cuando la diferencia era intelectual, se le decía matula (vasija), literalmente como una cabeza vacía.

Malus nequamque (malo para todo): se traduce literalmente como “malo para todo” aunque para actualmente, ha pasado a la historia como “bueno para nada“.

Bucco (bocazas): se solía aplicar a los inoportunos, fuera de lugar o que traicionaba un secreto. Era un insulto severo que podía acompañarse de caenum (sucio), stercoreus (estercóreo) o spurce (mugroso).